Patrimonio espiritual
El Año Santo Compostelano 2004 ha sido clausurado el 31 de diciembre pasado. Hasta el año 2010 no volverán ha repetirse los 365 días de gracia y de perdón que hemos vivido este año; pero, como afirmó el Santo Padre en su Mensaje para esta ocasión, «la Puerta viva, Cristo, seguirá siempre abierta»
Las celebraciones de la clausura del Año Santo Compostelano 2004 comenzaron el 30 de diciembre con la Fiesta de la Traslación del Apóstol, en la que ...
Patrimonio espiritual
El Año Santo Compostelano 2004 ha sido clausurado el 31 de diciembre pasado. Hasta el año 2010 no volverán ha repetirse los 365 días de gracia y de perdón que hemos vivido este año; pero, como afirmó el Santo Padre en su Mensaje para esta ocasión, «la Puerta viva, Cristo, seguirá siempre abierta»
Las celebraciones de la clausura del Año Santo Compostelano 2004 comenzaron el 30 de diciembre con la Fiesta de la Traslación del Apóstol, en la que se rememora el traslado del cuerpo del Apóstol Santiago al Campo de estrellas. En ella, el Presidente de la Xunta de Galicia, don Manuel Fraga, pronunció la tradicional Ofrenda Nacional, en representación del Rey de España:
«En nombre de todos los pueblos que integran la unidad histórica y política a la que llamamos España, y en el de Su Majestad el Rey Don Juan Carlos I, nos dirigimos una vez más a ti, Apóstol Santiago, para reiterarte nuestro más sincero agradecimiento por las protecciones dispensadas en este Año Santo 2004. En absoluto nos contamos entre los pesimistas que hoy auguran vientos de catástrofe y resignación. Tú sabes bien que formamos parte de la cristiandad ilusionada y esperanzada. Nos consideramos parte de los que encuentran en tus caminos de peregrinación una elevación espiritual imprescindible para hacer frente a los materialismos y abusos. Danos fuerzas para seguir luchando por el necesario rearme moral de nuestra sociedad. Ilumina a todos los que, en nombre de cualquier ideología o extremismo religioso, se niegan a comprender que la vida es el máximo valor de la Humanidad. Te pedimos, desde el más profundo respeto por las identidades de España, que se fomente la modernidad y la renovación, y para que nadie imponga rupturas ni vueltas atrás. Solicitamos, Señor Santiago, tu protección para los que apuestan cada día por el futuro».
Al día siguiente, el último día del año, el arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio, cerró por la tarde la Puerta Santa de la catedral, clausurando de este modo el Año Santo Compostelano 2004. Tras recorrer el templo en procesión hasta la Puerta Santa, el arzobispo compostelano fue el último en salir por ella; se arrodilló, rezó en silencio y, lentamente, fue cerrando la Puerta por la que han pasado miles de peregrinos durante este año. A continuación, monseñor Julián Barrio leyó el Mensaje que el Papa Juan Pablo II le ha enviado con ocasión de este acontecimiento.
A pesar de nuestras infidelidades
Posteriormente, en su homilía, monseñor Barrio afirmó que «muchas han sido las personas que, de la mano del Apóstol Santiago, se han acercado al Señor para hablar con Él en la celda interior de su alma. Numerosos han sido los peregrinos, niños, jóvenes y familias, que en esta casa del Señor Santiago han confesado su fe en el Dios trinitario, sintiéndose acogidos por la Iglesia que vive para Cristo y anima a ser testigos del amor de Dios en la familia, el mundo de la cultura y de la enseñanza, la profesión y el trabajo y la política, con un estilo de vida cristiana que brille por la verdad que nos hace libres y la caridad que se manifiesta en la bondad.
La fidelidad y la misericordia de Dios han aparecido realizando la salvación de manera provincial en este Año. A pesar de nuestras infidelidades, Dios guarda su Alianza eternamente. En la cotidianidad de nuestra vida comprobamos que, como dice san Bernardo de Claraval, nuestros únicos méritos son la misericordia del Señor. No seremos pobres en méritos, mientras Él no lo sea en misericordia. Y porque la misericordia de Dios es mucha, muchos son también nuestros méritos. La ciudad del Apóstol ha sido una luminosa referencia espiritual para innumerables personas en torno a la memoria de Santiago, el amigo del Señor. En la memoria de los orígenes apostólicos que fundamentan la tradición cristiana, hemos evocado la realidad de la Iglesia que peregrina hacia la Casa del Padre entre los consuelos de Dios y las turbaciones del mundo. Sedientos de Dios, necesitados de salud y consuelo, de fortaleza y de esperanza, de perdón y de salvación, en el acontecer de este Año de gracia, hemos escuchado insistentemente el eco de las palabras de Jesús, bendición permanente de Dios: Venid a Mí los que estáis cansados y agobiados, que yo os aliviaré; porque mi yugo es llevadero, y mi carga, ligera.
Dios se inclina siempre hacia nuestra pequeñez reconocida y aceptada en la verdad. Su Palabra alimenta la fe, inspira el modo de vivir y juzga el modo de estar en la Historia. El hombre en Dios lo espera todo. La Puerta Santa como símbolo se cierra, pero queda siempre abierta la Puerta que es Cristo, Camino, Verdad y Vida. Gracias, Señor, porque tu Luz nos ha hecho ver la Luz».
Juan Luis Vázquez