CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 1 enero 2005 (ZENIT.org).- Publicamos la homilía que Juan Pablo II pronunció en la tarde del 31 de diciembre al presidir las vísperas de la solemnidad de María Santísima Madre de Dios y el «Te Deum» de acción de gracias al concluir el año 2004.
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1. Se cierra otro año. Con viva conciencia de la fugacidad del tiempo, nos encontramos reunidos esta tarde para dar gracias a Dios por todos los dones que nos ha ofrecido durante el año 200...
CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 1 enero 2005 (ZENIT.org).- Publicamos la homilía que Juan Pablo II pronunció en la tarde del 31 de diciembre al presidir las vísperas de la solemnidad de María Santísima Madre de Dios y el «Te Deum» de acción de gracias al concluir el año 2004.
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1. Se cierra otro año. Con viva conciencia de la fugacidad del tiempo, nos encontramos reunidos esta tarde para dar gracias a Dios por todos los dones que nos ha ofrecido durante el año 2004. Lo hacemos con el canto tradicional del «Te Deum».
2. «Te Deum laudamus!»
Te damos gracias, Padre, porque en la plenitud de los tiempos, no mandaste a tu Hijo (Cf. Gálatas 4, 4) para juzgar al mundo, sino para salvarlo con inmenso amor (Cf. Juan 3, 17). Te damos gracias, señor Jesús, redentor nuestro, porque has querido asumir de María, madre siempre virgen, nuestra naturaleza humana. En este Año de la Eucaristía queremos darte gracias con fervor más intenso por el don de tu cuerpo y de tu sangre en el sacramento del altar.
Te alabamos y damos gracias, Espíritu Santo paráclito, porque nos haces conscientes de nuestra adopción filial (Cf. Romanos 8, 16) y nos enseñas a dirigirnos a Dios llamándole Padre, «Abbá» (Cf. Juan 4, 23-24; Gálatas 4, 6).
3. ¡Queridos hermanos y hermanas de la comunidad diocesana de Roma! Os dirijo ahora mi cordial saludo, en este encuentro de final de año. Saludo ante todo al cardenal vicario, a los obispos auxiliares, a los sacerdotes, a las personas consagradas y todo miembro del pueblo cristiano. Saludo con deferencia al presidente de la región, al alcalde de Roma, al presidente de la provincia, y a las autoridades civiles presentes.
Queridos hermanos y hermanas, demos juntos gracias a Dios por las manifestaciones de bondad y de misericordia con las que ha acompañado, en estos meses, el camino de nuestra ciudad. Que él lleve a cumplimiento todo proyecto apostólico y toda iniciativa de bien.
4. «Salvum fac populum tuum, Domine», «Salva a tu pueblo, Señor». Te lo pedimos esta tarde, por medio de María, celebrando las primeras vísperas de la fiesta de su divina maternidad.
Santa madre del redentor, acompáñanos en este paso al nuevo año. Alcanza para Roma y para todo el mundo el don de la paz. ¡Madre de Dios, reza por nosotros!