LYDIA BOSCH Actriz - A los 16 años se alejó de la Iglesia por un problema «de tirantes». Se siente afortunada porque tiene «encendida la llama de la fe». En el barracón que hace años era el templo de Santa María de Caná en Pozuelo redescubrió que la misa «es una hora de paz».
La Razón, miércoles 1 de diciembre de 2004 - por Nicolás de Cárdenas
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LYDIA BOSCH Actriz - A los 16 años se alejó de la Iglesia por un problema «de tirantes». Se siente afortunada porque tiene «encendida la llama de la fe». En el barracón que hace años era el templo de Santa María de Caná en Pozuelo redescubrió que la misa «es una hora de paz».
La Razón, miércoles 1 de diciembre de 2004 - por Nicolás de Cárdenas
Madrid- Lydia Bosch es una mujer llena de energía. Le brillan los ojos y piensa cada respuesta, buscando en su interior. En el salón de su casa, donde tiene casi treinta fotos de su familia, recibe a LA RAZÓN y nos despide con su hijo menor de la mano y la pequeña en brazos. Una mujer sincera y sin complejos, a la que le gustaría que todos, al menos una vez, abrieramos una puerta a la fe. – Dejó de lado a la Iglesia a los 16 años porque un sacerdote le negó la comunión por vestir una camiseta de tirantes.
– ¿Qué o quién le hizo volver? – Yo misma. Quería que mi hija Andrea, que entonces tenía unos 3 años, se criase como yo me crié. Cuando me cambié a esta zona, busqué si había alguna iglesia donde pudiera ir. Entonces un día vi un barracón de donde entraba y salía mucha gente y pregunté. Me dijeron que se iba a construir una iglesia y que había un sacerdote que es el padre Jesús Higueras. Entramos. Cuando me negó la comunión el sacerdote con 16 años se me rompieron muchos esquemas. A aquel sacerdote sólo le interesaba cuánto echabas en la cestita. Pero cuando conocí Santa María de Caná y al padre Jesús, pasé de ir a la iglesia como una obligación, como a un rollo en el que no te enteras de nada, a disfrutar. Estoy encantada porque para mí los domingos es como una hora de paz. Lo que pasa es que estas cosas parece que si las dices te tachan de puritana, de rara o de carca. Yo antes me rebelaba un poco cuando teníamos discusiones con amigos... Pero siempre se acaba mal, porque hablar de política y religión es muy delicado. Ahora siempre hablo de lo que sé que a mi me aporta. Siempre digo que las personas que tenemos fe somos muy afortunadas, porque llevamos las cosas de otra manera, a pesar de los reveses de la vida. Pero en esos momentos he tenido a Dios, con el que he hablado, en el que me he refugiado. Yo siempre que puedo intento, sobre todo ahora a mis hijos, transmitirles lo bueno de todo esto.
– Hábleme del padre Jesús Higueras, párroco de Caná. – Es un gran profesional, pero no lo digo de manera peyorativa. El padre Jesús antes de celebrar cada misa, se la prepara, intenta buscar el camino... Chicho Ibañez Serrador me decía cuando empecé en el «Un, dos, tres»: «Lydia, la mejor improvisación es la que no está improvisada». Sólo tengo palabras de agradecimiento para el padre Jesús. En realidad nunca me había separado de mi fe, pero sí que no era practicante porque pensaba que era como hacer un paripé. Las cosas hay que hacerlas convencida, cuando crees en ellas, porque es cuando te hacen crecer. Antes escuchaba el Evangelio y no entendía nada. Pero con él, ir a misa es como una ducha que te va renovando el alma.
– ¿Cómo hace presente en las largas horas de rodaje la fe renovada? – Siempre digo que tengo línea directa con Dios. Sé que tengo un ángel, noto que no estoy sola. Tal vez no cada minuto, pero a lo mejor cada tres horas, digo: «Gracias porque no me puedo creer lo que tengo». Sé que de alguna manera tengo que devolver todo esto y en mi trabajo lo hago siendo honesta; siempre que piden mi opinión, procuro decir lo que a mí me aporta porque no se puede forzar a otra persona a creer en Dios, en Jehová, en el Jing y el Jang. Tengo tan claro que Dios existe...
– ¿Y en su familia, cómo la viven? – Con el ejemplo. Es decir, en misa, yo me recuerdo sin parar de hablar y la vida se repite. Los niños llegan, se sientan y se ponen a hablar... Intentas explicarles que es una hora que dedicas a Alguien a quien quieres mucho. Pero en el resto también, en la forma de actuar, de hablar; lo más importante es el ejemplo.
– En un ambiente muy distante del pensamiento cristiano como es el del cine, ¿cómo se siente? – Hay gente que cree, aunque es cierto que son los menos. Al principio te ven como un bicho raro, pero repito que soy muy afortunada porque tengo encendida la llama de la fe. Hablando con los demás no te puedes poner a discutir. Lo que ellos tienen que ver es lo que te aporta. Tengo amigos que creen y que no creen en Dios, y yo, a la que puedo, intento que abran la puerta.
– ¿Cómo valora la actual fricción entre la Iglesia y el Gobierno? – Yo políticamente nunca me ha gustado hablar. Lo que sí puedo decir –porque si no no sería consecuente– es que hay muchas cosas que no me parecen bien: la manera en que se está extrapolando todo es destruir por destruir. La gente que ha querido, porque a nadie se le ha obligado, ha tenido su clase de Religión. Mis hijos van a atener la misma educación que nosotros hemos tenido, haya clase en el colegio o no.
– ¿Ha tenido que renunciar a algo personal o profesional por su fe? – Sí. Yo por mi educación entiendo que los trabajos que haga los han de poder ver mis hijos, mis padres... Por ejemplo, lo desnudos, no los haría. Primero por mí misma, por que tengo mucho pudor; luego por mi marido, mis hijos, mis padres.... Hay una serie de cosas que no haría porque no me sentiría cómoda. Lo importante es que uno se vaya a dormir y sea consecuente. Tengo la suerte de trabajar en cosas en las que me siento bien y no hago daño ni a mí ni a la gente.
– ¿No echa de menos que haya series como «Médico de Familia»? – Hoy tenemos guiones y capacidad para hacer buenas series. Pero me parece fatal la proliferación de los programas basura. Nosotros lo sufrimos en nuestra propia carne por amigos a los que les están dando y son gente seria, que en la vida ha jugado con nada... Es una porquería brutal. Luego hay series que ni hacen gracia. Parece que para hacer reír hay que recurrir a lo soez, a lo facilón, al chiste zafio... Pero ¿por qué? «Médico de Familia» era una serie muy buena. Ahora estamos preparando una serie más dramática, de intriga, de relaciones personales, de la que no puedo hablar hasta que se presente.
– ¿Qué pasaje de la Biblia repasa con más frecuencia? – Pasaje no, pero hay una oración de nuestra boda.... (Se levanta corriendo a buscarla y la trae. Es la que dice aquello de «Donde haya odio, ponga amor...») Esta me encanta, siempre me ha gustado. Es dificilísimo, pero cuando la lees te hincha el espíritu, se te cargan las pilas. No soy de las que lee mucho la Biblia. Sé que lo correcto sería que encontrara un hueco, pero lo que sí hago es hablar mucho con Dios dando gracias.
– Le tomo prestada la última pregunta a un compañero: ¿Cómo terminaría esta entrevista? – Deseando... (mira al infinito, piensa cada palabra) ¿Sabe qué me gustaría? El tener el don de la palabra. Como actriz y presentadora sé, aunque suene un poco pretencioso, que soy un vehículo que puede transmitir emociones de un papel a las personas. Me gustaría poder transmitir lo importante que es tener fe, que la gente se diese opción a abrir esa puerta, a escuchar o a conocer a gente como el padre Jesús Higueras. Como me siento muy afortunada, me gustaría que todos pudiesen tener la suerte que yo tengo.