CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 19 noviembre 2004 (ZENIT.org).- El futuro de la evangelización de Asia, el continente más poblado del mundo, depende de la coherencia de vida de sus cristianos, constata Juan Pablo II.
El pontífice afrontó los desafíos que presenta Asia a la Iglesia al encontrarse este viernes con los miembros del Consejo post-sinodal de la Asamblea Especial para Asia, celebrada en el Vaticano del 19 de abril al 14 de mayo de 1998, en el marco de la preparación de la Iglesia al año...
CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 19 noviembre 2004 (ZENIT.org).- El futuro de la evangelización de Asia, el continente más poblado del mundo, depende de la coherencia de vida de sus cristianos, constata Juan Pablo II.
El pontífice afrontó los desafíos que presenta Asia a la Iglesia al encontrarse este viernes con los miembros del Consejo post-sinodal de la Asamblea Especial para Asia, celebrada en el Vaticano del 19 de abril al 14 de mayo de 1998, en el marco de la preparación de la Iglesia al año 2000.
Las propuestas surgidas de aquel Sínodo, que tenía por lema «Jesucristo el Salvador y su misión de amor y de servicio en Asia», Juan Pablo II las recogió en la exhortación postsinodal Ecclesia in Asia (6 de noviembre de 1999).
«Para anunciar con profundidad el Evangelio en Asia es necesario que la fe penetre en todas las facetas de la vida de los creyentes, imitado a los santos y a los mártires asiáticos que han dado a la fe católica el máximo testimonio de la sangre», explicó a los cardenales y obispos participantes en el sínodo.
En los lugares de Asia en los que el cristianismo sufre persecución, añadió, «el Reino de Dios debe ser proclamado con un silencioso testimonio de vida, llevando la cruz y siguiendo las huellas de Cristo, que sufre y es crucificado, esperando pacientemente el día en que haya plena libertad religiosa».
«El hecho de que la Iglesia en Asia no debe llevar al desaliento, pues la eficacia de la evangelización no depende los números», reconoció.
«Después de Pentecostés, los apóstoles y un número limitado de discípulos fueron enviados a predicar el Evangelio al mundo entero», recordó. «Cristo nos enseñó que lo que es pequeño y está escondido a los ojos de los hombres, puede obtener resultados inesperados, gracias a la intervención omnipotente de Dios».
«Que los cristianos de Asia continúen siguiendo fielmente a Cristo, que continúen difundiendo con todo compromiso el don de su paz y de su amor», deseó.
En la realidad asiática, el Papa consideró que «el diálogo es el modo característico de la vida de la Iglesia» y exigió el compromiso cristiano por la paz en el continente, «donde una serie de conflictos y atentados terroristas han causado la muerte de numerosas vidas humanas».
Por último, recordó que el Sínodo de Asia manifestó su preocupación por la situación en Tierra Santa, «corazón del cristianismo y amada por todos los hijos de Abraham».
«Por desgracia en estos años los polvorines de guerra se han ampliado y es por tanto urgente construir la paz», concluyó.