En su disco «Todo cambia», el cantante Migueli refleja «lo que soy y lo que siento»
Lleva varios años haciendo giras, y ya ha dado más de mil conciertos. En Iberoamérica está ya consagrado y aquí, en España, es una referencia en el mundo de los cantautores. Migueli ha compartido escenario con artistas reconocidos como La Cabra Mecánica, Pedro Guerra, Carlos Núñez, Víctor Manuel, Celtas Cortos, Ismael Serrano... Hoy explica a LA RAZÓN todo lo que ha vivido a lo largo de su carrera de música de lo religioso.
La Razón, miércoles 10 de noviembre de 2004
Teresa Martín/Sara Martín .- Madrid- Cuando la angustia y la desilusión se apoderan de los ambientes más desfavorecidos a veces hay personas que luchan para cubrirlos con fe y esperanza. Una de ellas es Migueli, un cantante de música religiosa que empezó dando conciertos solidarios y alternativos.
Actualmente, además de trabajar con los presos y de colaborar en programas de reinserción, está ilusionado con el nuevo disco –«Todo cambia»– que acaba de sacar al mercado: «Es un pop de raíces. Refleja todo lo que soy y lo que siento. Es un disco de compromiso, como el resto de mi música».
–¿Hay menos fe en los ambientes marginales en los que tanto se ha movido?
–No. Quizá hay mucho desencanto y desconfianza en la gente, pero sin embargo, es precisamente aquí donde hay más fe «en bruto». La «gente de la calle» tiene mucha capacidad para captar dónde hay amor, dónde hay algo por lo que merezca la pena luchar. –¿Cómo se puede llevar la esperanza a esta gente? –A estas personas hay que darles, y por este orden, cariño, comprensión y soluciones. Como dice una de mis canciones, «lo único que hace falta es una mano extendida a mucha gente para que pueda agarrarse.»
–¿Cuándo empezó su andadura por este tipo de música solidaria y religiosa?
–He estado en contacto con la música desde siempre. Yo tenía mi grupo con el que solía tocar, pero me di cuenta de que tenía que dar buenas noticias a los que sólo reciben malas, y lo podía hacer a través de la música. He vivido mucho tiempo en comunidades de gente marginal. Allí recibí acogida, cariño. Encontré gente con muchas necesidades, acudía gente con muchos problemas. A partir de ahí, toda mi música empezó a girar en torno a la forma de transmitir buenas noticias.
–¿Sus discos tienen siempre fines benéficos?
–Sí, porque estas comunidades de acogida fueron para mí un auténtico camino. Por eso intento conseguir un mundo más justo, un mundo de todos. Quiero contribuir a ello con mi música y mi manera de vivir la vida.
–¿Cree que sus canciones son un modo de evangelizar?
–Sí, totalmente. Quiero convertir mi música en Buena Noticia. Mis canciones son una manera de no aburrir a la gente al hablarles de mi fe y de mi vida. No quiero imponer nada a nadie. –La mayoría de los cantantes no suelen acordarse de Dios al componer sus canciones.
¿Por qué usted sí?
–Porque Dios siempre se acuerda de nosotros y yo siempre me acuerdo de él. Además, creo que en la actualidad hay mucha gente que valora este tipo de música más profunda y que habla de algo más, de algo diferente. También intento acompañar el significado de mis canciones con calidad y autenticidad, que son dos cosas que siempre se me exigen como cantante. –Su último disco es «Todo cambia».
¿La música puede cambiar el mundo?
–Puede aportar mucho para que el mundo cambie, porque evidentemente no hay nada que pueda cambiar del todo los problemas que existen en el mundo. La música tiene hoy un importante papel dinamizador en nuestras vidas que debe servir para propagar alegría, esperanza, compromiso y ganas de vivir.
–En su último disco aparecen colaboraciones con Danza Invisible, Pereza o Ismael Serrano. A lo largo de su carrera ha colaborado además con otros muchos. ¿A qué se debe este trabajo con grupos tan distintos entre sí?
– Muchos de ellos son mis amigos, nos hemos conocido rodando por las carreteras,o compartiendo escenario. Teníamos ganas de hacer algo juntos y diferente a lo que hacemos normalmente, aunque posiblemente tengamos una visión del mundo y de la música distintas.
–Usted ha estado frente a multitud de jóvenes católicos recientemente en el Monte do Gozo o hace cuatro años frente a dos millones en Roma... ¿Impresiona?
–Lo que más me impresiona no es la cantidad, sino que continúe habiendo tanta gente joven que acude a escucharte porque tiene ganas de que les transmitas cosas. Los jóvenes católicos son gente muy viva, muy lanzada y muy auténtica, teniendo en cuenta que son tiempos difíciles. Por eso canto, para que los jóvenes especialmente vean a un Dios vivo, que da ánimos.
–¿Qué cosas no se cree de esta sociedad?
–No me creo el ritmo desenfrenado en el que estamos sumergidos. Pienso que estamos hechos para disfrutar de la vida con más intensidad. Tampoco me creo el ritmo que esta sociedad nos impone. Lo importante, ante todo, es el cariño, que la gente se conozca. Y no me creo todo lo que la sociedad exige para vivir, podemos ser felices sin necesidad de grandes cosas.
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