Conciliar trabajo y familia y recuperar la verdadera fiesta
ZENIT.org (Traducción del original italiano por Patricia Navas)
Ofrecemos a continuación la Carta de Benedicto XVI al presidente del Consejo Pontificio para la Familia, el cardenal Ennio Antonelli, en preparación al VII Encuentro Mundial de las Familias, que se celebrará en Milán del 30 de mayo al 3 de junio de 2012 sobre el tema "La familia: el trabajo y la fiesta".
Venerable Hermano
Cardenal Ennio Antonelli
Presidente del Consejo Pontificio para la Familia
Al final del VI Encuentro Mundial de las Familias, celebrado en Ciudad de México en enero de 2009, anuncié que la siguiente cita de las familias católicas de todo el mundo con el Sucesor de Pedro tendría lugar en Milán, en 2012, sobre el tema La familia: el trabajo y la fiesta. Deseando ahora empezar la preparación de ese evento tan importante, estoy contento de precisar que se celebrará, si Dios quiere, del 30 de mayo al 3 de junio, y de ofrecer, al mismo tiempo, algunas indicaciones más detalladas sobre la temática y la manera de actuar.
El trabajo y la fiesta están íntimamente ligados a la vida de las familias: condicionan las decisiones, influyen en las relaciones entre los cónyuges y entre los padres y los hijos, e inciden en la relación de la familia con la sociedad y con la Iglesia. La Sagrada Escritura (cf Gn 1-2) nos dice que familia, trabajo y día festivo son dones y bendiciones de Dios para ayudarnos a vivir una existencia plenamente humana. La experiencia cotidiana confirma que el desarrollo auténtico de la persona incluye tanto la dimensión individual, familiar y comunitaria, como las actividades y las relaciones funcionales, así como la apertura a la esperanza y al Bien sin límites.
En nuestros días, por desgracia, la organización del trabajo, pensada y realizada en función de la competencia del mercado y del máximo beneficio, y la concepción de la fiesta como oportunidad de evasión y de consumo, contribuyen a disgregar la familia y la comunidad y a difundir un estilo de vida individualista. Por eso hay que promover una reflexión y un compromiso dirigidos a conciliar las exigencias y los momentos del trabajo con los de la familia y a recuperar el verdadero sentido de la fiesta, especialmente de la dominical, pascua semanal, día del Señor y día del hombre, día de la familia, de la comunidad y de la solidaridad.
El próximo Encuentro Mundial de las Familias constituye una ocasión privilegiada para replantear el trabajo y la fiesta desde la perspectiva de una familia unida y abierta a la vida, bien integrada en la sociedad y en la Iglesia, atenta a la calidad de las relaciones además de a la economía del mismo núcleo familiar. El evento, para lograr un éxito verdaderamente fructífero, no debe permanecer aislado, sin embargo, sino colocarse en un adecuado itinerario de preparación eclesial y cultural. Auspicio por tanto que ya durante el año 2011, XXX aniversario de la Exhortación apostólica Familiaris consortio, "magna charta" de la pastoral familiar, se pueda emprender un itinerario válido con iniciativas en el ámbito parroquial, diocesano y nacional, encaminadas a mostrar experiencias de trabajo y de fiesta en sus aspectos más reales y positivos, con particular referencia a su efecto en la experiencia concreta de las familias. Que familias cristianas y comunidades eclesiales de todo el mundo se sientan por ello interpeladas e implicadas y se pongan solícitamente en camino hacia "Milán 2012".
El VII Encuentro Mundial tendrá, como los anteriores, una duración de cinco días y culminará el sábado por la tarde con la "Fiesta de los Testimonios" y el domingo por la mañana con la Misa solemne. Estas dos celebraciones, que yo presidiré, nos mostrarán a todos los reunidos como "familia de familias". El desarrollo del evento en su conjunto estará preparado para armonizar completamente las diversas dimensiones: oración comunitaria, reflexión teológica y pastoral, momentos de fraternidad y de intercambio entre las familias acogidas y las del lugar y eco mediático.
Que el Señor recompense desde ahora, con abundantes favores celestiales, a la arquidiócesis ambrosiana por su generosa disponibilidad y compromiso organizativo al servicio de la Iglesia Universal y de las familias pertenecientes a tantas naciones.
Mientras invoco la intercesión de la santa Familia de Nazaret, dedicada al trabajo cotidiano y asidua en las celebraciones festivas de su pueblo, Le imparto de corazón, venerable Hermano, y a sus Colaboradores la Bendición Apostólica que, con especial afecto, extiendo de buen grato a todas las familias comprometidas en la preparación del gran Encuentro de Milán.
Desde Castel Gandolfo, 23 de agosto de 2010
Benedictus PP. XVI