Las creencias religiosas jugarán, más que nunca, un papel decisivo en las próximas elecciones
La Razón, 13/10/2004
Parece evidente que en unas presidenciales entre un «cristiano renacido», que dejó el alcohol gracias la lectura de la Biblia (Bush), y un católico practicante, que llevo un rosario al cuello durante la guerra de Vietnam y alardea en los debates de haber sido monaguillo (Kerry), la cuestión religiosa no se iba a restringir a la esfera privada. Ahora, los obispos católicos han recordado a los votantes estadounidenses que no se puede dar el apoyo a los candidatos que apoyen temas como el aborto, la eutanasia, el matrimonio homosexual o la investigación con células madre embrionarias.
José R. Navarro Pareja
Madrid- La posición de los obispos estadounidenses no dista mucho de la que el
episcopado español adoptó frente a los últimos compromisos electorales. Y
también ha levantado la misma polémica. Ayer mismo, el diario «The New York
Times» publicaba en su portada una información en la que acusaba a los obispos
de utilizar su influencia para oponerse a Kerry, citando declaraciones, entre
otros, del arzobispo de Denver, monseñor Charles J. Chaput, en las que recuerda
que la oposición al aborto es una cuestión fundamental para la Iglesia. Y es que
Kerry, aunque católico practicante, aboga por la libre elección de las mujeres
aun cuando él personalmente se opone al aborto. Sin embargo, los obispos y los
activistas católicos que se han pronunciado no han nombrado de manera explicita
a ninguno de los candidatos, sino que se han limitado a recordar la posición de
la Iglesia frente a los temas fundamentales.
La polémica está motivada por la importancia que el voto de los que se guiarán por sus valores religiosos ha cobrado en una elecciones, en las que las encuestas reducen la diferencia entre los dos candidatos a menos de cinco puntos. Los propios candidatos se han dado cuenta de este filón electoral y han realizado diversos guiños a este electorado que, según los analistas, es uno de los más motivados a la hora de participar.
Por una parte Bush, protestante metodista, se presenta como un «cristiano renacido», que lee la Biblia todos los días y que finaliza la mayoría de sus discursos con la expresión «Dios bendiga América». Esto le ha hecho ganar apoyos entre las diferentes confesiones evangélicas. Pero su propuesta de restringir el aborto, su abierta oposición a los matrimonios homosexuales, a la investigación con células embrionarias y a la clonación, le ha hecho encontrar un creciente apoyo en el electorado católico, que tradicionalmente ha apoyado al partido demócrata.
La popularidad que ha alcanzado Bush entre los votantes cristianos ha obligado a Kerry a hablar de su propia experiencia católica. En un video promocional es presentado como «un hombre de fe, un hombre de familia, un hombre de honor». En él también afirma que fue bautizado en la Iglesia católica, que fue monaguillo en su infancia y que hubo un tiempo en el que consideró ser sacerdote. También revela que durante su participación en la guerra de Vietnam llevó siempre un rosario en el cuello. «Así que soy creyente», concluye.
Dentro del rompecabezas confesional norteamericano, la minoría católica es la más numerosa. Con 65 millones representa una cuarta parte del electorado, lo que la convierte en uno de los grupos más influyentes. En los años sesenta, el voto católico suponía uno de los principales apoyos del Partido Demócrata, lo que propició, en cierta manera, que un católico, Kennedy, alcanzara la presidencia. Sin embargo, en los últimos años, el electorado católico se ha divido y ha mostrado un creciente apoyo al candidato republicano. En las elecciones de 2000, el 53 por ciento de los católicos que acude regularmente a misa apoyó a Bush, y parece previsible que el próximo 2 de noviembre este porcentaje aumente, a pesar de los esfuerzos de Kerry por mostrase cercano a esta minoría a la que él mismo pertenece. Es muy probable que su posición frente al aborto, los matrimonios homosexuales y la investigación con células madre embrionarias sea la causante de esta perdida de apoyo.
Sin embargo, ambos candidatos parecen haberse puesto de acuerdo para eludir dos cuestiones en las que la Iglesia también se muestra clara: la oposición a la pena de muerte y la participación en la guerra.
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