almudi.org El «mal menor» y el voto útil
La Razón,
13/10/2004
David
AMADO.-
A mí, como a muchos, me ha hecho pensar la «Canela Fina» que nos regaló don Luis
María Ansón el pasado domingo. Prueba de ello es que mi correo electrónico se ha
visto desbordado por e-mails en los que me reenviaban su escrito. En ella, con
la autoridad del que ha roto muchas lanzas en el torneo diario del periodismo,
escribía: «Yo afirmo que si Mariano Rajo...
almudi.org El «mal menor» y el voto útil
La Razón,
13/10/2004
David
AMADO.-
A mí, como a muchos, me ha hecho pensar la «Canela Fina» que nos regaló don Luis
María Ansón el pasado domingo. Prueba de ello es que mi correo electrónico se ha
visto desbordado por e-mails en los que me reenviaban su escrito. En ella, con
la autoridad del que ha roto muchas lanzas en el torneo diario del periodismo,
escribía: «Yo afirmo que si Mariano Rajoy y su PP no cuidan con especial
atención a los católicos, se encontrarán un día con la creación de un sólido
partido político de raíz cristiana».
Lo cierto es que en el Parlamento no faltan diputados que, si atendiéramos a
su vida privada, darían para escribir algunas «Historietas ejemplares». No se
trata ahora dar la lista para ponerlos en un brete, porque sólo conseguiríamos
provocar desazón y burla. Pero, no deja de ser enigmático por qué personas de
claras convicciones religiosas no son capaces de representar, aunque fuera a
simple título individual, lo que piensan muchos españoles.
Uno de los resortes para silenciar la influencia cristiana en la política ha
sido el llamado «mal menor» que, en estos últimos tiempos, se ha disfrazado con
el velo del «voto útil». Por eso, el voto católico, ha funcionado más como dique
de contención que no como propuesta. El católico con convicciones, cuando vota,
lo hace para salvar los muebles.
Normalmente es la derecha (¿respecto de quién?) la que capitaliza ese
movimiento. Pero esa misma derecha cada vez más da la sensación de que su único
interés es mejorar la economía y no se preocupa todo lo que debería en temas de
educación, familia o cultura. Lo cierto es que a veces hace incluso lo
contrario. De ahí que el mensaje subliminal que entendemos en todas las campañas
«¡cuidado, que viene el lobo!», haya dejado de ser eficaz porque resulta que ya
lo tenemos en casa y está a punto de zamparse a la abuelita.
Desde hace años, la política española la dirige la izquierda. Es la única que
cree en el Estado. El Partido Popular aparece como un intérprete díscolo que de
vez en cuando ejecuta algunos solos, pero la batuta la tienen los otros. Aun
reconociendo el valor de esas variaciones, lo que al católico español empieza a
resultarle insoportable es la partitura.