¿Quién es el administrador fiel y prudente que el amo pondrá al frente de su casa para dar a su tiempo la ración adecuada? (Lc 12, 42).--- La ración, el tiempo y las necesidades: son los tres factores que conjuga el administrador. Esta rara armonía entre personas, medios y horarios nos recuerda el oficio de director de orquesta. La música de las cosas hay que combinarla con el ritmo de las personas. Los instrumentos deben concertarse en la armonía del hogar.
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Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo (Eclesiastés 3, 1).--- Hay dos modos de concebir el tiempo: como un saco o como un mapa.
El tiempo-saco abruma con su peso a quien lo carga. En su interior se acumulan, en angustioso revoltijo, tareas, obligaciones, plazos, distracciones: mil asuntos heterogéneos e inconexos. ¡Y ay si el saco se rompe!: Quien no recoge conmigo desparrama… (Mt 12, 30).
El tiempo-mapa, en cambio, está surcado por un camino y hay un paisaje que contemplar. Unas veces el caminante tiende la vista al horizonte, que es su fin, y otras se entretiene con las menudencias de alrededor ---las vicisitudes cotidianas---, que por estar en su lugar preciso resultan únicas, variadas y singulares, acaso un tesoro.
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Para administrar bien tu tiempo empieza ordenando tus cosas. Recogiendo cada mañana todo lo de ayer, guardando tu ropa y arreglando tu habitación te dispones óptimamente para el día de hoy. En la organización de tus objetos esbozas tu jornada; en el armario ensayas el horario.
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Me acuesto y me despierto, y Yahvé me sostiene (Sal 3, 6).--- El oficio doméstico vela sobre esta especie de morir y nacer que es acostarse y levantarse. El dormitorio, con sus muebles y accesorios, es el lugar donde retomamos la vida en su miniatura, que es el día, y donde percibimos más agudamente su sentido. Allí añoramos al mismo tiempo los brazos de nuestra madre y los de Dios, y por eso musitamos nuestras oraciones y nos vestimos ese traje de niño que es el pijama.
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Asistir al crecimiento del prójimo implica ante todo creer en que se producirá; creer que esa persona (el hijo, el marido, la esposa, el hermano) puede y debe ser quien promete ser.
Introducción a la serie sobre “Perdón, la reconciliación y la Justicia Restaurativa” |
San Josemaría, maestro de perdón (1ª parte) |
Aprender a perdonar |
Verdad y libertad |
El Magisterio Pontificio sobre el Rosario y la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae |
El marco moral y el sentido del amor humano |
¿Qué es la Justicia Restaurativa? |
“Combate, cercanía, misión” (6): «Más grande que tu corazón»: Contrición y reconciliación |
Combate, cercanía, misión (5): «No te soltaré hasta que me bendigas»: la oración contemplativa |
Combate, cercanía, misión (4) «No entristezcáis al Espíritu Santo» La tibieza |
Combate, cercanía, misión (3): Todo es nuestro y todo es de Dios |
Combate, cercanía, misión (2): «Se hace camino al andar» |
Combate, cercanía, misión I: «Elige la Vida» |
La intervención estatal, la regulación económica y el poder de policía II |
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