Y lo envolvió en pañales (Lc 2, 7).--- Envolverlo en pañales es retraerlo a su seno: prolongar el calor de sus entrañas. En los pañales el niño retorna dentro y la madre se vuelca fuera.
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La Virgen envuelve con pañales al Niño y los ángeles con luz a los pastores. Dios nos cambia su vestido por el nuestro.
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Sus vestidos se volvieron resplandecientes y muy blancos; tanto que ningún batanero en la tierra puede dejarlos así de blancos. (En la Transfiguración, Mc 9, 3).--- Sus propios vestidos los asume Jesús en la revelación de su gloria: los mismos que su Madre tejió, recompuso y lavó innumerables veces. Así es como estos discretos trabajos quedan enaltecidos para siempre jamás en la Persona del Verbo.
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La razón de ser del vestido es la dignidad de la persona: ese resplandor que, asumiendo plenamente el cuerpo, lo rebasa. Cristo, plenitud de lo humano, nos muestra en el Tabor aquella luz que todo verdadero vestido intenta representar.
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Vestíos del hombre nuevo (Efesios 4, 22).--- La transformación más profunda y radical del hombre, o sea la gracia, la compara san Pablo con ponerse un traje. ¿Cómo es posible, siendo una realidad tan íntima y misteriosa? Precisamente porque el vestido no es puro accesorio yuxtapuesto sino vivencia humana profundamente enriquecedora, como saben sobre todo las mujeres. Es el instrumento con que la intimidad se explora, se modela y se expresa; al vestirte eliges la persona que quieres ser y tomas postura frente a los demás, emitiendo un juicio y adoptando una actitud. Vivido con elegancia y categoría, el vestido hace a la persona dueña de sí y don para el prójimo.
La sabiduría del hogar incluye también este aspecto de la vida humana que, como todos, sólo alcanza su plenitud con la gracia. ¿Cómo vestirte desde ti si estás desnudo de Cristo, el Hombre Nuevo, que es tu versión más auténtica?
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La ropa es el medio con que expresamos, protegemos y vivimos nuestra intimidad. Una persona no sólo tiene ropa, sino que “se tiene” con ella: le sirve para tomar posesión de sí, afirmar la propia libertad y abrirse a la convivencia.
El cuidado de la ropa (comprar, lavar, planchar, conservar, arreglar) honra la intimidad del prójimo en el instrumento con que la cultiva.
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“La Virgen está lavando / y tendiendo en el romero” (villancico popular).--- Lavar periódicamente la ropa (“hacer la colada”) significa asumir la vida de los demás con sus ritmos y su desgaste, según se plasma en las prendas. Nuestra vida, por ser humana, lleva la impronta del trabajo, de la acción, del uso, del cambio…
Introducción a la serie sobre “Perdón, la reconciliación y la Justicia Restaurativa” |
San Josemaría, maestro de perdón (1ª parte) |
Aprender a perdonar |
Verdad y libertad |
El Magisterio Pontificio sobre el Rosario y la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae |
El marco moral y el sentido del amor humano |
¿Qué es la Justicia Restaurativa? |
“Combate, cercanía, misión” (6): «Más grande que tu corazón»: Contrición y reconciliación |
Combate, cercanía, misión (5): «No te soltaré hasta que me bendigas»: la oración contemplativa |
Combate, cercanía, misión (4) «No entristezcáis al Espíritu Santo» La tibieza |
Combate, cercanía, misión (3): Todo es nuestro y todo es de Dios |
Combate, cercanía, misión (2): «Se hace camino al andar» |
Combate, cercanía, misión I: «Elige la Vida» |
La intervención estatal, la regulación económica y el poder de policía II |
La intervención estatal, la regulación económica y el poder de policía I |