Defender los principios morales se ha vuelto muy arriesgado
LONDRES, sábado, 21 febrero 2004 (ZENIT.org).- Los cristianos que defienden las enseñanzas morales sobre la homosexualidad corren cada vez más riesgos de toparse con las leyes que prohíben cualquier postura negativa con respecto al tema.
Un obispo británico anglicano, por ejemplo, que sugirió que los homosexuales buscaran ayuda psicológica, fue objeto de una investigación policial, informó el 10 de noviembre el periódico Telegraph.
El obispo de Chester, Peter Forster, dijo a un periódico local: «Algunas personas, que primariamente son homosexuales, pueden reorientarse a sí mismas. Les animaría a que lo consideraran como una opción, porque no me considero a mí mismo un especialista médico en el tema, que entra en el área de la salud psiquiátrica».
La policía investigó las declaraciones y un portavoz dijo que una copia del artículo sería enviada a la fiscalía de la Corona. Posteriormente, la policía cerró el caso, informó el 11 de noviembre el periódico Independent.
El tema levantó temor sobre las restricciones a la hora de defender la moral cristiana, explicó en su boletín de noticias de enero el Christian Institute con sede en el Reino Unido. Añadió que la postura del obispo era respaldada por un montón de investigaciones académicas. Incluso un partidario desde hace mucho tiempo de los derechos homosexuales, el profesor Robert Spitzer de la Universidad de Columbia, publicaba recientemente un estudio que mostraba que los homosexuales podrían llegar a ser predominantemente heterosexuales a través de la psicoterapia, observó el boletín de noticias.
El año pasado también tuvo lugar un debate en el Reino Unido sobre si a las Iglesias se les debería permitir que rechazaran contratar a homosexuales. El gobierno finalmente acordó añadir una cláusula a la legislación contra la discriminación dando a las organizaciones religiosas el derecho de excluir a una persona basándose en su orientación sexual, informó el 1 de junio el Sunday Times. Sin embargo, el Christian Institute advertía en su boletín de noticias de enero que la patronal se debe estar preparando para recurrir el caso en los tribunales.
En Irlanda, mientras tanto, el Consejo Irlandés para las Libertades Civiles ha advertido a la Iglesia católica que distribuir las directrices vaticanas sobre uniones del mismo sexo podría llevar a un procesamiento. El documento publicado el pasado julio por la Congregación para la Doctrina de la Fe entra en conflicto con la ley de Incitación al Odio, según las fuentes citadas por el Irish Times el 2 de agosto.
«El documento en sí mismo puede no infringir la ley, pero si usted utiliza el documento para decir que los gays son malos, es probable que dé lugar al odio, que está contra la ley», afirmaba Aisling Reidy, directora del consejo de libertades civiles. Los condenados por la ley podrían hacer frente a penas de seis meses de cárcel. Del documento vaticano Reidy afirmó: «La fraseología es muy dura y ciertamente va contra el espíritu de la legislación».
Los límites de la diversidad
Al otro lado del Atlántico, en diciembre, los cristianos lograron una victoria. En Michigan, el juez de distrito de Estados Unidos, Gerald Rosen, defendió el derecho de una estudiante cristiana a expresar sus creencias religiosas opuestas a la homosexualidad, informó en un comunicado de prensa el 5 de diciembre el Thomas More Law Center.
El Law Center había interpuesto un pleito federal a nombre de Betsy Hansen como resultado de una disputa sobre el programa de la Semana de la Diversidad 2002, llevado a cabo en el Instituto Ann Arbor Pioneer. Las autoridades escolares censuraron el discurso que iba a dar Hansen, una católica, como parte de las actividades del panel «Homosexualidad y Religión». Los funcionarios afirmaron que su punto de vista religioso de la homosexualidad era un mensaje «negativo» y podría ser una «jarro de agua fría» sobre el mensaje religioso «positivo» que deseaban transmitir – que el comportamiento homosexual no es inmoral o pecaminoso.
De igual manera, los funcionarios escolares permitieron que formara parte del panel sólo el clero que expusiera una posición a favor de la homosexualidad, denegando la petición de Hansen de tener un miembro en el panel que expresara la postura católica sobre homosexualidad.
«Este caso presenta la irónica y desafortunada paradoja de un instituto que celebra la ‘diversidad’ rechazando que se permita la presentación a los estudiantes de un punto de vista ‘no bien recibido’ sobre el tema de homosexualidad y religión, mientras que se promueve de forma activa la postura a favor», observó el juez Rosen en su decisión.
Otro caso, todavía por finalizar, implica a una madre de Colorado que dejó una relación lesbiana tras convertirse al cristianismo en el 2000. Cheryl Clark está apelando una sentencia del juez John Coughlin, del condado de Denver, para «que quede claro que no hay nada en la educación o enseñanza religiosa por el que se exponga a un menor a algo que pueda considerarse homofóbico», informaba el 5 de noviembre el Washington Times.
Su antigua compañera, Elsey McLeod, había conservado la custodia de la niña de ocho años.
Matthew Staver, presidente del Liberty Counsel, una firma de asesoría jurídica de interés público, con sede en Orlando, Florida, se presentó como allegado en el caso. Comentó que el juez no impartió órdenes similares a McLeod con respecto a sus observaciones y enseñanzas sobre el cristianismo y los cristianos. «En esto hay una calle unidireccional», afirmó Staver.
El obispo de Vancouver en el objetivo
La controversia con respecto a las críticas a los homosexuales se ha vuelto cada vez más común en Canadá. Un caso reciente implica a la archidiócesis de Vancouver. El Vancouver Sun informó el 24 de septiembre de que la archidiócesis había cancelado una relación de mucho tiempo con la VanCity Credit Union, basándose en el hecho de que la institución apoyaba activamente a la comunidad local gay y lesbiana.
La gota que colmó el vaso para el arzobispo Adam Exner fue una campaña de anuncios de la entidad de crédito, que mostraba una pareja homosexual. En consecuencia, el arzobispo puso punto final al programa de operaciones de la VanCity en cuatro escuelas católicas. Bajo el programa, los estudiantes aprendían a ahorrar e invertir su dinero y abrían cuentas de ahorro con la entidad.
Un documento en la página web de la archidiócesis explicaba las razones de la decisión. «VanCity en su publicidad y en su patrocinio ha manifestado públicamente su apoyo a programas que son preocupantes y dañinos para la Iglesia y la sociedad», afirmaba la declaración firmada por el arzobispo Exner. «Cualquier cooperación con una organización que apoya públicamente tales programas parece inaceptable».
La decisión recibió duras críticas, como reconocía el arzobispo Exner en una carta publicada el 1 de octubre en el Vancouver Sun. Cuando la noticia de la medida se hizo pública, «se abrió la compuerta a cartas, e-mails, llamadas telefónicas y faxes, alegando desde fanatismo a fascismo», afirmaba. «Me vi acusado de enseñar intolerancia y odio a los homosexuales –algo contrario a la enseñanza católica y a mis propias convicciones».
Libertad de expresión no tan libre
David Bernstein, profesor en la Facultad de Derecho de la Universidad George Mason, trató el tema de cómo las leyes contra la discriminación están creando problemas a la libertad de expresión en su reciente libro «You Can’t Say That!» («¡Usted no puede decir eso!). El miedo a las demandas, observaba, «está teniendo un profundo efecto de enfriamiento en el ejercicio de las libertades civiles en los lugares de trabajo, universidades, organizaciones e iglesias».
Bernstein relataba cómo una de las universidades católicas de Estados Unidos fue constreñida con demandas legales a dar reconocimiento pleno a las organizaciones homosexuales estudiantiles. Y citando varios casos legales recientes en Canadá, comentaba: «De hecho, en Canadá se ha vuelto aparentemente ilegal defender la oposición cristiana tradicional al sexo homosexual».
Sobre la cuestión de cómo debe tratarse a los homosexuales, el Catecismo de la Iglesia Católica tiene cuidado de precisar: «Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta» (No. 2358).
Sin embargo, el Catecismo se muestra no menos claro al tratar con la moralidad de los actos homosexuales: «Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso» (No. 2357).
No es tarea fácil defender esta doctrina de manera caritativa. Y en el actual clima legal podría resultar más difícil aún.
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