Inauguración de la sexta edición de Diálogos de Teología de la Biblioteca Almudí. El matrimonio y la familia claves de la nueva evangelización
El martes trece de enero en la sede de la Biblioteca Almudí se ha inaugurado la sexta edición de los "Diálogos de Teología". Las intervenciones versan este año sobre el matrimonio y la familia y corren a cargo de conocidos especialistas de ámbito nacional e internacional. El trabajo que se va a realizar en estos meses tiene como uno de sus objetivos ayudar a la preparación de la Jornada Mundial de la Familia que tendrá lugar en Valencia el año 2006.
La primera intervención ha corrido a cargo de Mons. Reig. El obispo de Segorbe-Castellón ha trazado el panorama de la situación de la familia en España y de los medios que la Iglesia tiene que desplegar en su misión evangelizadora. Las dificultades que la Iglesia encuentra en esa misión no se derivan sólo de la poca ayuda de las leyes civiles y de una cultura dominada en muchas ocasiones por el utilitarismo, y el consumismo. La crisis afecta ante todo a la persona gobernada, muchas veces, por sus tendencias inferiores y no por su racionalidad. Ante estas situaciones, ha señalado que el Directorio de la Pastoral Familiar de la Iglesia en España es un documento de excepcional importancia para la tarea a desarrollar en los próximos años. El Directorio traza un plan esperanzador para recuperar a la persona y a la familia, en sus valores más genuinos, a lo largo de los próximos años.
A continuación intervino Juan Pérez Soba -Vice-Decano de la Facultad de Teología de San Dámaso de Madrid- que ha disertado sobre el pansexualismo extendido a todos los sectores de la cultura contemporánea.
Ha recordado la realidad extraordinaria que muestra la revelación cristiana: un Dios que es Amor, que crea primorosamente al hombre a su imagen y semejanza. En ese contexto divino la sexualidad aparece como rasgo esencial de la persona humana ligado a la donación, al amor y a la vida.
En su recorrido histórico se ha detenido en las dos revoluciones sexuales del siglo XX, la bolchevique de los años 20, que destruyó la familia rusa y produjo una de las tasas más altas de suicidio que se conoce, y la que tuvo lugar en el 68. Esta última produjo una degradación progresiva de la sexualidad al preconizar el amor libre para acabar convirtiendo lo sexual en material de consumo, de negocio. Ese contexto ha producido un prototipo de hombre utilitarista y pasional -que no sabe dominarse a sí mismo- y que ha dejado de creer en el amor.
El contexto actual es óptimo para que la Iglesia ahora –como en todas las épocas de su historia- proyecte la claridad de la luz de Cristo sobre el auténtico sentido de la sexualidad humana.
En el coloquio posterior el profesor Pérez-Soba afirmó que no podemos esperar que los políticos nos hagan las políticas familiares sino que hay que dárselas hechas.
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Reproducimos a continuación una entrevista que hemos realizado al Profesor Pérez Soba
Entrevista al profesor D. Juan José Pérez-Soba, de la Facultad de Teología San Dámaso de Madrid, con motivo de su participación en Diálogos de Teología, en la Asociación Almudí de Valencia, el 13 de enero de 2004. Intervino junto a Mons. Juan Antonio Reig, Obispo de Segorbe-Castellón.
¿Qué signos positivos de preocupación por la familia destacaría en la sociedad actual?
Una preocupación mayor por la comunicación en el matrimonio y una asunción progresiva de la responsabilidad ante la educación de los hijos.
Qué consecuencias para la familia ha tenido la "revolución sexual"
En primer lugar, la dificultad de relacionarse entre el hombre y la mujer para constituir una familia. El amor libre ha hecho difícil el lenguaje afectivo que permite a un hombre y a una mujer enamorarse de verdad. Es la diferencia fundamental entre un enamoramiento que construye una historia y un "rollo" de fin de semana. Además, los padres se han encontrado indefensos en su tarea de la educación sexual de sus hijos en la medida en que la transmisión de las verdades relativas a la sexualidad se ha hecho conflictiva.
¿Qué actitud pediría a los políticos respecto a la familia?
La primera, que dejen a la familia ser familia, en la medida en que la familia es una realidad anterior a la política; el estado debe ejercer el principio de subsidiaridad. También, que estén atentos a las peticiones que procedan de los ámbitos asociativos familiares, que son los que conocen de verdad la problemática familiar.
¿Cuáles son los retos que la Iglesia debe afrontar hacia el matrimonio y la familia?
El primer reto es el de saber transmitir la conexión íntima entre evangelio y matrimonio y familia cuya clave fundamental es la vocación originaria al amor. El segundo, el reconocimiento de la familia como verdadera iglesia doméstica, responsable ante Dios de su vida familiar y cristiana. El tercero, es ayudar a la realización plena de la familia como célula de la sociedad, promoviendo auténticas políticas familiares.
En el año 2006 tendrá lugar en Valencia el año internacional de la familia. ¿Qué temas piensa usted que se podrían tratar?
Actualmente, un tema fundamental es el de la cultura familiar. Está unido al más conocido de la cultura de la vida. Se trata de devolver a la familia el papel de ser el primer lugar dónde se cultiva a la persona y se da culto a Dios, que es el origen de toda civilización.
Se nos recuerda que el matrimonio es una comunidad de vida y de amor. ¿Podría decirnos algo del "amor conyugal"
El amor conyugal es una concreción de la vocación al amor esponsal en la realidad del matrimonio. Un amor es esponsal cuando se da el don de sí que supone la entrega del corazón de un modo total y exclusivo. La conyugalidad se define con el ser una sola carne, con la misión de desarrollar toda la verdad de esta unión que es la complementariedad de los esposos y la fecundidad de su amor.
Se advierte un esfuerzo por parte de la Iglesia en fundamentar antropológicamente la moral sobre el matrimonio y la familia. Pero en ocasiones perciben antes ciertos "slogans" en dirección contraria. ¿Qué hacer para llegar a la gente? ¿No sería el momento de confeccionar una especie de "catecismo elemental" de lo que es la persona humana con sus implicaciones.
La evangelización en el terreno intelectual tiene un doble momento. Uno es el de anuncio que debe impactar a la persona y que debe saber transmitirse en los medios de comunicación y otro es el de la formación de la inteligencia que requiere una labor sosegada y con tiempo. En ambos campos existen carencias grandes en nuestra Iglesia en España: por una parte faltan personas que sepan expresarse en el ámbito de la comunicación pública y por otra personas con una auténtica vocación docente e intelectual.
A la segunda parte de la pregunta sugiero que un modo concreto de llevarlo a cabo es la formulación en algunos campos de las famosas "cien preguntas sobre" que ha tenido gran repercusión. Siempre es un tema que se podría reformular y actualizar.
Se sostiene que a la hora de fundamentar las grandes verdades sobre la familia es clave el concepto de persona del que se parte. Muchas veces advertimos dos posturas contrapuestas: una, abierta a la trascendencia y otra, cerrada en el individuo. En lugar de enfrentar estas posiciones, ¿no habría más bien que buscar una complementariedad en la línea de lo que realiza Juan Pablo II en su Encíclica "Fides et ratio"?
Juan Pablo II parte para ello de un personalismo, que ha ido desarrollando a lo largo de los años, en el cual la verdad de la persona nace por la recepción de un amor personal que vive a modo de presencia, se le revela en plenitud por medio de un encuentro que le concreta su vocación al amor y está finalizada en la construcción de una comunión de personas. De este modo se supera por una parte todo individualismo que encierra a la persona en su subjetividad y un objetivismo que reduce la verdad a un elemento exterior que limitaría la libertad humana.
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