Un sacerdote juez eclesiástico da en un libro las
pautas para lograrlo
Es posible -asta en los tiempos que corren-iniciar un matrimonio y tener éxito en él. Ésta es la convicción del padre Vicente Subirá, durante 48 años vicario judicial del arzobispado de Valencia y juez del Tribunal Eclesiástico hasta su jubilación. Y habla con conocimiento de causa. Durante las últimas cinco décadas, ha tratado miles de casos de parejas que estaban al borde del abismo. Y ha salvado muchas con sus consejos.
Álex Navajas - Madrid.-
Hace unos días, un informe del Instituto de Política
Familiar (IPF) alertaba de que cada cuatro minutos se rompe un matrimonio en
España. Paralelamente, este mismo lunes, el sacerdote Vicente Subirá
presentaba en Valencia su libro «La convivencia conyugal: claves para su éxito»
(Siquem). «Es para ayudar a los esposos y para recordarles que el fin del
matrimonio es la procreación y educación de los hijos y el bien que reporta a
los cónyuges la vida en común, la exclusividad del uno para el otro, así como
la perpetuidad del amor conyugal», afirma. Para Subirá, este fin no ha quedado
anticuado porque «las cosas de Dios no pasan de moda ni pueden quedar
desfasadas, y el matrimonio es una cosa de Dios», puntualiza. «Decir que está
desfasado da risa. Eso de que evoluciona la sociedad... Puede evolucionar lo que
quiera, pero las obras de Dios no cambian. Cambia lo accidental, pero no lo
substancial», subraya.
El sacerdote ha vertido en este libro su experiencia
de 48 años aconsejando a matrimonios que pasan por un mal momento. «Como uno
ve tantos desastres -añade-, con este libro quiere llamar la atención de los
esposos para decirles que vivan el amor conyugal para lograr los fines del
matrimonio».
No hay fórmula mágica
Aunque Subirá asegura que no existe «una fórmula mágica»
para mantener a flote un matrimonio, sí hay tres «armonías» que se deben
cuidar especialmente, según el sacerdote. «La primera es la corpóreo-genital.
Es fundamental que haya armonía entre los cuerpos de ambos cónyuges. Por
ejemplo, la impotencia, hoy día, es un impedimento muy frecuente en el
matrimonio», asegura. Citando a Julián Marías, el sacerdote recalca que «la
persona es una criatura amorosa». «Es decir –apostilla-, que es capaz de
amar y ser amada. Lo malo es cuando el acto sexual se limita al placer y se
cierra a la vida».
La segunda armonía es la moral. «Es muy difícil
que una pareja permanezca estable si los cónyuges no comparten los mismos fines
en la vida», prosigue.
Un paso más sería la «armonía religiosa». «Por
encima del amor entre los dos esposos debe situarse el amor a Dios, que es el
que mantiene vivo el amor de los cónyuges», asegura Subirá. Para el
sacerdote, en el caso de un matrimonio ateo, «seguramente tendrán alguna
creencia en un ser superior. Si no es así, aunque aparentemente las cosas vayan
bien, seguro que en el fondo falla la convivencia y no son felices». «Conozco
muchísimos casos de matrimonios que parecían ejemplares, y que después,
cuando escarbas un poco en sus vidas, descubres infidelidades y todo tipo de
barbaridades», concluye.
«Muchos
esposos no están preparados»
En sus 48 años aconsejando a matrimonios, Subirá ha
encontrado dos causas principales que provocan los fracasos de pareja. «Muchos
de los que se casan no saben realmente qué es el matrimonio. Piensan que es una
especie de aventura y, como ven que todos se casan y que es lo normal , pues se
lanzan ellos también», agrega. «Sienten una atracción por un hombre o una
mujer, y creen que eso ya es estar enamorado», añade. La segunda causa, según
el sacerdote valenciano, es que «muchos novios no son capaces de cumplir con
las obligaciones conyugales, tanto físicas (todos los casos de impotencia, por
ejemplo), como taras psíquicas. Por estas últimas, son incapaces de entregarse
plenamente al otro, de salir de sí mismos, de pensar en la otra persona y
aparcar los egoísmos», explica.
El padre Subirá considera que, en el caso del
matrimonio, «la primera y principal función de la mujer es educar a los hijos.
Eso es la paternidad responsable», agrega. «La mujer que pueda trabajar fuera
de casa sin malograr esta función, bienvenida sea. Y eso no es ir contra la
mujer, sino potenciar su papel. En eso yo soy más feminista que nadie»,
manifiesta.
A través de sus 208 páginas, el libro está
dirigido «a todo cristiano que esté a punto de contraer matrimonio, así como
a las parejas ya casadas».
LA RAZÓN, miércoles
21 de enero de 2004