El profesor judío Joseph H. H. Weiler presenta en Madrid el libro «Una Europa cristiana»
En los medios políticos y jurídicos se le considera un jurista antidogmático y anticonformista. Joseph Halevi Horowitz Weiler es, además de uno de los más destacados constitucionalistas europeos, un decidido defensor de que se incluya una referencia al cristianismo en el preámbulo a la futura Constitución Europea. Un asunto que trata ampliamente en el libro que acaba de publicar, y que se presentó ayer en Madrid en un acto presidido por José Manuel Romay Beccaría, presidente del Consejo de Estado, el catedrático Francisco Rubio LLorente, de la UCM y Marcelino Oreja.
Mar Velasco - Madrid.-
Nacido en Johannesburgo hace 50 años, Joseph Weiler ha vivido en Jerusalén, Londres y Florencia. Actualmente es profesor de la New York University en la cátedra Jean Monnet sobre la Unión Europea.
«Es absurdo que en la futura Constitución Europea no se citen las raíces cristianas de Europa», sostiene. «Yo soy un judío practicante, pero también un constitucionalista practicante, y como tal, debo recordar que la elección constitucional de la mitad de los países miembros de la Unión Europea es la de tener en cuenta y mencionar el cristianismo». Y aclara: «una Europa cristiana no es una Europa exclusivista o necesariamente confesional, sino que respeta por igual a todos sus ciudadanos, creyentes y laicos, cristianos y no cristianos».
«No tener miedo a la religión»
«Europa continúa tiene países orgullosamente laicos, como Francia, pero también países como Gran Bretaña, donde hay una iglesia protestante oficial, o Grecia, donde hay una iglesia ortodoxa oficial, o Dinamarca, con su iglesia luterana, o Irlanda. No es posible que se adopte sólo la sensibilidad constitucional francesa. Estoy en contra de un imperialismo constitucional y cultural, que favorece una opción y excluye la otra. Es importante el factor laico, es importante la Ilustración, es importante el reconocimiento del papel que ambos han desarrollado en la historia de Europa, pero también es importante reconocer la presencia y la importancia del cristianismo.»
Para Weiler, «el mensaje del verdadero modelo europeo debe ser que no existe contradicción entre democracia y religión. La democracia no debe de tener miedo a la religión, y la religión no debe temer a la democracia. Y esta es una actitud muy europea, ¿por qué excluirla?»
Weiler desmonta la teoría laicista partiendo de la premisa: «Es curiososeñala lo que dijo Giscard D Estaign fue lo siguiente: yo soy partidario de que se haga referencia a las raíces cristianas de Europa en el preámbulo. Pero no ha habido consenso, así que no figurará . Y yo me pregunto: ¿por qué la premisa inicial es que Europa es laica, y por tanto Dios no entra? ¿Por qué la premisa no es la contraria? ¿Por qué no podemos decir: «Miren, alguien ha propuesto que el cristianismo no figure, pero como no ha habido consenso, finalmente lo mencionamos?» Y continúa: «Hay algo que se enseña con demasiada frecuencia en nuestra sociedad de hoy en día, especialmente en las universidades, a nuestros jóvenes, y es lo siguiente: «laicismo es igual a neutralidad». Es decir, que el laico es neutral. ¡Esto es falso! ¿Por qué decir No es neutral? El laicismo es una opción exactamente igual que la creencia. No es neutra. Neutral es, por ejemplo, la constitución polaca, cuando dice: «nosotros, ciudadanos polacos, tanto aquellos que creen en Dios como fuente de verdad, justicia, bien y belleza como aquellos que no comparten esta fe pero respetan estos valores como provenientes de otras fuentes...» ¿Esto sí es ser neutral! ¿Por qué la constitución europea no puede tener algo parecido?»
Cristofobia
«Algunos se lamenta se han molestado conmigo porque digo que en Europa existe cierta cristofobia , o que existe un ghetto cristiano: evidentemente, no lo digo en un sentido comparativo, está claro que los cristianos no viven como los judíos en la segunda guerra mundial. Lo digo en un sentido provocador, para hacer pensar. El ghetto cristiano existe, pero por los muros que ellos mismos se construyen. En cuanto a la cristofobia, hablo sobre todo de un sentido cultural, de una tendencia que existe, y es la del progreso identificado con el laicismo. Hay quien lee a Habermas o Derrida con auténtica devoción, pero no lee una encíclica del Papa, que es igual de profunda y enriquecedora».
Cuando se le pregunta sobre la prohibición del velo islámico en Francia o la dignidad de la mujer en los países islámicos, apunta: «es una cuestión muy delicada. Un país no puede prohibir el velo islámico por principio, porque esto negaría la libertad religiosa. Se podría hacer, de buena fe, en caso de que peligrara el orden público. Es cierto, hay que ser tolerantes y pluralistas, pero siempre que la religión no sea coercitiva, sino voluntaria. Si la religión se convierte en una obligación o implica violencia, entonces hay que saber decir no . Y concluye: « A fin de cuentas, la nuestra es una buena civilización. Tiene sus defectos, pero mantiene cierto equilibrio y hasta un cierto refinamiento que hay que salvaguardar».
«¿Por qué tanta prisa?»
«No entiendo esta prisa por aprobar la Constitución Europea», afirma Weiler con cierta preocupación. «¿Por qué debe ser decidida ahora, ya, sin reflexión y de mala manera? Estoy seguro de que las sesiones se van a convertir en una especie de mercado de comercio constitucional, en sesiones de compraventa, sin dignidad alguna, yo te doy Dios, tú me das inmigración. Aparte de la mención al cristianismo, hay otros muchos problemas, y muy serios, que deberían ser debatidos con calma. Tanta prisa es incluso peligrosa. En muchos países se ha previsto un referendum popular, y si se hacen las cosas con prisa el pueblo no las aprobará. Y cambiar la Constitución será algo tremendamente difícil, porque para ello hace falta la unanimidad de todos los países. Con que uno o dos digan no , no se cambia. Lo que yo les diría a los padres de la Constitución es ante todo, señores, mucha calma ».
LA RAZÓN, jueves 11 de diciembre de 2003
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