Monseñor Julián Herranz ha sido uno de los 30 cardenales nombrados en
el último consistorio. El Prefecto del Consejo Pontificio para la interpretación
de los Textos Legislativos habla en diversas entrevistas de su admiración por
Juan Pablo II y sobre su vida en el Opus Dei.. 21 de octubre de 2003
Mons. Julián Herranz.
Entrevista en EL PAIS
(Autor: Enric González)
P. Juan Pablo II ha sido un
Papa viajero, peregrino. Aparentemente, se ha ocupado más de la misión
evangelizadora que de la gestión del Vaticano.
Se da mucha importancia en los medios a los viajes del Papa, más de
cien; a los miles de personas que ha encontrado, a las docenas de documentos
doctrinales que ha promulgado. Pero hay otra actividad enorme de la que no se
habla y que está en el origen de todo eso: la cantidad enorme de horas que Juan
Pablo II ha pasado rezando ante el Sagrario. De mi experiencia en el trato
personal con él me impresiona su misticismo. Es un hombre que vive en continua
unión con Dios. No sólo es vicario de Cristo: quiere encarnar a Cristo en las
palabras, en la enseñanza, en los gestos, y para mí esa dimensión mística es
la fuente de toda su energía apostólica y misionera.
P. Quizá para usted la
mayor alegría de estos 25 años fue la santificación de Josemaría Escrivá de
Balaguer, con quien convivió y trabajó muchos años.
Viví 22 años con él, y desde el primer día, desde que le conocí,
vi en él a un santo. Esto puede parecer demasiado tajante o injustificado. Pero
percibí en él una serie de manifestaciones de fe heroica y de continua unión
a Dios. Mire, el día en que le conocí había fallecido un chico joven que vivía
con nosotros en la residencia y él entró en la habitación con todo el dolor
de un padre al que se le ha muerto un hijo. El sufrimiento se reflejaba en su
rostro. Se puso de rodillas, besó al chico en la frente, rezamos un responso,
y, luego, saliendo de la habitación, su rostro se transformó, empezó a sonreír.
Y dijo: “Sonrío porque este hermano vuestro ha ganado la última batalla, ha
consumido su vida cumpliendo la voluntad de Dios”. Vi reflejadas en él dos
dimensiones, humana y divina, que me enamoran de la humanidad de Cristo:
perfectus deus y perfectus homo, perfecto Dios y perfecto hombre. Le voy a decir
una cosa: el otro día leí en un periódico una frase, una exclamación gozosa
que se le atribuía y que era absolutamente falsa: “¡Nos han hecho
ministros!”. Yo le escuché justamente lo contrario. Cuando Alberto Ullastres
fue nombrado ministro, en 1957 si no me equivoco, yo estaba con monseñor Escrivá
al saberse la noticia. ¿Sabe lo que comentó? “Que hayan hecho ministro a
este hijo mío no me importa nada, lo que me importa es que sea santo. Tengo
hijos que son barrenderos, y un barrendero puede dar tanta gloria a Dios como un
ministro.
P. Esa frase que cita se ha
publicado muchas veces y recientemente en EL PAIS.
Yo no quiero criticar a ningún periódico. Pero esa frase no es verdad
y me apena mucho.
P. Sin embargo, suele
atribuirse al Opus Dei voluntad de poder y de influencia. ¿Cuál sería la
explicación?
Diría que hay dos razones. Una, que los focos se encienden para
iluminar a las personas que ocupan puestos de relieve en la sociedad, en el
mundo económico, universitario y político. En cambio, no se encienden para esa
otra multitud de miembros del Opus Dei cuya actividad brilla menos:
profesionales, artistas, obreros, campesinos. La segunda razón es que hay
quienes no comprenden la libertad política y la libertad en cuestiones
temporales de los miembros de la Prelatura. A mí siempre me impresionó la
diversidad de tendencias políticas dentro del Opus Dei. Cuando llegué a la
Obra, tenía la personalidad bastante hecha, tenía 20 años, había dirigido en
Madrid una revista universitaria... Por citarle algo anecdótico, terminé una
noche en la dirección General de Seguridad porque me pescaron cuando pintaba
con otros estudiantes grandes carteles en la Castellana con la frase: “Viva la
revolución agraria en Andalucía”.
En el Opus Dei hay una gran libertad en todo lo opinable. Hay un común
denominador de verdades en el cual se forman muy bien todos los miembros del
Opus Dei, el común denominador en el que insiste tanto Juan Pablo II: son las
exigencias de la doctrina social de la Iglesia para defender la vida, el
matrimonio, la libertad de enseñanza, la patria potestad, la ética en la
economía, la igualdad de todos los hombres... Ahí todos tienen que estar de
acuerdo. Pero no sólo los miembros del Opus Dei: absolutamente todos los católicos.
Entrevista en EL MUNDO
(Autor: Rubén Amón)
P. El Opus Dei ha crecido
extraordinariamente durante el Pontificado de Juan Pablo II. ¿Cuánto debe el
Opus Dei al Papa y cuanto el Papa al Opus Dei?
Soy consciente de que algunos hablan del lobby del Opus Dei y de su
influencia en Juan Pablo II. Pues bien, yo creo que el Papa simplemente tiene
plena confianza en una serie de instituciones nuevas en la Iglesia. Y el Opus
Dei es una de ellas, pero no la única. Juan Pablo II, antes de ser Papa, ya tenía
simpatía hacia la teología del trabajo, que es la base de las enseñanzas de
san Josemaría Escrivá. El Opus Dei, por su parte, debe al Papa fidelidad,
obediencia a su magisterio, y me consta que los fieles de la Prelatura procuran
ayudarle con la oración y la mortificación, de la que hoy apenas se habla. Hay
que saber llevar la cruz con garbo, como hace Juan Pablo II.
¿En qué situación [física]
se encuentra el Papa realmente?
Las limitaciones físicas son tremendas, igual que sus dificultades
para comunicar. Pueden compararse con la situación de Jesucristo cuando estaba
emprendiendo la via dolorosa. Él no piensa en sí mismo, piensa en los demás.
Porque es el siervo de los siervos de Dios. Él tiene que cumplir su servicio
pastoral hasta el último suspiro. Ahora bien, quiero dejar constancia de que el
Papa posee unas condiciones mentales impecables. La inteligencia es clara como
siempre. Y la memoria permanece intacta. Además, ahí quedan esa fuerza de
voluntad y esa tenacidad en su trabajo pastoral.
¿Cuál es su balance de
este cuarto de siglo de Pontificado?
Se habla de récords, de marcas, de kilómetros. Pero hay un fenómeno
del que se habla poco: el Papa ha batido el récord de horas rezando delante del
sagrario. Estos 25 años son la prueba más grande del enorme poder
evangelizador que tiene un místico.
Entrevista en ABC (Autor:
Juan Vicente Boo)
¿Qué ha significado para
usted el nombramiento de Cardenal?
El nombramiento significa que se entra a formar parte del Senado del
Papa, del cuerpo elector que lo asiste en el gobierno de la Iglesia universal.
Yo lo he recibido con mucha paz y abandono en la voluntad de Dios.
En mi caso, me doy perfecta cuenta de que no es un premio a virtudes
personales, sino una prueba del aprecio del Papa a tres cosas. En primer lugar,
al Derecho Canónico, pues presido el dicasterio que ayuda al Santo Padre en
todo lo que se refiere a leyes de la Iglesia. En segundo lugar representa una
muestra de cariño a España, que es mi patria. Y en tercer lugar, una prueba de
estima a la institución a la que pertenezco, el Opus Dei.
Usted es montañero y
poeta, igual que el Papa...
No, igual, no. Él es un verdadero poeta. El “Trítico Romano” es
precioso, es un poema difícil. Se discute si la metafísica puede hacerse poesía,
y él me parece que ha demostrado que sí (...).
En cuanto a la montaña, yo me aficioné durante mis años
universitarios en Madrid. Después en Italia, he ido a los Alpes y durante
misiones largas en América Latina he escalado algunos picos de los Andes. El
montañismo es el deporte en el que más se puede rezar. Se camina contemplando
la naturaleza durante horas, hablando con Dios, agradeciéndole tantas cosas
bonitas que se ven, pidiéndole luces para solucionar algún problema... La
naturaleza ayuda a pensar en la teología de la Creación: permite ver en toda
esa belleza una imagen pequeña, parcial, pero real, de la infinita belleza que
es Dios.
Introducción a la serie sobre “Perdón, la reconciliación y la Justicia Restaurativa” |
Aprender a perdonar |
Verdad y libertad |
El Magisterio Pontificio sobre el Rosario y la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae |
El marco moral y el sentido del amor humano |
¿Qué es la Justicia Restaurativa? |
“Combate, cercanía, misión” (6): «Más grande que tu corazón»: Contrición y reconciliación |
Combate, cercanía, misión (5): «No te soltaré hasta que me bendigas»: la oración contemplativa |
Combate, cercanía, misión (4) «No entristezcáis al Espíritu Santo» La tibieza |
Combate, cercanía, misión (3): Todo es nuestro y todo es de Dios |
Combate, cercanía, misión (2): «Se hace camino al andar» |
Combate, cercanía, misión I: «Elige la Vida» |
La intervención estatal, la regulación económica y el poder de policía II |
La intervención estatal, la regulación económica y el poder de policía I |
El trabajo como quicio de la santificación en medio del mundo. Reflexiones antropológicas |