Ashiya. La sociedad japonesa tiene la esperanza de vida más alta del mundo: 77,6 años para los hombres y 84,6 para las mujeres. Y aunque una elevada longevidad es normalmente indicio de buena salud pública y prosperidad en general, el aumento de personas que cometen jisatsu (suicidio en japonés) en los últimos años preocupa a las autoridades. El aumento se está dando sobre todo en hombres de mediana edad, con problemas laborales en una economía en mal estado.
Antonio Mélich¸3/09/2003.-
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Los índices de suicidio, siempre relativamente altos en Japón, han subido a niveles alarmantes desde 1998. En 2001 un total de 31.042 japoneses se quitaron la vida, lo que equivale a más de tres veces el número de muertes por accidentes de tráfico. Y las cifras siguen por encima de los 30.000, lo que representa alrededor de 25,2 casos por cada 100.000 habitantes.
Según cifras calculadas tomando como base las notas o cartas halladas en el lugar del suicidio, las causas se deben a problemas de salud (41,1%), problemas económicos y condiciones de vida (31,5%), problemas familiares (9,4%), problemas de trabajo (6,6%), problemas de estudios (0,8%) y otros (11,6%).
La influencia de la inseguridad en el trabajo
Una causa importante, aunque no la principal, parece ser la recesión económica y la falta de seguridad futura. De acuerdo con estadísticas recientes, los hombres representan el 71,3% de los casos de suicidio, y las personas de más de 50 años constituyen la mayoría, con el 60,5% del total.
Los expertos opinan que el aumento de los índices de suicidio está relacionado con la reestructuración empresarial y los drásticos cambios experimentados durante los últimos años en la cultura de los negocios, en medio de una feroz competencia internacional.
Las causas son múltiples
Los hombres de mediana edad crecieron en la sociedad de postguerra, que hacía énfasis en la importancia del trabajo duro y en el sacrificio por el bien del grupo (léase empresa en este caso). Se suponía que el trabajo duro y sacrificado traía la felicidad. Y esa actitud permitió a la economía desarrollarse y prosperar. Esta creencia fue universal durante más de cuarenta años, en los que, no cabe duda, la sociedad se benefició mucho desde el punto de vista económico.
Pero durante todo ese tiempo, les fue prácticamente imposible a los salariman japoneses fomentar otra identidad aparte de la corporativa. Así que una vez roto el eslabón que les unía al grupo –al perder su trabajo por despido o jubilación prematura–, son totalmente vulnerables a los distintos avatares de la vida.
El aumento de suicidios en los últimos años se da sobre todo entre hombres de mediana edad (desde los 40 y algo hasta mediados los 50 años) y normalmente los medios de comunicación señalan como causa principal el mal estado de la economía. Muchos expertos, sin embargo, advierten que es necesario tener en cuenta también factores como enfermedad, soledad (por soltería, viudez, divorcio, etc.) y el impacto que produce la inseguridad ante el cambio social.
El profesor Yoshimoto Takahashi, del Tokyo Institute of Psychiatry, concuerda en que la ecuación “edad madura-recesión económica-suicidio” es una simplificación exagerada. “Las causas del suicidio suelen ser múltiples. Otros factores como depresión, tentativas anteriores y estrés, forman también parte de esas causas. La generación de edad madura nació justo después de la segunda guerra mundial, un tiempo de grandes cambios sociales y fuerte competitividad en el trabajo. Ahora tienen que afrontar de nuevo cambios tumultuosos, tanto en la empresa como en la sociedad. Por otra parte la visión común en Japón es que el suicidio es una forma de muerte que no se puede remediar. Si alguien quiere suicidarse, ¿cómo se puede evitar?”, afirma Takahashi.
No quieren pedir ayuda
La ansiedad por la reestructuración en las empresas, el aumento de horas extra no remuneradas, el repetido cambio estructural que produce tirantez en las relaciones personales y los cambios ambientales en el trabajo llevan al estrés. “Y los que no tienen suficiente habilidad para recuperar el equilibrio interno acaban en un estado depresivo”. Así explica la doctora Kyoko Ono, de Tokyo Psychiatric Academy, el proceso por el que muchos de sus clientes llegan a un estado de depresión que les lleva a pensar en el suicidio.
“Por otra parte –añade– está el rechazo de muchas personas mayores al tratamiento psiquiátrico. Las mujeres y la gente joven ofrecen menos resistencia al tratamiento psiquiátrico, pero entre los hombres de edad media existe un fuerte estigma relacionado con esta práctica. Cuando sufren un quebranto serio en su vida, les da vergüenza hablar con alguien del asunto, ni siquiera con los familiares. Y les resulta especialmente difícil contar sus problemas a un extraño”.
Esa “vergüenza” de hablar de los problemas personales –incluso con los parientes más cercanos: para no causar molestias– tiene también graves consecuencias en el caso de personas de avanzada edad, especialmente en zonas rurales. En 2000, la tasa nacional de suicidio de mayores de 90 años fue de 47,6 por cada 100.000 habitantes.
De todos modos y a pesar de las cifras de los últimos años, es exagerado pensar que Japón es el caso extremo del suicidio. En realidad, según estadísticas de la Organización Mundial de la Salud, de 1999, Japón ocupa el número 17 entre las naciones con mayor frecuencia de suicidios, precedido por otros países desarrollados como Finlandia, Suiza, Francia, Bélgica, Dinamarca, si bien son Rusia y países del ex bloque soviético los más proclives al suicidio. China, con cerca de trescientos mil suicidios al año y más de un millón de intentos, ocupa el número uno en cifras totales.
Servicio 116/03
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