El Santo Padre descansa estos días en Castelgandolfo, la residencia pontificia cercana a Roma, a la que se retira cada verano para pasar sus vacaciones, y donde espera gozar de la tranquilidad necesaria para concluir un libro en el que recogerá su experiencia como obispo.
El Papa aprovechará este retiro para preparar la conclusión del Año del Rosario y la celebración de las Bodas del Plata de su pontificado
Jesús Colina. Roma
La noticia de esta nueva iniciativa literaria del S...
El Santo Padre descansa estos días en Castelgandolfo, la residencia pontificia cercana a Roma, a la que se retira cada verano para pasar sus vacaciones, y donde espera gozar de la tranquilidad necesaria para concluir un libro en el que recogerá su experiencia como obispo.
El Papa aprovechará este retiro para preparar la conclusión del Año del Rosario y la celebración de las Bodas del Plata de su pontificado
Jesús Colina. Roma
La noticia de esta nueva iniciativa literaria del Santo Padre, confirmada por el director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, don Joaquín Navarro-Valls, ha coincidido con el desmentido de los rumores lanzados por distintas agencias de prensa, según los cuales el Pontífice sería sometido, este verano, a una operación en la rodilla. El aire familiar, más fresco y regenerador, de Castelgandolfo, que el año pasado ayudó visiblemente al Santo Padre, a su regreso de Toronto tras la Jornada Mundial de la Juventud, debería prepararle para concluir solemnemente el Año del Rosario, en el que ha pedido a los católicos que lo dediquen de manera particular para rezar por la paz del mundo y por la familia.
Éste será el tercer libro que escribe como Papa: el primero fue Don y misterio (sobre la vocación al sacerdocio, publicado en noviembre de 1996 con motivo de sus Bodas de Oro sacerdotales), y el segundo son las meditaciones poéticas del Tríptico romano, que escribió el verano pasado y que fueron publicadas en marzo pasado (en España es el libro religioso más vendido en estos días).
Quien está cerca del Papa en estos momentos lo describe lleno de ideas y proyectos, preparando nuevos viajes apostólicos y nuevas metas para su pontificado, y tratando de aprovechar las celebraciones de sus 25 años de pontificado (que culminarán con la
beatificación de la Madre Teresa de Calcuta, el 19 de octubre). El Papa pretende que estas celebraciones no se centren en su persona, sino que sigan impulsando la renovación en la Iglesia católica, como ya lo hizo con las celebraciones del Jubileo del año 2000.
De hecho, según explican estas fuentes, el Santo Padre rechaza –en ocasiones, con firmeza– los consejos de algunos de sus colaboradores que tratan de disminuir su ritmo de trabajo, con el deseo de resguardar su salud.
Sin embargo, contrariamente a sus deseos, el Papa ha tenido que aplazar (por el momento sin fecha determinada) su proyecto de viaje a Mongolia, pues varias circunstancias han complicado la organización. La visita requeriría la nominación y ordenación de un obispo (la pequeña comunidad de unos doscientos fieles del país todavía no lo tiene). Por otra parte, el Papa quería hacer escala en Kazan (ciudad de la Federación Rusa) para devolver al Patriarcado de Moscú el icono de la Virgen de esa ciudad, que en estos momentos se encuentra en el Vaticano, pues fue rescatado por un católico del mercado negro y entregado al Papa. Dado que el Patriarca Alejo II se encuentra enfermo, el mismo Papa consideró que era mejor esperar.
Sin embargo, el Papa, el 11 de septiembre, emprenderá su viaje internacional número 102, a Eslovaquia. El programa ya ha sido confirmado oficialmente por la Santa Sede. En esa ocasión, uno de los motivos del viaje será beatificar a dos mártires eslovacos de tiempos muy recientes, cuando el país estaba dominado por el yugo comunista: se trata de monseñor Basilio Hopko, obispo greco-católico auxiliar de Presov, quien fue condenado a quince años de cárcel por el régimen comunista. No pudo terminar la condena, pues murió en la cárcel, a causa de los malos tratos, en 1976. La otra Beata eslovaca será sor Zdenka (su nombre de pila era Cecilia Schelingová), enfermera y religiosa de la congregación de las Hermanas de la Caridad de la Santa Cruz, quien fue torturada por el régimen por haber ayudado a un sacerdote que estaba detenido y enfermo en el hospital en que trabajaba, hasta morir en 1955.