Almudi.org. El Congreso de los diputados y el aborto
Hablaba con un amigo sobre la votación que se desarrolló ganando por un
voto el “no” a una ampliación sobre el aborto. Me decía que los políticos
no querían más que los votos, que el problema no era si se mataba o no a un
ser, que eso no les importaba, sino “hacer carrera”. Por esto, pienso que la
verdadera batalla sobre este tema no...
Almudi.org. El Congreso de los diputados y el aborto
Hablaba con un amigo sobre la votación que se desarrolló ganando por un
voto el “no” a una ampliación sobre el aborto. Me decía que los políticos
no querían más que los votos, que el problema no era si se mataba o no a un
ser, que eso no les importaba, sino “hacer carrera”. Por esto, pienso que la
verdadera batalla sobre este tema no ha acabado, pues está en la opinión pública.
Ante tanta información, habría que apelar a la verdad interior de las cosas y
no a las modas o a las votaciones. La pregunta es: “¿se puede votar todo, o
hay valores que están fuera de cuestión?” Pues Hitler también fue apoyado
por una mayoría en Alemania y en Austria.
María G., de
diecisiete años fue a abortar fuera de España.
Una semana más tarde escribía (carta publicada en Misión Joven 108,
1985): “¿Sabes? Hay momentos en
los que me siento tan ridícula, que me ahogo en una gota de agua.
Me siento sola y estoy notando una falta de interés por todo lo que me
rodea. Sé que no soy la única que
ha pasado por esto y sé también que otras lo han tenido mucho más difícil,
pero me siento tan indefensa e inútil, tan niña e inexperta que me falta la
suficiente fuerza de voluntad para volver a empezar. Quisiera hacerte entender
lo extraña que me siento. Las
noches me están siendo largas y los días son inacabables. Basta cualquier
cosa, cualquier gesto, para que sienta cómo las lágrimas se asoman a mis ojos.
No puedo, no debo llorar porque tendría que dar una explicación al hacerlo. Te
necesito, pues no he asimilado todavía lo que hecho.
Cuando pienso que antes para mí la máxima realización era tener un
hijo, me siento como una sucia hipócrita.. .El tiempo borra las heridas, pero
yo sé que... hay cosas que jamás se olvidarán.
Sólo soy una adolescente... creía ser una mujer. La realidad me ha
hecho ver que no soy más que una
niña... Ahora mi destino no tiene más que un fin: recobrar la alegría de
vivir, pues la vida es el más que todos los regalos del mundo y no se la puede
rechazar”.
Son valores que tienen que acogerse en la opinión pública, por encima
de utilitarismos: la famosa cuestión planteada estos días, bajo aspectos más
o menos dramáticos: “si no quiero este nacimiento, ¿para qué sirve esta
vida?” El argumento de la adolescente violada no es tan fuerte, pues como ante
cualquier elemento tóxico que se toma por error, se hace un lavado de estómago,
también en este caso de agresión injusta basta una cura similar, en las horas
siguientes, antes de la posible fecundación.
El que estos valores aniden en la mente de la opinión pública, y el
primero el valor de la vida humana, significa que aniden en cada corazón, pues
el corazón de los hombres es la única arma que puede ganar el egoísmo del
mundo, y la batalla del amor es la única clave de la felicidad.