Almudi.org Saludo del Cardenal Rouco al Santo Padre
Plaza de Colón, 4 de mayo de 2003
Santo Padre:
Los Obispos, presbíteros y fieles de
las Iglesias particulares que peregrinan en España, esta tierra bendita desde
los albores mismos de la evangelización por el anuncio apostólico de Jesucristo
Resucitado, os reciben y saludan en esta vuestra nueva Visita a nuestra Patria
con los sentimientos de veneración y cariño filiales, de gratitud eclesial y de
júbilo pascua...
Almudi.org Saludo del Cardenal Rouco al Santo Padre
Plaza de Colón, 4 de mayo de 2003
Santo Padre:
Los Obispos, presbíteros y fieles de
las Iglesias particulares que peregrinan en España, esta tierra bendita desde
los albores mismos de la evangelización por el anuncio apostólico de Jesucristo
Resucitado, os reciben y saludan en esta vuestra nueva Visita a nuestra Patria
con los sentimientos de veneración y cariño filiales, de gratitud eclesial y de
júbilo pascual que han distinguido siempre nuestras relaciones históricas con
el Sucesor de Pedro y, de manera totalmente singular, con Vuestra Santidad a
quien no sólo los católicos, sino también todos los españoles de buena voluntad
acogen hoy con profundo respeto y afecto.
Una buena prueba de ello os la
ofrecieron ayer en la emocionante Vigilia Mariana de Cuatro Vientos los jóvenes
de España que respondían a vuestra invitación de volver el rostro a Jesucristo,
de conocerle desde lo más hondo de sus almas mirándole con los ojos de María y
de ser sus testigos, con un entusiasmo humano y cristiano que evocaba el de los
discípulos el día de Pentecostés. Los jóvenes de “la Tierra de María” le
entregaron su corazón al Papa que se ha declarado “todo de María”: “Totus
Tuus”.
Desde aquella vuestra primera visita
pastoral, verdaderamente histórica, del otoño del año 1982, larga, minuciosa,
extraordinariamente sensible y cercana a nuestra realidad social y eclesial,
vibrante de esperanza, no habéis cejado nunca de recordarnos el don tan
extraordinario y singular que supone para la identidad interior de España le fe
cristiana recibida desde los orígenes de nuestra historia común, profesada con
una fidelidad a la comunión católica sin fisuras y vivida con una generosidad
misionera que no admite muchos parangones. Cuando en el verano de 1989 os
poníais a la cabeza de aquella inmensa riada juvenil de peregrinos, nacida de
todas las fuentes de la catolicidad, “Camino de Santiago”, no sólo reverdecía
el viejo y venerable itinerario de la peregrinación cristiana medieval de los
pueblos de España y de los países hermanos de Europa, sino que también se nos
revelaba la actualidad del Evangelio de Jesucristo, su vigor juvenil
inmarchitable, su frescura pascual; en suma, el ser la llave que abre las
puertas del futuro salvador para la humanidad. Con una claridad radiante les
enseñabais a los jóvenes del mundo que Jesucristo es “el Camino, la Verdad y la
Vida”. La Iglesia en España y sus jóvenes aprendíamos con nueva certeza,
confirmada por el Sucesor de Pedro, que había que retornar decididamente a lo
más auténtico de nuestra tradición cristiana si queríamos descubrir con
creatividad histórica, las más ricas, vivas y actuales posibilidades de
presente y de futuro para la Iglesia y para la sociedad. Ese horizonte de
nuestra historia, por cristiana y católica verdaderamente universal, quedaba
más nítidamente iluminado y abierto -tras el prólogo de vuestra escala en
Zaragoza con motivo del Viaje a Santo Domingo en 1984 para inaugurar el
novenario de preparación del Quinto Centenario de la Evangelización de América-
en Sevilla, los lugares colombinos y Madrid -desde esta misma Plaza de Colón
donde nos encontramos-, en junio de 1993 por vuestra llamada apremiante a
nuestras comunidades diocesanas y a España entera para que reencontrásemos y
recreásemos nuestra vocación misionera hacia dentro y hacia fuera de nuestras
fronteras.
Hoy, en este vuestro quinto viaje
apostólico, como en una síntesis pastoral de vuestros constantes mensajes,
dirigidos a vuestros hijos de la Iglesias Particulares de España, nos aseguráis
en el nombre y con la autoridad de quien es el Vicario de Jesucristo Resucitado
para toda la Iglesia: ¡Seréis mis testigos! Y nos proponéis los modelos y el
estilo imprescindibles para cumplir con el mandato y envío del Señor en este
tiempo, tan lleno de incertidumbres y de esperanzas. Los modelos son los cinco
Beatos -¡Santos de la España contemporánea!- que vais a canonizar: Pedro
Poveda, José María Rubio, Genoveva Torres, Ángela de la Cruz, Maravillas de
Jesús. El estilo: el de la santidad, el de la perfección de la caridad que
transforma los corazones, las familias, las sociedades y los pueblos.
Santidad: ¡Queremos ser sus
Testigos! ¡Queremos ser Testigos humildes y valientes del Evangelio de
Jesucristo Resucitado, nuestro Señor y Salvador! ¡Gracias desde lo más hondo
del alma por haber venido de nuevo a España, por el servicio de confirmarnos en
la fe, de fortalecernos en la comunión eclesial, de enviarnos a evangelizar a
los que más lo necesitan en el alma y en el cuerpo entre nosotros y en todos
los países más pobres y atormentados del mundo. ¡Gracias por vuestra delicadeza
exquisita de padre y pastor de nuestras almas!
A nuestra gratitud se suman con fina
y cálida cortesía Sus Majestades los Reyes de España y la Real Familia, los
representantes de las más altas instituciones del Estado -Gobierno, Congreso y
Senado, los Tribunales Constitucional y Supremo, las Comunidades Autónomas...-
que quieren sintonizar con los sentimientos más nobles de todos sus ciudadanos
y que ven en vuestra Santidad el defensor más firme e inquebrantable del
hombre, de cada ser humano, de su dignidad personal inviolable, de sus derechos
fundamentales, del derecho a la vida frente a toda agresión que la amenaza,
especialmente frente a la violencia terrorista; al que promueve incansablemente
el bien de matrimonio y de la familia, el bien común de la humanidad, y el bien
preciadísimo de la paz.
¡Gracias! ¡Gracias de corazón, Santo
Padre! ¡Gracias por estar con nosotros, por presidir esta Eucaristía, abierta a
todos los cielos de España sobre el altar de esta ciudad de Madrid!
¡Gracias!
+ Antonio María Rouco
Varela
Cardenal-Arzobispo de
Madrid
Presidente de la
Conferencia Episcopal Española