Almudi.org Juan Pablo II: meditación en el Via Crucis
La meditación del final del Vía
Crucis que no pronunció
1. «Adoramus Te, Christe, et benedicimus
Tibi, quia per sanctam Crucem tuam redemisti mundum» (Te adoramos, oh Cristo, y
te bendecimos, pues con tu santa Cruz redimiste al mundo»). ¡Con tu Cruz! En
cada estación del Via Crucis hemos cantado esta invocación que no sólo expresa
el sentido del Viernes Santo, sino también el misterio mismo de nuestra
salvación...
Almudi.org Juan Pablo II: meditación en el Via Crucis
La meditación del final del Vía
Crucis que no pronunció
1. «Adoramus Te, Christe, et benedicimus
Tibi, quia per sanctam Crucem tuam redemisti mundum» (Te adoramos, oh Cristo, y
te bendecimos, pues con tu santa Cruz redimiste al mundo»). ¡Con tu Cruz! En
cada estación del Via Crucis hemos cantado esta invocación que no sólo expresa
el sentido del Viernes Santo, sino también el misterio mismo de nuestra
salvación. Con la Cruz, Jesús nos ha arrancado del poder de la muerte y del
pecado; con la Cruz nos ha redimido y ha vuelto a abrirnos las puertas de la
dicha eterna.
Al final de este día de penitencia y
de oración, nos quedamos en silenciosa contemplación de Dios que ha sacrificado
a su Hijo, su único Hijo, por la salvación del mundo.
El Via Crucis nos ha hecho revivir
la pasión de Cristo, pasión que misteriosamente continúa en nuestro tiempo y
hasta el final de los tiempos.
2. ¡Cuántos hermanos y hermanas
nuestros están reviviendo en su carne el drama del Calvario! ¡Qué numerosos son
los "vías crucis" olvidados! Pienso en las trágicas imágenes de
violencia, de guerras y de conflictos, que diariamente nos llegan desde tantos
lugares; en la angustia y el dolor de individuos y de pueblos de todo
continente; en la muerte por hambre y por privaciones de miles de adultos y de
niños inocentes; afrenta de la dignidad humana, perpetrada por desgracias en
ocasiones en nombre de Dios.
¿Podemos quedar indiferentes ante
este desgarrador grito de dolor que se eleva desde tantas partes del planeta?
3. Con tu Cruz redimiste al mundo.
Cuando los seres humanos callan impotentes ante estas inquietantes preguntas,
la respuesta es ofrecida por la fe. Es una respuesta presente en el mismo
acontecimiento que hoy conmemoramos: la muerte de Cristo. En efecto, mientras
la noche es todavía oscura, se entrevé ya en la aurora del nuevo día, el día de
la resurrección. La muerte no tiene la victoria definitiva. La última palabra
la tiene Dios, que resucitará al tercer día a su Hijo unigénito, inmolado por
nosotros.
4. «Stabat Mater dolorosa iuxta crucem
lacrimosa». A los pies de la Cruz estabas tú, Madre dolorosa, esperanza y apoyo
de todos los hombres peregrinos sobre la tierra. También bajo la Cruz
experimentaste el silencio y el abandono, pero tu fe no vaciló.
Virgen fiel, ayúdanos a permanecer
en contemplación orante del misterio que hoy conmemoramos. Ayúdanos a abrazar
con amor a Cristo crucificado, el tesoro más precioso que el Omnipotente nos ha
dado.
«Adoramus Te, Christe, et benedicimus
Tibi, quia per sanctam Crucem tuam redemisti mundum». Tu Cruz, Cristo, es nuestra
salvación.
[Traducción del original italiano
realizada por Zenit]
ZS03041804