Almudi.org ¿Denunciar o callar? El dilema de Pío XII
24/11/00.-
¿Debía Pío XII haber hablado públicamente y de modo totalmente explícito
contra el exterminio de judíos mientras se producía el Holocausto? Emilia
Paola Pacelli explica que en aquel momento Pío XII tomó –dolorosamente– la
decisión de ayudar en secreto a los perseguidos, convencido de que las
denuncias serían contraproducentes. Así lo expone en un artículo publicado en
L’Osservatore Romano (edición en españ...
Almudi.org ¿Denunciar o callar? El dilema de Pío XII
24/11/00.-
¿Debía Pío XII haber hablado públicamente y de modo totalmente explícito
contra el exterminio de judíos mientras se producía el Holocausto? Emilia
Paola Pacelli explica que en aquel momento Pío XII tomó –dolorosamente– la
decisión de ayudar en secreto a los perseguidos, convencido de que las
denuncias serían contraproducentes. Así lo expone en un artículo publicado en
L’Osservatore Romano (edición en español, 24 noviembre 2000), del que
recogemos algunos fragmentos.
Se necesita paciencia y prudencia, que tienen algo de
heroico, para enfrentarse a las exigencias contradictorias de un ministerio
pastoral sentido y vivido –así lo admite el mismo Pío XII– como una corona
de espinas, un ministerio que exige con frecuencia "esfuerzos casi
sobrehumanos": "Por desgracia, donde el Papa quisiera gritar con
fuerza, hay un silencio de espera que a veces le viene impuesto; donde quisiera
actuar y ayudar, le es impuesta una espera paciente". Y también se
necesitan para poder gestionar el dolor del angustioso dilema –"es
dolorosamente difícil decidir si convienen una discreción y un silencio
prudente o palabras decididas y una acción enérgica"–, en el lúcido
conocimiento de las incalculables consecuencias que podría desencadenar una
palabra de más.
(...) El Vicario de Cristo conoce bien la tremenda
responsabilidad que pesa sobre él. No puede arriesgar: la mínima ligereza podría
tener repercusiones devastadoras para miles de inocentes. La consigna puede ser
solamente una: "¡Salvar en primer lugar vidas humanas!".
(...)
Bendito, divino silencio, si vale para alejar de los otros cualquier reacción
injuriosa, aunque el precio inevitable que haya que pagar sea una extrema
crucifixión interior. Tanto es así que Fulton Sheen vio en Pío XII "un
drymartir", "un mártir incruento", no inclinado –decía–
como Atlas bajo el peso del mundo, sino erguido bajo el peso de la cruz.
Y es precisamente esta la imagen que se nos presenta
esculpida en el testimonio que dio de Pío XII, en mayo de 1964, el siervo de
Dios don Pirro Scavizzi, y nuevamente publicado por el padre Rotondi el 1 de
junio de 1986.
Al volver del frente ruso por segunda vez, en 1942,
con el tren hospital en el que trabajaba como capellán de la Orden de Malta,
visitó al Papa para informarle del éxito de la misión de ayuda a los
perseguidos, realizada secretamente por encargo del mismo Pontífice, y sobre
los horrores nazis en Austria, Alemania, Polonia y Ucrania. Don Scavizzi declara
textualmente lo siguiente:
"El Papa, de pie junto a mí, me escuchaba
emocionado y conmovido; alzó las manos al cielo y me dijo: ‘Diga a todos los
que pueda que el Papa agoniza por ellos y con ellos. Dígales que muchas veces
he pensado en fulminar con la excomunión el nazismo, en denunciar ante el mundo
civil la bestialidad del exterminio de los judíos. Hemos escuchado amenazas
gravísimas de represalias no contra Nuestra persona, sino contra los pobres
hijos que se encuentran bajo el dominio nazi. Por diversos trámites, nos han
llegado encarecidas recomendaciones para que la Santa Sede no tome una actitud
drástica.
’Después de muchas lágrimas y muchas oraciones,
he llegado a la conclusión de que una protesta de mi parte no solo no habría
ayudado a nadie, sino que habría suscitado las iras más feroces contra los judíos
y multiplicado los actos de crueldad, pues están indefensos. Quizá mi protesta
me habría procurado la alabanza del mundo civil, pero habría provocado una
persecución contra los pobres judíos todavía más implacable que la que
sufren’". (...)
©
Aceprensa, 45/01