Facultad
de Comunicación
Universidad
de Navarra
1. INTRODUCCION Y PLANTEAMIENTO DE LA CUESTION
La
influencia de los medios en la comunicación de la religión es una cuestión
que recibe creciente atención por parte de los investigadores. Sin ánimo de
ser exhaustivo, desde el pionero estudio de Lichter del que ya he hablado en
otra ocasión , Fazio , Lorda , Riley y Shaw , y posteriormente Shaw, Mammoser y
Manisalco se han ocupado de la cuestión.
Lichter
examina durante tres períodos de tiempo (1964-1968, 1974-1978, 1984-88) cuatro
medios informativos de singular relevancia: The New York Times, The Washington
Post, Time y el informativo nocturno de la CBS. Su estudio no advierte un
radical anticlericalismo, pero arroja también sombras evidentes. Lichter señala
que en las polémicas sobre la enseñanza del Magisterio es frecuente que la
Iglesia sea la perdedora en los debates que se producen en la opinión pública,
especialmente en las cuestiones relativas a la moral sexual y la autoridad que
dominan la cobertura informativa de los medios.
En su estudio el modo en que se planteaban el control de la natalidad, el
celibato eclesiástico, el papel de la mujer y de las minorías en la Iglesia,
su respuesta a las "disidencias" y la "libertad de expresión",
resultaba negativo para la comprensión de la religión por la opinión pública.
En el análisis de Lichter destacaba también el hecho de que, a la hora de
informar sobre religión, la mayor parte de los periodistas tienen la
perspectiva del outsider, pues sólo entre el 1 y el 2% son católicos
practicantes.
Fazio
considera que en Juan Pablo II se encuentra "una mayor conciencia de la
actual configuración de la sociedad contemporánea, configuración que ha
transformado el papel de los medios de comunicación". Por tanto, los
medios "no son sólo instrumentos, sino configuradores de la sociedad de
nuestro tiempo. No basta por lo tanto ëutilizarí los medios para hacer llegar
el mensaje evangélico a una sociedad más o menos cristianizada o secularizada,
sino evangelizar los mismos medios de comunicación, pues así se incide
profundamente en la misma configuración social" .
Lorda
ha realizado una interesante distinción entre "prensa libertaria" y
"prensa de cuño ilustrado". Su trabajo se centra en España, país
"con un movimiento intelectual discreto" . La prensa libertaria,
explica, está interesada -a estas alturas- en "transgredir" ?lo cual
resulta un poco antiguo- y tiene un característico aire postmoderno, de suerte
que "no busca el lado más anticlerical, sino el más morboso" . Trata
generalmente bien las manifestaciones religiosas auténticas, sobre todo si
tienen cierta espectacularidad, y valora positivamente el trabajo social de la
Iglesia, pero "muestra recelos instintivos hacia la institución en general
(la Jerarquía, la Curia, la Conferencia Episcopal, el Magisterio). Y tiene un
tic agudo que la caracteriza, que es la hipersensibilidad hacia la moral sexual
católica".
La
prensa de corte ilustrado tiene una elevada opinión de sí misma y de su
influencia social. Se considera guía del progreso y conciencia laica del país
y mientras la izquierda política pierde fuerza "sostiene los ideales de la
Ilustración francesa" . Por eso la religión es punto relevante del
proyecto cultural de este tipo de prensa que sostiene en el fondo que "lo
religioso y, sobre todo, lo católico es, por su propia naturaleza, contrario al
progreso de la humanidad: es decir, al crecimiento de la ciencia y al despliegue
de la libertad".
Por
eso la prensa ilustrada desempolva con frecuencia los trasnochados prejuicios de
la tradición laicista y anticlerical francesa. Tiende a también a buscar el
lado oscuro de las intenciones: "hay que explicar la actuación del Papa,
de los obispos y aún de todos los clérigos, por el afán de conquistar poder y
dinero. No se puede conceder que sean bienintencionados y que, en realidad,
quieran el bien de la gente. Pueden ser obsesos o tontos, pero buenos no" .
En
la prensa ilustrada los disidentes, que suelen ser muy pocos, tienen amplio
espacio: "toda persona a quién la autoridad eclesiástica recrimine algo,
se convertirá, por eso mismo, en un héroe; y tendrá espacio a su disposición,
mientras se anime a discrepar y a mostrarse suficientemente ácido" . Tal
prensa sólo perdió el norte en el viaje a Cuba donde, ante la evidencia de los
actos y palabras del Papa y sus efectos, no pudo estar en su papel habitual y
tuvo que reconocer el éxito del viaje, a veces incluso en portada. Al final, el
panorama de la información sobre religión en España no parece muy alentador y
parece necesario reaccionar para que los mensajes no se plasmen en cierta
configuración de la opinión pública.
Por
su parte, Shaw, Mammoser y Maniscalco, desde la perspectiva estadounidense,
entienden que sería poco realista pensar que los medios pueden utilizarse para
la evangelización directa: muchas veces son, de hecho, un obstáculo. Por otro
lado, cuando hay que usar los medios para evangelizar, la Iglesia tiene que
depender de los suyos que sólo alcanzan a los católicos practicantes, cuando
el objetivo es precisamente llegar a los que no lo son. Y de esa manera la
información religiosa impulsada por medios eclesiásticos tiende a "guetizarse"
y quedar alejada del debate público. Los autores citados piensan que el énfasis
de la evangelización debe ponerse en el testimonio personal y corporativo del
Evangelio y en el contacto personal. Aunque los medios influyen mucho hay que
ser realistas sobre lo que se puede y no se puede esperar de los medios.
2. ANALISIS DE UN CASO PRACTICO: EL PAIS (FEBRERO-ABRIL DE 2000).
Para
arrojar alguna luz sobre las opiniones planteadas y alcanzar ciertas
conclusiones se llevó a cabo un análisis de los artículos de información y
opinión aparecidos en el diario El País, desde el 27 de febrero de 2000 hasta
el final de la visita de Juan Pablo II a Tierra Santa. La elección de El País
se justifica porque se trata del diario de información general con mayor
audiencia en España, con una media de 1,5 millones de lectores diarios y
450.000 ejemplares de difusión . El País tiene notable repercusión en la
configuración de la opinión pública nacional, especialmente entre quienes se
sienten parte de la elíte cultural y puede encuadrarse entre los diarios
"de cuño ilustrado". En total se analizaron 66 artículos periodísticos
pertenecientes a diversos géneros. Principalmente se trata de noticias, aunque
no faltan reportajes, entrevistas y artículos de opinión.
Para
establecer líneas claras de estudio, se dividió todo el material disponible
distinguiendo entre información y opinión, porque se trata de géneros
distintos tanto por la elaboración de la información, como por sus lectores e
influencia social. El período analizado coincide con la petición de perdón de
la Iglesia, el viaje del Papa a Tierra Santa y una serie de noticias que
sirvieron para que la religión apareciera ante la opinión pública en primer
plano.
Las
noticias sobre el viaje del Papa a Tierra Santa resaltaron excesivamente el
conflicto político que viene sufriendo Oriente Medio. Apenas se encuentran
referencias a cuestiones estrictamente espirituales. Con frecuencia, la visión
que se ofrece del Papa es la de un líder político, que no aparece como
portador de otros mensajes. El panorama descrito puede constatarse en los
titulares y en las fotografías que las acompañan, que son elementos centrales
en el impacto visual que se busca. Aparecen referencias no sólo a aspectos políticos
sino también a las repercusiones económicas y turísticas del viaje.
Por
otro lado, los artículos están bien documentados y el medio ha ofrecido un
amplio despliegue informativo sobre el viaje, que ha sido noticia de portada en
dos ocasiones. Parece evidente que la información sobre Juan Pablo II interesa
a la prensa ilustrada. Sin embargo, algunas de las noticias hacen gala de
especial habilidad en el manejo de una ironía que en ocasiones es tan sutil
como poco informativa.
En
el período de estudio destaca también la petición de perdón que la Iglesia
hizo pública al mundo entero. En la cobertura se hace especial hincapié en los
testimonios que están en desacuerdo con la actitud de Juan Pablo II, tanto los
"ultramontanos", como los "problemáticos" o
"progresistas", lo que resulta un tanto paradójico. Lo interesante es
demonizar al Papa haga lo que haga y diga lo que diga. El tratamiento
informativo de las noticias, en fin, no es el más adecuado. Entender al Papa
como líder espiritual resulta relevante para comprender el elevado valor simbólico
de sus acciones, que tienen siempre como telón de fondo el sentido trascendente
y el fin sobrenatural de las personas.
En
el análisis del reciente nombramiento de Monteiro de Castro como nuncio de la
Iglesia en España, se analiza la trayectoria vital del obispo como si de una
"carrera" diplomática o política se tratara. Se realizan numerosas
comparaciones con las trayectorias profesionales en el ámbito civil y, de
nuevo, no se tiene en cuenta el carácter religioso del cargo. En la cuestión
de la enseñanza de la religión en España, El País adopta una postura
peculiar y apunta a una relación estrecha entre el Partido Popular y la
Conferencia Episcopal Española (CEE, en adelante). Se muestra a la CEE como
satisfecha por la mayoría absoluta y dispuesta a aprovecharla al máximo para
conseguir que se enseñe la religión en los colegios públicos, lo que parece
una obvia carencia cultural ?no sólo religiosa- de nuestro sistema educativo. Aún
así, se tolera que los obispos expliquen su postura a través de citas. En la
sección de cultura aparecen menciones a Jesucristo, que es, ciertamente, el
personaje más retratado de la historia de la humanidad. Pero el diario se queda
en una visión meramente humana de Jesús, sin capacidad para vislumbrar o
contribuir a la reflexión acerca del misterio de lo religioso.
En
el ámbito de la opinión, en el período analizado se publican cinco artículos
sobre de la figura de Juan Pablo II. Los artículos tienen una nota común:
carecen de respeto profundo por lo sobrenatural, y se limitan a aportar una visión
política del viaje a Tierra Santa, o exigen que la Iglesia revise su petición
de perdón y la amplíe hacia otros aspectos para alcanzar lo que El País y sus
expertos religiosos presentan como una necesaria y radical reforma eclesiástica.
También
se dedicó un amplio artículo en el suplemento dominical a Rouco Varela, actual
presidente de la CEE. En el reportaje se aborda la posibilidad de que un español
sea elegido Papa y se apunta a Rouco como el obispo mejor preparado de España
para suceder a Juan Pablo II. Se habla de las supuestas intrigas vaticanas y se
analizan las cualidades de este obispo español. La naturaleza del reportaje es
subjetiva y parcial. Se nota que la prensa ilustrada no aplica siempre los
mismos raseros deontológicos: no faltan citas textuales que no son atribuidas a
nadie en concreto, incumpliendo un principio básico del periodismo de calidad,
que es citar las fuentes.
Un
artículo de opinión de Rafael Termes, publicado el 8 de marzo, fue inicio de
una serie de cartas al director del periódico en las que se ofrecieron puntos
de vista y matizaciones al texto de Termes, que era, a su vez, réplica al
publicado días atrás por el teólogo disidente Juan José Tamayo, uno de los
gurús religiosos de la prensa ilustrada. La tesis que defiende Termes es que
los obispos españoles tienen no sólo el derecho sino también el deber de
aconsejar para que los católicos y personas de buena voluntad tengan el
criterio necesario para ejercer su derecho al voto.
Las
conclusiones del estudio validan muchos de los comentarios de Lorda: existe en
El País una tendencia a plasmar las informaciones y opiniones religiosas en
clave política; la religión interesa notablemente; hay recelo hacia la Iglesia
Católica y sobre todo hacia su Jerarquía; la visión que se aporta sobre el
hecho religioso es exclusivamente humana y por eso las cuestiones no se abordan
con la necesaria profundidad.
3. CONCLUSIONES: ¿QUÉ PUEDE HACERSE CON LOS MEDIOS? ¿PUEDE LA IGLESIA
DESDEÑARLOS EN LA COMUNICACIÓN DE SU MENSAJE?
Ratzinger,
en su reciente conferencia de la Universidad Complutense glosa un texto del
Fedro de Platón: "íahora son eruditos en muchas cosas, pero sin verdadera
instrucción, y así pensarán ser entendidos en muchas cosas, cuando en
realidad no entienden de nada, y son gente con la que es difícil tratar, puesto
que no son verdaderos sabios, sino sólo sabios en aparienciaí. Quien piensa
hoy en cómo programas de televisión de todo el mundo inundan al hombre con
informaciones y le hacen así sabio en apariencia; quien piensa en las enormes
posibilidades del ordenador y de Internet, que le permiten al que consulta, por
ejemplo, tener inmediatamente a disposición todos los textos de un Padre de la
Iglesia, en los que aparece una palabra, sin haber penetrado en cambio en su
pensamiento, ése no considerará exageradas estas prevenciones. Platón no
rechaza la escritura en cuanto tal, como tampoco nosotros rechazamos las nuevas
posibilidades de la información, sino que hacemos de ella un uso
agradecido" .
Estas
palabras me parecen claves para entender la respuesta a las preguntas
anteriores. Es cierto que los medios contribuyen a cierta banalización del análisis
sobre la Iglesia Católica y que con frecuencia no tratan las cuestiones con la
necesaria profundidad. Eso sucede muchas veces por no acudir directamente a los
textos originales y completos, que es un principio de buena práctica periodística.
Les tientan los desinformativos planteamientos dialécticos
conservadores-progresistas, izquierda-derecha típicos en la información política,
pero que difícilmente ayudan a comprender la religión. Pero también es verdad
que los medios contribuyen a difundir el mensaje de la Iglesia. La solución no
pasa por abonarse al pesimismo, dejar los medios a su suerte o marginar la
comunicación eclesiástica a los medios que son propiedad de la Iglesia Católica.
Como
señalaba Lichter, "los miembros de la Jerarquía son citados
frecuentemente y sus enseñanzas se presentan en la arena pública, a menudo sin
refutación por críticos" . Juan Pablo II y la Iglesia Católica son
protagonistas de la comunicación en los inicios del tercer milenio. Fazio
explica que "Juan Pablo II ha logrado estar presente en la plaza de la
aldea global, en un puesto además de primera importancia, señal de que domina
los lenguajes de la sociedad contemporánea. Durante su pontificado ha logrado
plantear una agenda, es decir, proponer al gran debate universal los temas que
considera importantes: el derecho a la vida, la libertad religiosa, la dignidad
de la persona, y, sobre todo, la necesidad de abrir las puertas a Cristo para
que la humanidad encuentre respuestas a sus preguntas por el sentido de la
existencia humana".
Weigel,
el último biógrafo de Juan Pablo II , abunda en la misma idea. En efecto,
"Juan Pablo II ha sido (...) indiscutiblemente, el Papa más visible de la
historia. De hecho, existen motivos para afirmar que ha sido el ser humano más
visible de la historia. Es casi seguro que le ha visto más gente en vivo que a
cualquier otra persona. Si se añade a la ecuación el impacto multiplicador de
la televisión, resulta casi imposible determinar hasta qué punto ha llegado
hasta los más ocultos reductos de la humanidad" .
Aunque
Juan Pablo II no tiene particular interés por la popularidad, se ha dirigido
directamente a las multitudes que le acompañan por doquier, y los medios (y de
manera especial, la televisión, con su indudable influencia) han difundido sus
palabras y sus gestos. El Papa ha entendido que la sociedad actual ya no puede
pensarse sin los medios de comunicación. Hace ya casi una década consideraba
que "el primer areópago del tiempo moderno es el mundo de la comunicación"
. En este sentido tienen interés todas las iniciativas que tiendan a presentar
el mensaje religioso en medios laicos, como la citada de Termes en El País o la
de Haldane en The Times .
Las
investigaciones anteriores plantean cierto pesimismo: flota en ellas la impresión
de que el carácter espectacular de los medios, que prima el conflicto y el
enfrentamiento, supone un obstáculo insalvable para la adecuada presentación
de la información religiosa. Desde una perspectiva más optimista, hay que señalar
que no necesariamente ha de ser así: ha llegado quizá el momento de comunicar
más y mejor ?como Juan Pablo II-, de presentar el propio retrato de forma más
precisa y abundante, antes de esperar que lo presenten otros. Los medios de
comunicación pueden ser una ayuda inestimable para lograr ese objetivo, a pesar
de las evidentes dificultades. Y, en cualquier caso, a la altura del 2000,
resulta imprescindible contar con ellos.
Fazio,
Mariano. "La sociedad de la comunicación en el pensamiento de Juan Pablo
II", en Comunicación y Sociedad, Vol. X,
nº 2, 1997, 165-183.
Haldane, John. "Credo", The Times,
October 19, 1996 to November 6, 1999.
Juan
Pablo II, Carta Encíclica Redemptoris Missio, 7.XII.1990.
Lichter, Robert S., Ed., Amundson, Daniel;
Lichter, Linda S. Media Coverage of the Catholic Church, Bethesda (Maryland),
1991.
Lorda,
Juan Luis. "La desinformación religiosa", Ecclesia, enero-febrero del
2000, 138-140.
Pérez-Latre,
Francisco J. "La Iglesia ha llevado las de perder". En Nuestro Tiempo,
nº 473, Noviembre 1993, 98-103.
Riley, Patrick y Shaw, Russell, eds.,
Anti-Catholicism in the Media: an Examination of Whether Elite News
Organizations are Biased Against the Church, Huntington (Indiana), 1993.
Shaw, Russell; Mammoser, Thomas L.; Maniscalco,
Francis J. Dealing with Media for the Church. Pontifical University of the Holy
Cross, School of Institutional Communication, Roma 1999, 116 págs.
Ratzinger,
Joseph. Conferencia en la Universidad Complutense de Madrid, 2000. Texto
publicado en www.zenit.org.
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