Cinco días que han reconciliado a católicos y
ortodoxos en Ucrania. Boris Gudziak, director de la Academia Teológica, comenta
el viaje
LVOV, 28 junio 2001.- «Ahora se ha dado cuenta todo
el mundo: entre el Papa y nuestra Iglesia hay un gran "feeling"». Le
gusta expresarse todavía en inglés al padre Boris Gudziak, rector de la
Academia teológica de Lvov, que es la niña de los ojos de la vivaz comunidad
greco-católica. En esta entrevista un balance de la visita papal.
Es el típico ejemplo de la nueva generación de
creyentes: hijo de emigrantes en Canadá, estudiante en Roma junto al indomable
cardenal Josif Slipyi, volvió a Ucrania después de 1990 trabajando para la
Iglesia como laico y recibiendo luego la ordenación sacerdotal.
--¿Qué le ha
impresionado de este viaje?
--La gran capacidad de establecer contacto auténtico
y profundo con nuestro pueblo. A todos los niveles, con los intelectuales, con
los representantes de las diversas confesiones religiosas en el palacio de la
Filarmónica de Kiev, con los jóvenes, aquí, en Lvov. Ha sabido tocar las
cuerdas más sensibles del alma ucraniana, conectando la historia pasada con las
tareas del futuro. Desde 1991, desde los tiempos de la reconquistada
independencia, no he visto tal euforia en nuestro país.
--El Papa ha
expresado admiración por la Iglesia de Ucrania. ¿Se sienten orgullosos de este
reconocimiento?
--El Papa Wojtyla nos ha sostenido siempre, incluso
cuando en la Iglesia de Occidente había ignorancia e indiferencia respecto a
nosotros. Nuestra comunidad le ha respondido con entusiasmo. Podemos decir que
entre los greco-católicos, un fiel de cada cuatro asistió a la solemne
celebración presidida por el Papa, medio millón de jóvenes rezó y cantó con
él, sin contar la gran multitud que ha encontrado a su paso. Diría que, entre
nosotros y Juan Pablo II hay un gran «feeling», una gran sintonía y ahora
todos se dan cuenta.
--Esta visita
se ha desarrollado bajo el signo del perdón. Ayer, el cardenal Lubomyr Husar
pidió perdón «por el mal que han hecho al prójimo ciertos hijos e hijas de
la Iglesia greco-católica respecto a los ortodoxos.
--Que nuestros fieles no hayan actuado siempre en
modo ejemplar lo hemos dicho en varias ocasiones. Querría sin embargo hacerle
notar que, al inicio de los años noventa, cuando los ánimos estaban encendidos
y los contrastes eran muy fuertes, no hubo ni siquiera una víctima. Centenares
de edificios de culto han vuelto a sus legítimos propietarios, 600 sacerdotes
ortodoxos han pasado a la Iglesia católica y esto, tras 50 años de dura
represión, pero salvo algunas excepciones, todo se ha dado sin violencia. Si
piensa en la guerra entre católicos y protestantes en Irlanda, por no hablar de
lo que sucede entre judíos y musulmanes en Medio Oriente, admitirá que, entre
nosotros, todo o casi todo se ha desarrollado de modo muy correcto.
--Tras esta visita, ¿se abrirá finalmente el diálogo
con los ortodoxos?
--El diálogo ya existe. Además, en algunos casos,
hay colaboración, por ejemplo en el campo de la formación. En la Academia Teológica,
hay profesores ortodoxos junto a católicos, ejemplo práctico de ecumenismo
que, gracias a Dios, no se reduce a frotarse las barbas entre eclesiásticos. El
diálogo no existe donde triunfa la retórica típica de algunos vértices de la
jerarquía ortodoxa. Pero, entre la gente, el diálogo ya existe. Miles de
fieles ortodoxos han participado en las ceremonias del Papa de manera espontánea.
La visita ha hecho aflorar una realidad en mi opinión muy prometedora.
ZS01062806
Adiós del Papa
a Ucrania: ha llegado la hora de la reconciliación en Europa. Pide colaboración
política y religiosa desde el Atlántico hasta los Urales
LVOV, 27 junio 2001 .- Juan Pablo II se despidió en
la tarde del miércoles de Ucrania lanzando un llamamiento a la unidad en Europa
desde el Atlántico a los Urales, y entre los cristianos de las diferentes
confesiones.
Despidió al pontífice, en el aeropuerto
internacional de Lvov, el presidente ucraniano Leonid Kuchma, quien en su breve
discurso de agradecimiento consideró que los cinco días que ha pasado el pontífice
constituyen un paso decisivo para que su país pueda continuar el proceso de
integración en la Unión Europea.
Cuando se ponía el sol el pontífice subió
lentamente las escaleras del avión de la Ukraine International que le llevaría,
tras tres horas de vuelo, a Roma. Ponía así punto final a su 94 viaje
internacional, considerado como uno de los más difíciles de su pontificado, a
causa de la oposición presentada por el patriarca de Moscú, Alejo II.
«Mi esperanza --dijo el Papa en el discurso que
pronunció durante la ceremonia de despedida-- es que Ucrania pueda integrarse,
a pleno título, en una Europa que abrace a todo el continente, desde el Atlántico
hasta los Urales», pues «no puede darse una Europa pacífica e transmisora de
civilización sin esta ósmosis y esta participación en los valores diferentes
y al mismo tiempo complementarios que son típicos de los pueblos de Oriente y
de Occidente».
Para alcanzar este objetivo, consideró el pontífice,
deben colaborar todos los cristianos, católicos, ortodoxos y reformados, como
hicieron durante el tiempo del totalitarismo comunista, cuando creyentes de las
tres confesiones se convirtieron en faro de libertad y esperanza, a pesar de que
para ello tuvieron que pagar con el precio de la vida misma.
«¡Unidad y Concordia!», concluyó. «Este es el
secreto de la paz y la condición de un auténtico y estable progreso social.
Gracias a esta sinergia de intenciones y de acciones, Ucrania, patria de fe y diálogo,
podrá ver cómo es reconocida su dignidad en la comunidad de naciones».
En sus once discursos y homilías pronunciados en
Ucrania, las palabras «reconciliación» y «perdón», especialmente dirigidas
al patriarcado ortodoxo de Mocú, han sido las más repetidas
En estos cinco días, se ha encontrado con unos dos
millones de personas, muchos de ellos ortodoxos. La visita se ha desarrollado en
un «crescendo» de participación popular, que comenzó en Kiev, en medio de un
ambiente de circunspecta acogida, y que concluyó en Lvov, bastión del martirio
greco-católico, en un clima de fiesta desbordante.
La última jornada de la visita pontificia se
convirtió en el día más importante de la historia de la Iglesia greco-católica:
ante un millón de peregrinos, por primera vez, un obispo de Roma beatificaba a
cristianos orientales en el marco de una liturgia bizantina.
Del 23 al 27 de junio, el Santo Padre se ha
encontrado con los miembros del Gobierno ucraniano, con los representantes de
los partidos políticos, con exponentes de la sociedad civil, así como con
todos los líderes religiosos (ortodoxos, reformados, judíos y musulmanes). El
único que se negó a estrechar la mano del Papa ha sido Su Beatitud Vladimir,
arzobispo metropolitano de Kiev, fiel al patriarcado de Moscú.
Al llegar al aeropuerto de Kiev, el sábado pasado,
el pontífice había confesado que se había prefijado dos objetivos: confirmar
en la fe a los católicos ucranianos y promover el diálogo ecuménico,
especialmente con la Ortodoxia.
El primer objetivo lo ha logrado con pleno éxito, como lo demostraron las imágenes de la beatificación conclusiva. El segundo parece mucho más incierto: todo depende ahora de la capacidad del patriarca moscovita, Alejo II, para acoger el perdón pedido y ofrecido por el pontífice en tierras ucranianas.
ZS01062705
Viaje a Ucrania fortalece salud del Papa, afirma
Navarro Valls
ROMA, 27 Jun. 01 (ACI)
- El Papa Juan Pablo II se
encuentra "increíblemente bien" de salud y está muy feliz y contento
con su viaje a Ucrania, hasta el punto de que está visitando templos y lugares
no previstos en el programa y quitándose horas de sueño para rezar.
Así lo aseguró ayer en Lviv el portavoz vaticano,
Joaquín Navarro Valls, quien añadió que el Pontífice está "en
forma".
Juan Pablo II, que se encuentra en la tierra de sus
antepasados maternos (sus abuelos nacieron en esta región, la Galicia eslava,
aunque su madre nació en Polonia), está aprovechando al máximo la visita y no
ha dudado en cambiar los programas para estar más cerca de la gente, que a su
llegada le recibió como a un héroe y le nombró hijo predilecto.
Así, en vez de dirigirse este lunes directamente
desde el aeropuerto hasta su residencia, prefirió hacer el recorrido a paso
lento en el "papamóvil", para permitir a las decenas de miles de
personas que abarrotaban las calles verle de cerca y dedicarles alguna que otra
sonrisa.
Juan Pablo II lleva tres intensos días de visita,
pero sus deseos de conocer iglesias y rezar en ellas le llevó en las últimas
horas a acudir a tres templos, uno de ellos de los católicos armenios,
retrasando todo el programa.
Ello supuso que, por ejemplo, anoche se acostara a
las 12:15 a.m., algo inusual en él. Pero le valió la pena, ya que pudo orar en
la catedral de San Jorge, en el complejo donde tiene su sede la iglesia católica
de rito bizantino (la llamada "iglesia uniata"). A pesar de lo tarde
que se acostó, ayer, según precisó Navarro, se levantó poco después de las
5:00 a.m.
En esta jornada ofició una Misa multitudinaria en la
que beatificó a dos religiosos locales y almorzó con los representantes de las
dos iglesias católicas presentes (la de rito latino y la "uniata").
Por la tarde se reunirá con miles de jóvenes.
Para el Papa este viaje es un homenaje a los católicos
ucranianos fuertemente perseguidos durante el comunismo y el nazismo y por ello
no quiere "ahorrarse" un esfuerzo.
Introducción a la serie sobre “Perdón, la reconciliación y la Justicia Restaurativa” |
Aprender a perdonar |
Verdad y libertad |
El Magisterio Pontificio sobre el Rosario y la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae |
El marco moral y el sentido del amor humano |
¿Qué es la Justicia Restaurativa? |
“Combate, cercanía, misión” (6): «Más grande que tu corazón»: Contrición y reconciliación |
Combate, cercanía, misión (5): «No te soltaré hasta que me bendigas»: la oración contemplativa |
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Combate, cercanía, misión (3): Todo es nuestro y todo es de Dios |
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