Han pasado 25 años desde que los padres de Tim se
divorciaron. Tim tiene 30 años y para sus amigos, el divorcio de sus padres es
un episodio insignificante de su pasado. No para Tim… ni para la gran mayoría
de hijos de divorciados, tal como lo ha demostrado la investigación más seria
y extensa realizada hasta ahora sobre el divorcio y sus consecuencias en los
hijos.
La experta
Que el divorcio tiene consecuencias devastadoras en
los hijos ha sido la conclusión final a la que ha llegado la psicóloga
californiana Judith Wallerstein… y cuando Wallerstein habla sobre divorcio,
muy pocos se atreven a desafiarla. ¿El motivo? La psicóloga ha venido
siguiendo ininterrumpidamente, desde 1971, los casos de 21 hijos de divorciados.
Los investigados, hoy ya adultos, son todos blancos, de clase media y de
suburbios californianos, de tal manera que ningún factor racial o social pueda
interferir en las conclusiones de la investigación. Desde que comenzó su
investigación, la psicóloga ha publicado dos libros -el último hace apenas
unas semanas- y numerosos informes periódicos, que le han valido la merecida
fama de ser la más importante investigadora en temas de divorcio y sus
consecuencias.
Derribando mitos
Según Wallerstein, la idea de que el trauma del
divorcio tiene su punto crítico durante el tiempo inmediato a la separación de
los padres, es totalmente errada. Por el contrario, el trauma vivido por los
hijos de padres divorciados se prolonga a lo largo de los años y les dificulta
afrontar los cambios propios de la adolescencia así como sus primeras
relaciones amorosas, que se ven conflictuadas por temores derivados de la
experiencia traumática. Las conclusiones en este sentido son tan poderosas que
el San Francisco Chronicle ha tenido que admitir que "sus conceptos están
destinados a reabrir el debate sobre la familia, especialmente en nuestro país".
Resultados
En su última obra, Law and Divorce -"Ley y
Divorcio"-, la psicóloga aporta conclusiones contundentes sobre el perfil
psicológico de los hijos de divorciados. Según la investigación:
25% de ellos no ha terminado el colegio (contra 10%
de hijos normales).
El 60% ha requerido tratamiento psicológico (contra
el 30%).
El 50% ha tenido problemas de alcohol y drogas antes
de los 15 años.
El 65% tienen una relación conflictiva con el padre
(sólo el 5% ha recibido ayuda económica sustancial por parte del padre).
Pese a que la mayoría pasan los 30 años de edad,
apenas el 30% se ha casado.
Del total de casados, el 50% ya se ha divorciado.
Problemas
Estas cifras son expresión de problemas psicológicos
de fondo. Según la experta, aunque las reacciones psicológicas al trauma son
diferentes y tan variadas como el número de individuos, existen algunas
constantes. En efecto, los hijos de los divorciados sufren sentimientos de culpa
-"¿Se separaron por mi culpa?"-, irritación y malhumor, y una gran
desconfianza o incapacidad para expresar sus sentimientos auténticos en el
momento adecuado.
Cambiar la ley
La Dra. Wallerstein piensa que pedir un cambio global
en la sociedad es arar en el mar. Sin embargo, en su última obra propone que
algunos cambios fundamentales sean introducidos en la legislación sobre el
divorcio. Por lo pronto, recomienda que los hijos sean tenidos en cuenta al
momento de elegir cuándo y cómo deben encontrarse con los padres que no viven
con ellos. La razón de esto es que, una de las principales fuentes de traumas
en los hijos de divorciados es la sensación de sentirse como un
"paquete" que cambia de manos con una periodicidad que no respeta los
ritmos afectivos naturales del niño (Almudi.org. mayo 2001).
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