Febrero 2001.
Casi el 90% los habitantes del planeta vivirán en países pobres, Occidente
necesitará 100 millones de inmigrantes anuales para mantener su población
activa, España será el país más envejecido del mundo, con una edad media de
55 años... Las previsiones del último informe de la División de Población de
la ONU, publicado el 28 de febrero, han surtido a la prensa de titulares
rotundos. Quizá no sean tan impresionantes, sin embargo, para quien se acuerde
de predicciones anteriores y confronte las actuales con las viejas. Para ayudar
a los lectores a valorar el reciente informe hemos acudido al geodemógrafo
Manuel Ferrer Regales.
Desde su primer libro, El proceso de superpoblación urbana (CECA, 1972), el Dr. Ferrer
Regales ha prestado atención a las cuestiones demográficas más acuciantes de
nuestro tiempo. A la misma línea básica de investigación responden sus dos últimas
obras: Declive demográfico, cambio urbano
y crisis rural (EUNSA, 1994), en colaboración con Juan José Calvo, y Población,
ecología y medio ambiente (EUNSA, 1996; ver servicio 33/97), que firma
también Antonio Peláez. En la actualidad, el Dr. Ferrer Regales es profesor
honorario de la Universidad de Navarra y director del Centro de Estudios de
Ecología Humana.
El último informe bienal de la ONU (ver cuadro)
predice que la población mundial se estabilizará hacia mediados de este siglo
en unos 9.300 millones de personas. La ONU no pone el acento ya en el aumento de
la población, sino en su envejecimiento, que será más marcado en Occidente
pero drástico en el Tercer Mundo. Destaca también el desequilibrio entre las
regiones pobres, más jóvenes y mucho más pobladas (tendrán el 88% de los
habitantes del mundo), y las ricas. De modo que anuncia una fuerte presión
migratoria hacia estas últimas.
Haciendo
memoria
— El informe
parece preocupante...
— Conviene primero hacer un balance de las
predicciones demográficas de las cuatro pasadas décadas. Antes de este informe
referido al año 2050 se hicieron previsiones para el año 2000. Se anunció un
revés fatídico, que involucraba a la población proyectada al largo plazo y a
su relación con otras variables como producción alimenticia, hambre y pobreza,
agotamiento de recursos, continuidad de un foso insalvable entre países
desarrollados y subdesarrollados, contaminación...; revés que no se ha
cumplido.
Respecto al número futuro de habitantes, son
expresivas las correcciones a la baja realizadas por la División de Población
de la ONU en las décadas de los ochenta y noventa de cara a 2000. La tasa de
incremento de la población mundial se halla en descenso desde los años
ochenta. Lo mismo ocurre con el crecimiento vegetativo anual (diferencia entre
nacimientos y fallecimientos): cuantificado por el reciente informe en 77
millones, a principios de la pasada década era de noventa y tantos millones.
Progresos
reales
— Entonces,
¿qué certeza tienen las proyecciones demográficas a 50 años vista?
— La experiencia muestra cómo en la segunda mitad
del siglo han tenido lugar cambios espectaculares, no previstos por la teoría
demográfica y sociológica. Tras el baby
boom de los años cincuenta y sesenta, llega el comienzo de la crisis demográfica,
anterior a la crisis económica de los setenta. Después, Europa se instala por
debajo del umbral del reemplazo de generaciones (media de 2,1 hijos por mujer),
y no sirven, por tanto, las consideraciones que preveían el comportamiento de
las parejas respecto al número de hijos: teoría de los ciclos de alza y baja,
relación con las épocas de pleno empleo o de crisis económica y paro, etc.
Volviendo a las proyecciones de cara al año 2050,
basta recordar las referidas a la estabilización de la población mundial.
Durante años se consideró que la estabilización se conseguiría a fines del
siglo XXI en torno a los 10.000 o 12.000 millones. Sin embargo, ahora se cree
que el nivel de crecimiento cero será inferior y tendrá lugar en torno a
mediados de siglo. Concretamente, las proyecciones publicadas por la ONU en 1999
cifran la población de 2050 en 8.909 millones, frente a los 9.367 millones
previstos en 1997 y los 9.833 millones del informe de 1995. Ahora, por el
contrario, en este nuevo informe proyectivo se afirma que la población mundial
llegará a los 9.200 millones: un aumento significativo respecto a la cifra de
1999.
En fin, vale la pena recordar que Eurostat hace
algunos años afirmaba que una proyección de población que vaya más allá del
medio plazo es opaca. Mi hipótesis es que en 2050 vuelva a repetirse el
contraste entre unas predicciones sombrías y una realidad menos aciaga que la
proyectada.
De la
"bomba demográfica" a la explosión de canas
— Durante
muchos años nos han asustado con la "explosión demográfica". ¿Ahora
hemos de preocuparnos por el envejecimiento de la población?
— Efectivamente, hemos dejado atrás la
"demografía galopante" de que se hablaba en los años sesenta. Ahora
la División de Población de la ONU inaugura una nueva forma de presentación
de las proyecciones. Ya no se trata de poner el acento en la aceleración demográfica,
sino en un envejecimiento que está destinado a difundirse a lo largo y ancho
del mundo en vías de desarrollo, conforme vaya disminuyendo la fecundidad. Vale
la pena, de todas formas, no dar riendas sueltas a imaginaciones sobre un mundo
deshumanizado.
— ¿Qué
frena la fecundidad en el mundo, sobre todo en Europa?
— Si nos atuviéramos únicamente a los factores técnicos
y sociológicos para explicar el por qué de la actual situación de
subnatalidad en casi la mitad de la población mundial, la respuesta quedaría
incompleta. Los factores políticos y, sobre todo, la crisis de civilización
que padece Europa, o si se quiere el secularismo consumista que nos caracteriza,
tienen que ser citados.
Por añadidura, el retraso en la edad del matrimonio
es otro factor a tener en cuenta, en el que pueden incidir las dificultades de
acceso a la vivienda. La permisividad sexual, en el caso de que se practique
desde la adolescencia y perdure en la juventud, aleja la idea del hijo al largo
plazo o conduce al embarazo no deseado o al aborto.
Hay que aludir, en definitiva, al sistema de valores
para explicar este desplome inédito de la fecundidad. Las distintas políticas
de fomento de la maternidad y de la compaginación del trabajo profesional con
la atención a la familia explican en parte las diferencias en la tasa entre los
países europeos. Difícilmente se entendería la situación española, la más
baja de Europa, a no ser porque es el país donde las políticas familiares se
hallan más retrasadas. De todas formas, ni el establecimiento de políticas de
ayuda logran que en Europa se llegue al 2,1 de reposición.
Es significativo, a su vez, que las encuestas señalen
que el número de hijos tenido por la mujer europea es inferior al deseado, lo
que abre la esperanza a que el removimiento de los obstáculos objetivos, o de
la incoherencia con los propios valores, pueden contribuir a mejorar la situación.
En cualquier caso, y retomando el informe de la ONU, lo que no es de recibo es
señalar que la tasa de fecundidad de España será en el año 2050 de 1,64
hijos por mujer frente al 1,13 actual. ¿Quién sabe lo que puede ocurrir hasta
entonces?
Las previsiones del informe En 2050, el mundo tendrá 9.322 millones de
habitantes (hipótesis media). Todos los continentes crecerán, excepto
Europa, que perderá 124 millones de habitantes, hasta quedarse en 603
millones. El mayor aumento absoluto será el de Asia (de 3.672 a 5.428
millones), pero en términos relativos, crecerá más África (de 794 a
2.000 millones). El 88% de la población mundial estará en los países
(actualmente) en desarrollo, frente al 81% hoy. Para mantener la relación
entre activos y jubilados, los países ricos necesitarían absorber 100
millones de inmigrantes hasta 2050. En la actualidad hay 64 países –que tienen el
44% de la población mundial– con tasas de fecundidad insuficientes para
asegurar el reemplazo de generaciones (mínimo: 2,1 hijos por mujer). La
fecundidad media mundial bajará de 2,68 (2000) a 2,15 hijos por mujer
(2050). La tasa seguirá descendiendo en los países en desarrollo y subirá
en los ricos, pero sin llegar al umbral de reemplazo. Los países menos
fecundos serán Alemania e Italia (1,61), seguidos de España (1,64) y
Austria (1,65). La edad media de la población mundial subirá de
26,5 a 36,2 años, con importantes diferencias entre las regiones: 46,4 años
en las más desarrolladas, 35 años en las poco desarrolladas y 26,5 en
las de desarrollo mínimo. El número de mayores de 60 años pasará de
606 a 2.000 millones (21,5%), de modo que será aproximadamente igual al
de menores de 14 años. España perderá el 21,8% de su población actual
de 40 millones, para quedarse en 31,2 millones. Será además el país más
envejecido del mundo, con una edad media de 55 años. El demógrafo norteamericano Nicholas Eberstadt, del American Enterprise Institute
(Washington), ha comentado así las predicciones del informe: "No hay
base científica para hacer proyecciones demográficas a largo plazo,
porque nadie sabe cómo estimar cuántos hijos tendrán las personas que
en el momento presente no han nacido aún. Así que una previsión para
dentro de medio siglo es ciencia-ficción" (New
York Times, 28-II-2001). |
(ACEPRENSA)
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