Homilía del Papa Francisco en Santa Marta
A veces los cristianos prefieren el fracaso, que da lugar a las quejas, a la insatisfacción, campo perfecto para la siembra del diablo. Es el cansancio que recoge el Libro de los Números (Nm 21,4-9). El pueblo de Dios –se lee en la Primera Lectura– no soportó el viaje. Comenzaron con entusiasmo, creyendo a Moisés: prepararon el cordero, los panes, todo, para huir: tenían esperanza, luego vino la alegría de la salida de Egipto, y luego, a orillas del mar, el miedo. Los israelitas veían venir el ejército y empezaron a insultar a Moisés: “¡Nos has traído aquí para dejarnos morir!”». Pero el miedo, en breve, gracias al milagro del mar, se transformó en la alegría de la liberación, y siguieron adelante. Pero el entusiasmo y la esperanza se fué desvaneciendo poco a poco, primero junto al mar y luego en el desierto, murmurando contra Moisés. El espíritu de cansancio nos quita la esperanza, aunque ese cansancio es selectivo: siempre nos hace ver lo peor del momento que estamos pasando y olvidar las cosas buenas que hemos vivido. Con la murmuración llega también el despego de Dios. Se la toman con Moisés, se quejan del Señor, e incluso llevan a la apostasía. Porque cuando estamos desolados buscamos refugio en los ídolos o en la murmuración, o en tantas cosas… Es un modelo para nosotros. Y ese espíritu de cansancio en los cristianos nos lleva también a un modo de vivir insatisfecho: el espíritu de insatisfacción. Nada nos gusta, todo va mal… El mismo Jesús nos lo enseñó cuando dice de ese espíritu de insatisfacción que somos como los niños que juegan.
Algunos cristianos ceden al fracaso, a veces tienen miedo de los consuelos, miedo de la esperanza, miedo de las caricias del Señor, llevando a una vida de quejas continuas. Esa es la vida de tantos cristianos. Viven lamentándose, viven criticando, viven en la murmuración, viven insatisfechos. El pueblo no soportó el viaje. Los cristianos tantas veces no soportamos el viaje. Y nuestra preferencia es el apegamiento al fracaso, o sea la desolación. Y la desolación es de la serpiente: la serpiente antigua, la del Paraíso terrestre. Es un símbolo, aquí: la misma serpiente que sedujo a Eva y eso es un modo de mostrar la serpiente que llevan dentro, que muerde siempre en la desolación.
Pasa la vida quejándose: le pasa a los que prefieren el fracaso, no soportan la esperanza, no soportaron la resurrección de Jesús. Hermanos y hermanas, recordemos solo esta frase: “El pueblo no soportó el viaje" (*). Los cristianos no soportan el viaje. Los cristianos no soportan la esperanza. Los cristianos no soportan la curación. Los cristianos no soportan el consuelo. Estamos más apegados a la insatisfacción, al cansancio, al fracaso. Que el Señor nos libre de esta enfermedad.
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(*) El leccionario en español pone: “El pueblo se cansó de caminar” (ndt).