¿Por qué está huyendo?
-Porque él es el héroe que se merece la ciudad pero no el que necesitamos ahora. Así que lo perseguiremos, él puede resistirlo.
Porque él no es un héroe, es un guardián
silencioso…
The Dark Knight (2008)
I- INTRODUCCIÓN
1-Contexto y el concepto de «cristiandad» en Kierkegaard
En el contexto político y el momento histórico que vivió Søren Kierkegaard (1813- 1855) –y que guarda muchas características con la actualidad- la sociedad danesa en general se consideraba “cristiana” por antonomasia, debido a la primacía del protestantismo luterano que en aquél tiempo se extendía casi por todos los países escandinavos. Las personas se hacían conocer por los corredores y las calles como “cristianos” jactándose de dicho título por cumplir los estatutos que la institución religiosa les dictaminaba: dar el diezmo, ir al templo, escuchar el sermón, reunirse en cafés y lugares para discutir y tratar temas religiosos que estaban íntimamente relacionados con lo político.. En aquella época bastaba con ser un miembro regular y reconocido frente a la institución religiosa oficial para obtener un amplio respeto por la sociedad.
Entre sus principales labores críticas surgidas por su inconformidad a la degradación que había sufrido el cristianismo, al cual, le había dedicado muchos años de su vida personal y su formación académica, Kierkegaard se enfoca a ese fenómeno que afectaba a toda Dinamarca y le asigna el nombre de cristiandad.
El pensador danés observó que la cristiandad solo era una ilusión [1]. La gente era religiosa, sí, pero sus vidas estaban conducidas en la indiferencia a las problemáticas que ocurrían y que afectaban a cada uno de los particulares de su entorno. El sistema filosófico de Hegel se había convertido en la bandera de conocimiento de los «caballeros» que abarcaban casi todos los horizontes y campos de pensamiento y acción -desde lo científico hasta lo teológico- y los individuos habían pasado a ser «platos de segunda mesa» regidos por un sistema irreal que solo complacía a unos cuantos y que a través de una dialéctica del amo y el esclavo la clase burguesa mantenía sus privilegios.
A través de su libro Kierkegaard's Relation to Hegel Reconsidered [2], Jon Stewart expone que debido al tamaño pequeño de la comunidad intelectual en Dinamarca, la polémica de Kierkegaard tenía que ser un poco velada e indirecta.
Kierkegaard critica la aplicación de la doctrina de la mediación de la encarnación y de la relación Dios-hombre; una crítica que se dirigía específicamente a los textos de un contemporáneo de Kierkegaard llamado Hans Lasen Martensen. La forma de hacer filosofía y teología evocaban a una cosa: la imposibilidad de la relación directa a través de la encarnación, una condición que solo podía desembocar en una falta de libertad de la cual se habían apropiado los daneses en aquella época.
Debido a esto, a través de la figura del caballero de la resignación infinita, Kierkegaard lanza una crítica diciendo:
Es fácil reconocer a los caballeros de la resignación infinita, pues caminan con paso ágil y decidido. En cambio engañan con facilidad aquellos que llevan consigo el tesoro de la fe, dado que su aspecto exterior presenta una sorprendente semejanza con quienes desprecian profundamente tanto la infinita resignación como la fe, es decir, con la burguesía. (Kierkegaard, p.109).
Para Kierkegaard, sus contemporáneos habían ahogado su individualidad en el mar de la totalidad, habían olvidado que su importancia no solo radicaba en formar parte de un corpus (cuerpo), sino por ser miembros particulares, cada uno diferentes entre sí. Habían olvidado que cada individuo tenía en sí mismo la tarea de determinar su propia existencia.
Aquel sistema que solo veía números marcados en la frente de los sujetos, extinguió la voluntad de ser en sus corazones. Contra esta sociedad que se había perdido en la enajenación, Kierkegaard aboga por traer de vuelta una nueva manera en que los individuos pudieran relacionarse entre sí y que pudiera ser una realidad en la vida de cada uno y en consecuencia, en lo comunitario.
II- NACE EL CABALLERO DE [LA] FE
Es por [la] fe que Kierkegaard le dedica todo un libro a Abraham (porque Abraham ha sido, es y será el padre de la fe) [3], y al testimonio de la prueba que enfrentó cuando Dios le pidió que entregara en sacrificio a Isaac; a este libro lo titula Temor y temblor (1843/1994) porque en Kierkegaard no existe otra manera de nombrar semejante experiencia [4].
Kierkegaard le da un giro completo a la interpretación del relato del Génesis [5] en el que descubre que la fe no tiene nada que ver con alguna categoría epistémica, ni tampoco es un producto de lo racional, ni algo que se adquiera de manera positiva a través de la mediación brindada por la educación o formación religiosa. No, [la] fe es una experiencia que acontece cuando se elige correr el riesgo de creer lo imposible [6].
En otras palabras, la fe no es algo que se adquiera por medio de un método, no es un aprendizaje que se obtiene a través de la mediación (porque si así fuera Hegel tendría razón); tampoco es producto de una herencia cultural o histórica. La fe no se sujeta a las creencias religiosas o conocimientos teológicos, ni tampoco es algo que la filosofía con sus exhaustivas indagaciones puede brindar. Solo se puede acceder a la fe cuando en el instante [7] del encuentro con aquél Absolutamente Diferente [8], sin tener conocimiento de sus motivos o razones, (como Dios que llama a su elegido y a su vez éste ha decidido responder). Es decir, a la fe se accede cuando el individuo decide dar un salto al absurdo [9].
Sin embargo, ejecutar dicho salto no es una experiencia placentera, no aterriza en el confort o el consuelo, por el contrario, se experimenta en la angustia, aquella a la que Kierkegaard relaciona con el vértigo que acontece cuando se salta sin saber en dónde se caerá, porque solo así se puede experimentar un verdadero salto [10]. La angustia es «el vértigo de la libertad [11]», de aquella libertad dada cuando ese Particular se ha reivindicado por encima de lo General al elegir lo Absolutamente Diferente, tal como lo hizo Abraham al responder a ese llamado que estaba por encima de lo ético.
Cuando Dios pide a Abraham sacrificar a Isaac (a quién más ama en el mundo) le está pidiendo que renuncie a su simiente [12], que entregue a su hijo amado, y con ello, que se entregue a sí mismo puesto que Isaac -como hijo de la promesa- haría de Abraham padre de muchedumbre lo cual generaría que su nombre se mantuviese vivo hasta la muerte. Este acto aterrador, a diferencia de cualquier otro, no trae consigo ninguna recompensa, aquí no entra la ley de la reciprocidad [13]. Dios le está pidiendo a Abraham «todo a cambio de nada», y más aún, sin la posibilidad de encontrar consuelo por su perdida, puesto que no puede justificarse ante los demás (ante sus compatriotas, ante Sara y sus siervos)
Abraham no se encuentra en el mismo estadio que los héroes trágicos como Agamenón que entrega a su hija en sacrificio dictado por la tradición para salvar a la polis de la ira de los dioses, o en el de Jefté que sacrifica la inocencia de su hija para que el castigo de Yahvé no azotara contra el pueblo tal como señalaban los sacerdotes. Así lo dice de Silentio:
Cuando, llegado el momento crítico, Agamenón, Jefté y Bruto, se sobreponen heroicamente a su dolor, cuando heroicamente han renunciado a la persona amada y sólo falta llevar a término la parte material del sacrificio, no habrá en ningún lugar un alma generosa que no derrame lágrimas de compasión por su dolor y de admiración por la hazaña.
[…]
Es muy clara la diferencia que existe entre el héroe trágico y Abraham: el héroe trágico no abandona nunca la esfera de lo ético. Para él cualquier expresión de lo ético encuentra su telos en otra expresión más alta de lo ético y reduce la relación ética entre padre e hijo o entre hija y padre a un sentimiento que encuentra su dialéctica en su relación con la idea de moralidad. Y ahí no puede existir, por lo tanto, una suspensión ideológica de la propia ética. (Kierkegaard, p. 154)
Abraham no es el caballero heroico que salga abanderado y elogiado por múltiples cantos de poetas o de rapsodas que cuenten su leyenda para ser ejemplo de otros; tampoco encuentra consuelo en las lágrimas de alguien que escuchara su testimonio –puesto que Abraham no habla, ni cuenta lo ocurrido-. Porque él no es un héroe, es un guardián silencioso que ha elegido proteger el secreto que él y Dios tienen, y que calla [pero también responde y es responsable] ante la imposibilidad de comunicar lo que ha sucedido. Abraham es un creyente, un caballero de [la] fe.
III- PRUEBA Y TENTACIÓN
En el relato bíblico se encuentra solo una participación activa de Isaac en el momento en que pregunta a Abraham ¿dónde está el cordero para el sacrificio? [14], Abraham responde brevemente con la afirmación -Dios proveerá. De lo anterior se explica por qué en Dar la muerte (1999) Derrida afirma que Abraham no dice una verdad puesto que la pregunta de Isaac apuntaba a una respuesta más específica, pero tampoco dice una no-verdad porque efectivamente Dios había provisto del cordero: el mismo Isaac. Abraham, dice y no dice. Le responde a Isaac pero Abraham elige a Dios al mantener a salvo el secreto que tiene con él.
El caballero de [la] fe sube al monte Moriah atravesando la tentación, la prueba, porque la verdadera tentación es según Johannes de Silentio elegir la ética; es decir, elegir a Isaac por encima de Dios [15]. Abraham tiene en sus manos elegir o lo uno o lo otro [16]. O cumple su deber de padre (porque Abraham ama a Isaac y no hay mayor muestra de amor que el deber que tiene el padre hacia su hijo), o bien, cumple su deber absoluto hacia Dios (sin tener conocimiento alguno del porvenir, ni tener razón alguna de porqué Dios da y Dios quita [17]).
¡Qué tremenda paradoja! pero Abraham toma una decisión y elige a Dios sobre todas las cosas, siendo su decisión la que genera en Dios el deseo de relacionarse con él de una manera distinta. Dios lo llama «amigo» [18], y será este llamado la señal de que Abraham ha alcanzado la esfera de máxima de la existencia. ¡Qué locura! Abraham ha ido más allá de lo imposible, pero ¿a qué costo?
IV- ¡TIEMBLA! [EL] CABALLERO DE [LA] FE
En Dar la muerte (1999), Derrida destaca la importancia de que Kierkegaard haya elegido como seudónimo a Johannes de Silentio como el autor de Temor y Temblor, puesto que el silencio es clave fundamental y primaria para la recepción de dicha obra. Johannes de Silentio es el poeta de Abraham, pero un poeta que asume la dificultad en la que se encuentra al intentar hablar sobre el caballero de fe, porque entiende que el camino de vida que Abraham emprendió - el de dar [la] muerte a lo más amado sin justificación- es ante los ojos de la razón locura, arrojando constantemente la cuestión ¿quién se halla en grado de comprenderlo? [19].
De lo anterior se entiende que Derrida asuma que el camino de [la] fe se encuentre en terrenos de la paradoja, porque la responsabilidad y la irresponsabilidad son las dos caras de una misma moneda, y solo aquél que manifieste tener el «gusto del secreto» [20] -tal como Derrida se había declarado gustoso- puede transitar. El pensador sin lugar natal [21] reconoce en Kierkegaard el portador de un secreto que solo le concierne a la interioridad y que solo a través del silencio se puede guardar, es por esto que reivindica la figura seudónima utilizada y a su vez la relaciona con el propio Kierkegaard, refiriéndose al escritor como «Kierkegaard/de Silentio».
La importancia que encontramos en el encuentro de Derrida con la obra kierkegaardiana radica en el efecto que ésta [le] produce. Derrida comprende muy bien que el Temor y temblor de quien guarda el secreto no es algo que pueda reducirse a la pura expresión del lenguaje (sea escrita sea hablada) sino a la experiencia que acontece cuando se entra en el espacio y tiempo de lo indecible. De lo anterior se comprende por qué antes de escribir su reflexión ético-política -y con un estilo más poético- Derrida dedica unas líneas a la experiencia del temblar y [lo] qué hace temblar. Derrida dice:
Temblar. ¿Qué hacemos cuando temblamos? ¿Qué hace temblar?
Un secreto siempre hace temblar. No solo estremecerse o tiritar, lo que también ocurre a
veces, sino temblar (…) Tiemblo ante lo que me excede mi ver y mi saber aun cuando ello me afecte en lo más íntimo, en cuerpo y alma, como se suele decir. Tendido hacia aquello que hace fracasar el ver y el saber, el temblor es efectivamente una experiencia del secreto o del misterio, pero otro secreto distinto, otro enigma u otro misterio vienen a precintar la experiencia invivible, añadiendo un precinto o una custodia de más al tremar. (Derrida, p.67)
Solo se tiembla cuando se está frente a la causa última –afirma Derrida. ¿Cuál es esa causa que encuentra el escritor de Dar el tiempo? Y en todo caso, ¿Cuál es la causa que lleva a Abraham al temblor? es el don del amor infinito, la disimetría entre la mirada divina que me ve y yo mismo que no veo aquello mismo que mira –porque la fe es creer lo que no se ve- [22], la muerte dada y soportada de lo irreemplazable (como Isaac que es el hijo de la promesa, el hijo que no se puede reemplazar). Más adelante dice Derrida:
El temblor de Temor y temblor es, según parece, la experiencia misma del sacrificio. No, ante todo, en el sentido hebreo, korban. Que quiere decir más bien la aproximación y que abusivamente se traduce por sacrificio, sino en el sentido en el que el sacrificio supone matar a lo único en lo que tiene único, de irreemplazable y de más valioso. Se trata pues también de la sustitución imposible, de lo insustituible pero también de la sustitución del animal por el hombre y asimismo, sobre todo, en esta misma sustitución imposible de lo que vincula a lo sagrado del sacrificio y al sacrificio con el secreto. (Derrida, p.70)
V- ¡TIEMBLA! LA TIERRA: CRISTO COMO FIGURA DEL SER SOBRE- ÉTICO
Dios reconoce a Abraham como su igual, como su amigo, y le imita. Por eso en los evangelios de la tradición neo-testamentaria encontramos un sacrificio consumado en Dios al entregar en holocausto a su hijo: el Cristo, así como en el pasado lo hizo el caballero de la fe con Isaac. Ya no es Abraham, sino Dios el que escucha la petición de su pueblo que en aquel momento se siente abandonado. Ahora es Dios el que ama, así como Abraham le amó en el pasado, sobre todas las cosas: “con todo su corazón, con toda su mente, con todas sus fuerzas” [23]. Tal como lo menciona el Mtro. Juan Ramón González en su trabajo El sacrificio del otro: una lectura necesaria sobre el estadio religioso en S. Kierkegaard (2014):
¿Qué dice Dios?: [Yo tengo que aprender de éste que le mande ofrecer en holocausto a Isaac porque él sabe algo que yo no sé, ¿Qué es lo que sabe que yo no sé? Amar; amar a Dios sobre todas las cosas]. Entonces Dios manda a Jesús para que sea el cordero y entonces a partir de eso: tiembla la tierra. (González, p.2).
Dios imita a Abraham, y al imitarle entrega en sacrificio a su hijo –lo que más ama-. Abraham ama a Dios y Dios le ama, y lo ama a través de su pueblo, su muchedumbre. Es por esto que para Kierkegaard la figura del Cristo viene a ser la consumación de una relación que ha durado toda una historia. Kierkegaard, ve en Cristo la plenitud de la fe en el acto de entrega. Por eso para Kierkegaard (además de Sócrates), Cristo es la figura que más impresionante e impactante, y será el centro de sus escritos edificantes. No puede ser Sócrates, porque Kierkegaard ha entendido que la filosofía no edifica, no puede hacerlo, pero sí la fe y la obra del amor que se da en consecuencia.
Kierkegaard comprende que la praxis del Cristo no fue más que el fruto de esa fe de la que Abraham dio muestra y que le permitió acceder a esa realidad en la que puede relacionarse con aquello que está en lo secreto. Para Kierkegaard, Cristo entiende que amar a Dios sobre todas las cosas es el mysterium tremendum que consiste en descubrir el rostro secreto de Dios en el otro. Él fue capaz de relacionarse con lo absolutamente diferente, y no solo eso, encontró en lo diferente el síntoma de una realidad que solo es accesible a aquellos que han decidido mirar a través de la fe.
Entonces ¡Tiembla [la] Tierra!, porque ahora el absurdo, la locura, se ha encarnado en la figura del Cristo. Ese Cristo que [les] revela a través de sus parábolas y actos que el rostro de aquél Cualquier/radicalmente otro -siguiendo a Derrida- se oculta en un ave del cielo o un lirio del campo [24], o en una prostituta [25], o en un huérfano o una viuda [26], o un leproso [27], o una mujer griega [28], o un centurión homosexual (como aquél soldado romano que pidió salud para su amado) [29], y en todas esas figuras de exclusión; desechados por aquella sociedad del siglo I despreciadas por no-ser iguales a lo que el sistema imperante (judío-romano) consideraban que era un ser-viviente [30]. Por eso bien apunta Juan Ramón González (2014):
El vínculo con el otro es inefable, más allá de lo estético y de lo ético, no hay una ética de lo igual, tiene que ser una ética de lo diferente y lo incomprensible; solo así se puede sostener una relación con el otro en la medida en que es otro (...), si uno puede sostener al otro como radicalmente otro y, siguiendo a Lévinas, donde "el otro es aquél que nos muestra el rostro", y en el rostro nos muestra la diferencia. (González, p.6)
En la figura de Cristo se consuma el acto realizado por Abraham, y tampoco nadie se halló en grado de comprenderlo, a tal suerte que su muerte (porque su muerte de cruz no fue sino la de un criminal) hizo evidentes los vacíos de la ética de una sociedad que durante toda su historia le dio más importancia a las leyes, a los conceptos, a lo General, que a sus propios co-existentes. Por esto se entiende que el Cristo sea el cordero que encarne en sí mismo el sacrificio –el que ahora Dios hará- por un deber absoluto hacia la humanidad. Cristo se convierte en el ser que encarne una ética por encima de la ética, una ética basada en el sacrifico, es decir, una sobre-ética. Esto explica por qué en Las obras del amor (1847), Kierkegaard exponga que solo a través de la praxis cristiana [las obras que se hacen desde el amor de Cristo] sea posible la edificación [31].
Por este motivo Johannes de Silentio afirma que la felicidad no es el télos de [la] fe, sino todo lo contrario, es el camino más difícil de seguir. Posteriormente Kierkegaard en Para un examen de sí mismo recomendado a este tiempo les recuerda a sus oyentes el motivo por el cual el evangelista nombra al Cristo como el «camino angosto» [32], no solo por una condición espacial, sino por la experiencia tan agitadora como lo es la «angustus» [33] [angustia], llevando a quién decide ir por él a un salto al abismo por el que pocos están dispuestos a ir. Para el danés ser-cristiano es la existencia más prodigiosa pero también la más exigente que solo se puede experimentar desde la locura de la fe.
VI- A MANERA DE CONCLUSIÓN:
Era imprescindible que Kierkegaard eligiera la figura del Caballero de [la] fe para la creación de su obra Temor y Temblor en 1843. Es por esto que este trabajo se concentró exclusivamente en la importancia que tiene dicha figura como enlace intermedio entre lo que consideraría Kierkegaard como lo ético y lo religioso. En la narrativa de Kierkegaard, si bien no en todas sus obras explícitamente, la fe jugará un papel importante a pesar de que no se enuncie siempre este término. El caballero de [la] fe, será el eslabón clave comprender el pensamiento kierkegaardiano, no solo a través de su trabajo como escritor, sino su segunda ética con base en el amor que desarrollaría posteriormente en sus obras edificantes como sus Discursos Edificantes, Las obras del amor, Los lirios del campo y las aves del cielo, entre otras.
Asimismo, era necesario para el sostenimiento de su discurso que Derrida haya dedicado una obra completa al estudio del texto de Kierkegaard-de Silentio. Para el autor de Canallas, Abraham ejemplifica a la perfección lo que el considerará como un acto de la híper-ética, alguien que ejecuta un doblete ético y paradójico que experimenta en su máxima expresión la doble cara del deber como responsabilidad e irresponsabilidad, una vida que solo puede vivirse asumiendo el sufrimiento y el constante temblar.
El caballero de la fe, como figura de alteridad (pues no cabe ni en lo uno ni en lo otro), como figura silenciosa y silenciada (porque sin el silencio no se podría concebir la fe) y como guardián del secreto del corpus kierkegaardiano, es sin duda, una pieza importante al momento de análisis de la obra del oriundo de Copenhague. No en vano que Kierkegaard en su Diario de 1843 mencione que bastará su libro Temor y temblor para que se convierta en un autor inmortal.
Israel Galván Delgado en academia.edu
Notas:
1 Así lo dice Kierkegaard en Mi punto de vista (1952/1859)
El contenido de este pequeño libro afirma, pues, lo que realmente soy como escritor, que soy y he sido un escritor religioso, que la totalidad de mi trabajo como escritor se relaciona con el cristianismo, con el problema de ‘llegar a ser cristiano’, con una polémica directa o indirecta contra la monstruosa ilusión que llamamos cristiandad, o contra la ilusión de que en un país como el nuestro todos somos cristianos. (p.17)
2 Fuente: https://ndpr.nd.edu/news/23802-kierkegaard-s-relation-to-hegel-reconsidered/
3 (Romanos 4:16)
4 Kierkegaard así lo refiere en el prólogo de su texto:
(…)pues se habla de ello con temor y temblor, es decir, con el respeto que produce lo que es grande; de este modo no se olvidan las cosas que han sido grandes, lo cual ocurriría si se temiesen los daños que pudiera acarrear el hablar de tal manera, pues el tratar de lo grande produce espanto. Pero sin espanto no se puede comprender lo que es grande. (p.149)
5 (Génesis 22)
6 Recomiendo leer el artículo de Laura Llevadot bajo el mismo título Creer lo imposible: Kierkegaard y Derrida publicado en 2010, basado en una cita de Kierkegaard del texto que hemos tomado para este trabajo:
Cada uno de nosotros perdurará en el recuerdo, pero siempre en relación a la grandeza de su expectativa: uno alcanzará la grandeza porque esperó lo posible y otro porque esperó lo eterno, pero quien esperó lo imposible, ese es el más grande de todos (p.71)
7 El instante es un concepto clave en la obra de Kierkegaard. Kierkegaard define en Migajas Filosóficas de la siguiente manera:
“Y ahora el instante. Este instante es de naturaleza especial. Es breve y temporal como instante que es, pasajero como instante que es, es pasado como le sucede a cada instante en el instante siguiente, y decisivo por estar lleno de eternidad. Para este instante tendremos que contar con un nombre singular. Llamémosle: plenitud en el tiempo.”
Por cuestiones de este ensayo omitiremos el uso de este concepto constantemente, sin embargo, el instante se mantiene presente cada vez que hablamos de la decisión de Abraham. El instante de la decisión es locura, dice Climacus ahí mismo en Migajas. Será en este parpadeo (como lo describe Kierkegaard) en esta plenitud en el tiempo, en el cual la decisión puede hacerse una realidad.
8 En su texto Migajas filosóficas o un poco de filosofía (1844), a través del seudónimo Johannes Climacus, se hace mención de Dios como el Absolutamente Diferente. Este texto es uno de los primeros escritos de Kierkegaard donde se puede observar con claridad su metodología filosófica a partir de una dialéctica existencial. Este texto será clave para pensadores de la talla de Heidegger que poco reconocen su influencia, puesto que Kierkegaard abordará ya desde este momento el problema de la no-verdad en el sujeto, por lo que el sujeto entra en la dinámica de un no-ser, que solo puede ser si la verdad que se halla fuera de él (ser afuera) entra en sí mismo. Esta dialéctica entre el no-ser y el ser afuera (absolutamente diferente) será el comienzo de una nueva interpretación filosófica respecto al problema de la existencia y el sentido.
9 Del latín «absordus» (sordo hacia). En sentido estricto, es lo contrario a la razón o lo que repugna de la misma. Se opone a ello, por ello, a lo lógicamente verdadero. Lo que no se puede comprobar empíricamente. Fuente: Filosofía del lenguaje y lógica (Ed. Mad, Año: 2003)
10 Kierkegaard constantemente hace referencias a los saltos. En Temor y temblor, a través del ejemplo de un bailarín, ilustra como el salto verdadero es aquél en el cual no se sabe dónde se va a caer y por eso vacilan (P.103). Por otra parte, Kierkegaard menciona esta cita en La Repetición que para el presente autor, goza de ser una de sus favoritas:
"Probablemente no existe una persona que no haya atravesado un periodo donde ni la riqueza del lenguaje, o la pasión de la interjección le eran suficientes, ni la expresión, ni los gestos satisfacían; nada le satisfizo más que romper en los más extraños saltos y acrobacias. Quizás el mismo individuo aprendió a bailar. Quizás frecuentemente asistió al ballet y admiró el arte del bailarín. Quizás hubo un tiempo en el que el ballet ya no le conmovió y sin embargo, hubo momentos en los que volvió a su cuarto y, consintiéndose un poco, encontró un alivio indescriptiblemente humorístico en pararse en una pierna en pose pintoresca o, sin importarle un comino el mundo, arreglarlo todo con un Entrechat".. Howard y Edna Hong, Princeton University Press: Princeton. 1982 p. 158
11 Cita tomada de El concepto de la angustia, editado por Alianza, Madrid. (P.61)
12 El Yo en el pensamiento semita no es una categoría existente. Esta es una reiteración que diversos exégetas, lingüistas y teólogos comparten. La Unidad como categoría única, explica a la perfección porque cuando se dice que la simiente (semilla) de Abraham reposa en Isaac, en realidad quiere decir que en Isaac va implícita la vida de Abraham, y por ende, su recuerdo en la historia. Esta es una aclaración que quise hacer debido a que esto explica con más fuerza, la dificultad y angustia que atraviesa Abraham durante el proceso del sacrificio. Véase: Teología del Antiguo Testamento: un juicio a Yahvé de Walter Brueggemman (2001)
13 Al respecto Paul Ricœur (1989) expuso una conferencia titulada El amor y la justicia, en la que explica la importancia de comprender la ley de la reciprocidad en contra de la ley de la entrega. Por mención de Ricœur me permito compartir un poco de lo incluido en ese texto:
Que la Regla de Oro provenga de o remita a una lógica de equivalencia, es algo que está marcado por la reciprocidad o la reversibilidad que esta regla instaura entre lo que el uno hace, y lo que es hecho al otro, entre actuar y sufrir, y, por implicación, entre el agente y el paciente, quienes, aunque irremplazables, son proclamados sustituibles. (p,38)
14 (Génesis 22:7)
15 Op. Ct. P.128
16 Es el nombre de una de sus obras estético-éticas de Kierkegaard producida y publicada en el mismo año que Temor y temblor, O lo uno o lo otro, Aut-Aut. Se encuentra disponible en castellano por Ed. Trotta.
17 Es una cita bíblica tomada de Job (1:21). Kierkegaard le dedicará dos trabajos a Job a lo largo de su carrera. Por una parte La repetición en la cual tomará el momento de la pasión de Job en la que se muestra indignado frente a Dios, y por la otra, un Discurso Edificante en el cual hará mención de dicha cita. Las constantes relaciones que se hacen de Abraham y Job como dos figuras clave para la obra kierkegaardiana han sido expuestas por varios autores.
18 Así está escrito en la epístola de Santiago (2:23): Así se cumplió la Escritura que dice: «Le creyó Abraham a Dios, y esto se le tomó en cuenta como justicia», y fue llamado amigo de Dios.
19 Es una pregunta retórica que constantemente hace Kierkegaard para realzar el absurdo del acto de Abraham frente a lo considerado éticamente correcto. En Temor y temblor encontramos esta pregunta 7 veces.
20 En 2009 se publicó una entrevista a Jacques Derrida bajo el mismo nombre El gusto del secreto. Su edición en castellano se encuentra editada por Amorrortu Editores.
21 Una de las declaraciones más fuertes que realizó Derrida en vida, fue su testimonio referente a su exilio. Expulsado de Argelia su país natal debido a conflictos civiles y despreciados en Francia por varios de sus colegas, Derrida ha sido un autor excepcional que toma su experiencia de vida para su propuesta de pensamiento.
22 (Hebreos 11:1)
23 Es un fragmento del shemá hebreo, la máxima declaración de reconocimiento hacia Yahvé: “Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando” (Deuteronomio 6:4-6)
24 (Mateo 6:25-34)
25 (Mateo 21:31)
26 (Santiago 1:27)
27 (Lucas 5: 12-16)
28 (Marcos 7:24-30)
29 (Mateo 8:5-13)
30 Es el segundo relato de la creación encontrado en el Génesis 2. Este relato es base central para la cosmovisión semita, puesto que a diferencia del primer relato que solo aborda una cuestión cosmogónica, en este se configuran los roles que el género humano ha de llevar a cabo: “Y Dios el Señor formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz hálito de vida, y el hombre se convirtió en un ser viviente.” (2:7)
31 Dos capítulos de esta obra de los 47’s destacan lo que queremos decir. Por un lado en la primera parte localizamos un capítulo titulado La caridad es la plenitud de la ley, en la cual Kierkegaard desarrolla una comparación dialéctica entre la cualidad que tiene la legalidad sobre el individuo y el poder liberador del amor. Por otro lado en El amor edifica, Kierkegaard enuncia magistralmente que no es desde el lenguaje, ni una praxis desde lo ético que el amor se hace visible, sino a través de un acto edificante que surge como producto de la entrega desinteresada.
32 En Para un examen de sí mismo recomendado a este tiempo, conjunto de sermones que expusiera en 1851, en su reflexión de Hechos de los Apóstoles, Kierkegaard expresa lo siguiente:
Cristo es el camino. Son sus propias palabras, de modo que debe ser verdad.
Y este camino es angosto. Aun cuando no lo hubiera dicho, sería verdad. Aquí tienes el ejemplo de lo que es «predicar» en el más alto sentido. Pues aunque Cristo nunca hubiera dicho: «la puerta es estrecha y es angosto el camino que conduce a la vida», míralo a él y lo verás de inmediato: es angosto este camino. (Kierkegaard, p. 74)
33 El concepto proveniente del latín «angustus» hace referencia a un desfiladero o abismo profundo y estrecho. De aquí la derivación de estrecho como espacio reducido, el cual, se tenía que saltar. La sensación provocada por el hecho de estar junto a dicho desfiladero vacío pasó a llamarse «angustia». Fuente: http://etimologias.dechile.net/?angustia.
Introducción a la serie sobre “Perdón, la reconciliación y la Justicia Restaurativa” |
Aprender a perdonar |
Verdad y libertad |
El Magisterio Pontificio sobre el Rosario y la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae |
El marco moral y el sentido del amor humano |
¿Qué es la Justicia Restaurativa? |
“Combate, cercanía, misión” (6): «Más grande que tu corazón»: Contrición y reconciliación |
Combate, cercanía, misión (5): «No te soltaré hasta que me bendigas»: la oración contemplativa |
Combate, cercanía, misión (4) «No entristezcáis al Espíritu Santo» La tibieza |
Combate, cercanía, misión (3): Todo es nuestro y todo es de Dios |
Combate, cercanía, misión (2): «Se hace camino al andar» |
Combate, cercanía, misión I: «Elige la Vida» |
La intervención estatal, la regulación económica y el poder de policía II |
La intervención estatal, la regulación económica y el poder de policía I |
El trabajo como quicio de la santificación en medio del mundo. Reflexiones antropológicas |