Mi objetivo hoy es desentrañar algunos de los secretos de este peculiar relato cuyos dos capítulos, escritos con un estilo elegante y ágil, introducen la narración lucana de la vida de Jesús y proporcionan al lector claves importantes para leerla en su totalidad.
Para mí, el mayor éxito de la conferencia de esta tarde sería que Vds. se animaran a leerlos, y comprobaran que pueden hacerlo con nuevos ojos y mayor conocimiento. Me gustaría también suscitar un diálogo en el cual tengan cabida las preguntas y las inquietudes o las sugerencias que quieran hacer.
Como ya saben, los primeros capítulos de cualquier obra literaria son muy importantes porque es ahí donde se produce o no el contacto mágico entre el autor y el lector, que lleva a este último a proseguir la lectura. Con respecto al conjunto del libro tienen, además, la función de transmitir al lector un punto de vista desde el cual se le invita a leer el relato.
En este sentido, los dos capítulos del evangelio de Lucas, a los cuales nos vamos a referir esta tarde, tienen una gran importancia. Han tenido también un influjo enorme, tanto en el arte como en la vida y la liturgia de la Iglesia. La escena de la anunciación a María o la del nacimiento de Jesús han sido representadas en la pintura y la escultura de todas las épocas, y han configurado a lo largo de los siglos la celebración de la Navidad.
Voy a comenzar enumerando brevemente algunos rasgos característicos del relato lucano, que me parecen relevantes para acercarnos a esta parte concreta del evangelio de Lucas, y luego trataré de ir respondiendo a estas tres preguntas:
¿Por qué incluyó Lucas en su relato la infancia de Jesús?
¿De dónde proceden estas noticias sobre la infancia de Jesús?
¿Cuál es el mensaje que este relato transmite a sus lectores? [1]
1. Algunos rasgos característicos del relato lucano de la infancia de Jesús
a) El primer aspecto a tener en cuenta es que Lucas comienza su evangelio con un relato de la infancia de Jesús muy diferente, en su forma y contenido, al resto del evangelio. Se pueden señalar tres diferencias más visibles:
■ Los episodios del relato de la infancia están mejor trabados entre sí, tienen una mayor cohesión narrativa que los que forman el cuerpo central del evangelio.
■ En el relato de la infancia se narran muchas más intervenciones extraordinarias de Dios –apariciones de ángeles, visiones, nacimientos extraordinarios- que en el resto del evangelio.
■ Su estilo literario es mucho más homogéneo en esta parte del evangelio. El griego utilizado se parece mucho al de la Septuaginta, única traducción griega del AT conocida por los primeros cristianos y gran parte de los judíos del siglo I; se trata de una traducción con un estilo peculiar que se refleja en estos capítulos mucho más que en el resto del relato.
b) Una segunda característica que conviene tener en cuenta es que hay otro relato de la infancia de Jesús, contemporáneo al de Lucas, que se encuentra en el evangelio de Mateo. Sin embargo, aunque ambos relatos persiguen la misma finalidad, los episodios que narran y la forma de contarlos es muy diferente.
■ Sí coinciden en los datos, pues ambos dicen que Jesús nació en Belén, que su madre se llamaba María y su padre adoptivo José, y los dos afirman que fue concebido virginalmente.
■ Sin embargo, vemos que, en la forma de explicar acontecimientos como el nacimiento de Jesús en Belén, por ejemplo, son incluso contradictorios:
- En el relato de Mateo el protagonista es José, que es a quien se aparece el ángel, y son los Magos los que van a ver a Jesús cuando ha nacido.
Según Mateo, vivían en Belén, pero cuando Jesús nació hubo una persecución de parte de Herodes debido a la cual tuvieron que huir a Egipto; cuando regresaban a Belén se enteraron de que había muerto Herodes y de que reinaba en su lugar su hijo Arquelao, por lo que ellos, temiendo que el hijo tuviera las mismas intenciones que el padre, se fueron a vivir a Nazaret.
Además, en Mateo, los diversos episodios están relacionados con el cumplimiento de las Escrituras.
- En el relato de Lucas, el ángel se aparece a María, que tiene así un papel más importante que José, y son los pastores los que acuden a ver a Jesús cuando nace.
Según Lucas, los padres de Jesús vivían en Nazaret y se fueron a Judea con motivo de un censo por lo que, después del nacimiento de Jesús en Belén, se volvieron a Nazaret que era su lugar de origen.
En Lucas se compara la infancia de Jesús con la de Juan Bautista –que en Mateo no aparece para nada-.
En la narración de Lucas se insertan algunos himnos que, en cierto modo, rompen su simetría y crean un problema a la hora de determinar su origen y función dentro del relato: el cántico de María, después del encuentro con Isabel; el de Zacarías en el momento de imponer el nombre a Juan…
Es muy importante hacer esta comparación entre los dos textos porque nos lleva a pensar que ambos autores han recibido los datos por tradición, pero compusieron sus relatos de la infancia de forma independiente.
Y es verdaderamente interesante comprobar que se trata de dos relatos totalmente independientes, ya que plantea el interrogante de por qué en un momento dado hay una gran preocupación por la infancia de Jesús.
c) Tercera característica: El relato lucano tiene la forma de un díptico en el que se compara a Jesús con Juan Bautista, y se va contando la historia de ambos de forma paralela y según una estructura narrativa muy sencilla:
■ Anuncios del nacimiento de Juan y del nacimiento de Jesús:
- Empieza con una escena en la cual el ángel se aparece a Zacarías, el padre de Juan Bautista, y le anuncia el nacimiento de su hijo.
- En paralelo se narra la anunciación a María.
- Como conclusión de esas dos escenas se describe un viaje que hace María a Judea, para visitar a su pariente Isabel, madre de Juan Bautista. En el encuentro de ambas mujeres, hay una revelación acerca de quién es Jesús y de lo que significa su nacimiento, a través de la alabanza que hace Isabel de María.
■ Nacimiento y presentación de Juan y de Jesús:
- Primero se cuenta el nacimiento de Juan Bautista, y luego, de forma paralela, el nacimiento de Jesús. Ambas historias concluyen con el mismo estribillo: el niño crecía en sabiduría…
- Al final de estas dos historias se narra otro viaje: en este caso el de Jesús con sus padres a Jerusalén, donde él se pierde y lo encuentran en el templo. En esta escena se revela también cuál es la verdadera identidad de Jesús, que tiene que ocuparse de las cosas de su Padre del cielo.
Los dos episodios en que se compara a Juan y a Jesús, establecen siempre un contraste: anuncio en el templo/anuncio en la casa; misión de Juan/misión de Jesús; incredulidad/confianza…
El espacio dedicado a Jesús es cada vez mayor: en el relato del nacimiento y presentación es tres veces mayor, si no tenemos en cuenta el himno de Zacarías.
La historia continúa en el capítulo 3 con otro díptico en el cual se narra el comienzo de la actividad pública de Juan y el comienzo de la actividad pública de Jesús, que ya continuará a lo largo de todo el Evangelio.
Es como si Juan Bautista fuera teniendo cada vez menos importancia y Jesús fuera ocupando cada vez más espacio dentro del relato y, por tanto, dentro del interés del narrador.
El paralelismo que hemos ido viendo es intencionado; los autores antiguos pensaban muy bien cómo iban a disponer sus obras.
Después de esta presentación de algunos rasgos característicos del relato lucano de la infancia, paso ahora a responder a las preguntas que he planteado al comienzo.
2. ¿Por qué incluyó Lucas en su evangelio un relato de la infancia de Jesús?
Lucas, lo mismo que Mateo, tomó como base el evangelio de Marcos que, como sabemos, no contiene un relato de la infancia, sino que comienza con la predicación de Juan Bautista y el bautismo de Jesús ya adulto (Mc. 1, 2-13).
Según la hipótesis más común, que tiene sólidos fundamentos, el evangelio de Marcos no sólo fue escrito antes que los otros dos sinópticos, Mateo y Lucas, sino que ambos lo tomaron como referencia básica a la hora de componer sus respectivos relatos, si bien, lo más probable es que ambos lo hicieran de forma independiente. Como acabamos de ver, ambos relatos se parecen muy poco, e incluso hay contradicciones entre ellos, que avalan el argumento de que es muy difícil que Mateo escribiera conociendo a Lucas, o Lucas habiendo conocido el Evangelio de Mateo.
Por eso, el hecho de que ambos modificaran el relato de Marcos de una forma parecida indica que estaban siguiendo una pauta conocida, normal en su ambiente. Los dos estaban tratando de adaptar su relato al modelo de las biografías antiguas, que contaban anécdotas significativas de la vida del personaje, o algunas enseñanzas suyas más representativas, porque su intención fundamental no era de tipo “histórico”, sino que trataban de mostrar sobre todo el carácter moral y ejemplar del personaje, su identidad… porque podía servir de modelo.
Ahora bien, las biografías antiguas comenzaban siempre contando los orígenes del protagonista, algo que en el evangelio de Marcos está un poco más diluido; él habla de los orígenes de Jesús cuando en el bautismo declara que es Hijo de Dios, que procede de Dios, pero no tiene un relato de la infancia de Jesús.
Sin embargo, Mateo y Lucas quieren escribir una “Vida de Jesús” siguiendo el modelo de la biografía, y por eso completan el Evangelio de Marcos introduciendo un relato de la infancia de Jesús. La adopción del género literario de
la biografía tiene una importancia muy grande en el desarrollo de la tradición sobre Jesús porque se da un cambio en la perspectiva. Antes de los evangelios había colecciones de palabras y milagros de Jesús, incluso el relato de la pasión… es decir, fragmentos de la memoria de Jesús que centran la atención en un aspecto particular; por ejemplo, una colección de parábolas nos hace mirar a Jesús como un maestro; una colección de milagros, como un taumaturgo; el relato de la pasión subraya sobre todo el martirio de Jesús, le presenta como el justo sufriente… Cuando todos estos fragmentos se unen dentro de una biografía, el centro de interés es la persona, la identidad de Jesús, ¿Quién es Jesús?
Por tanto, en este cambio de género literario se está dando también una transformación, un proceso de búsqueda espiritual o de reflexión teológica, las dos cosas van unidas. Además, el hecho de adaptar el relato de Marcos a un modelo literario muy conocido, tiene también una intención misionera; Lucas era un literato más culto que Marcos y hace una obra más accesible, de modo que pueda leerla mucha gente, y hacerlo además con las claves con que se leían obras similares.
El esquema más común de las biografías distinguía entre la infancia, la actuación pública y la muerte del protagonista; por tanto, solían constar de tres partes.
La primera trataba sobre la infancia y educación del protagonista, y podía abarcar muchos años, pues llegaba hasta el momento en que comenzaba su actuación pública –en el caso de los emperadores, por ejemplo, su ascensión al trono-. Sin embargo, su interés no estaba en transmitir los datos con precisión y ordenarlos cronológicamente, sino en mostrar su “honor adscrito”.
El honor era el valor central de la cultura mediterránea y expresaba el valor social de los individuos. Podía obtenerse de dos formas: por herencia recibida de los antepasados –honor adscrito, el que uno traía ya “puesto” de nacimiento- y por la propia actuación –honor adquirido. El más importante era el primero, y por eso en las biografías antiguas se daba tanta importancia a la familia de la que uno procedía; ésta es la función de las genealogías. Mateo y Lucas están preocupados precisamente por la de Jesús y muchas veces, al leerlas en sus evangelios, nos resultan muy repetitivas y nos preguntamos qué interés tiene esta lista de generaciones… Si nos fijamos, podemos ver que se vincula a Jesús con la flor y nata de la historia de Israel, Abrahán, David… incluso en la genealogía de Lucas, en el capítulo 3, se llega hasta Adán, hijo de Dios…
También se daba mucha importancia al lugar, es decir, la ciudad en que había nacido el protagonista de la biografía; de ahí la importancia de situar el nacimiento de Jesús en Belén, porque era la ciudad de David.
El tercer aspecto importante era la educación, si había tenido buenos maestros, si se había educado con alguna persona notable, conocida…; de ahí la detallada presentación de Juan y su bautismo.
Lucas, lo mismo que Mateo, ha completado el comienzo de Marcos -que trataba también de presentar a Jesús- con algunos datos procedentes de la fuente Q sobre la relación entre Juan y Jesús y sobre las tentaciones de éste, y han añadido un relato de la infancia en el que dominan los sucesos extraordinarios. En las biografías de los héroes, este tipo de escenas –apariciones, anunciaciones, nacimientos milagrosos, etc.- eran comunes y mostraban el carácter extraordinario del protagonista. Lucas aprovecha este esquema para decirles a sus lectores-oyentes quién es Jesús, y subrayar su importancia.
El relato de la infancia pertenece a la primera parte de la biografía de Lucas, que llega hasta el relato de las tentaciones (Lc 4, 1-13). La escena que viene a continuación es la presentación de Jesús en la sinagoga de Nazaret. (Lc 4, 16-30) tiene una gran importantita en el desarrollo del evangelio de Lucas, porque con ella comienza la actividad pública de Jesús. El autor la ha cambiado de lugar con respecto a Marcos (Mc 6, 1-6a), y la ha ampliado notablemente, haciendo de este episodio una presentación de lo que será el ministerio de Jesús.
Todo lo que hay antes de este episodio pertenece a la infancia, aunque exista una notable distancia cronológica entre los episodios narrados en los dos primeros capítulos y los siguientes, donde se cuentan cosas que, para nuestra mentalidad, estaban muy separadas, porque se habla del nacimiento de Jesús y luego del comienzo de su actividad, cuando ya tiene 30 años.
Sin embargo, en la mentalidad de un biógrafo antiguo, la cronología no era un criterio, sino que todas estas cosas forman parte de la preparación para la vida pública del personaje. De hecho, en el relato de Lucas la narración continúa contando, en forma de díptico, el comienzo de la actividad de Juan y el comienzo de la actividad de Jesús, estableciendo vínculos para mostrar que se trata de la misma parte de la historia.
Lucas, al final del nacimiento de Juan, dice que se fue al desierto hasta el momento de su manifestación a Israel. Y cuando Juan empieza su predicación, dice que apareció en el desierto… De manera que el narrador quiere unir esos dos episodios y no debemos dejarnos engañar por nuestra mentalidad que da tanta importancia a la cronología, aunque haya un salto de más de veinte años.
Así pues, Lucas pudo haber tenido, entre otras, estas motivaciones para incluir un relato de la infancia de Jesús: adaptar el relato de Marcos a un modelo literario conocido, el de la biografía; mostrar el honor de Jesús, honor que le venía por su origen, y profundizar en su identidad.
3. ¿De dónde proceden estas noticias sobre la infancia de Jesús?
Esta segunda pregunta es quizás un poco más difícil de responder pero, dado que despierta un cierto interés, al menos hay que plantearla y decir lo que se pueda respecto a la procedencia de los datos que Lucas recoge en estos dos primeros capítulos.
Lucas y Mateo, ya lo hemos visto, no coinciden en los episodios que cuentan; pero sí en algunos datos sobre el origen de Jesús: su concepción virginal y su nacimiento en Belén, datos que ambos pudieron haber recibido de la tradición anterior.
Podríamos añadir que hay otros relatos de la infancia de Jesús, además de los de Lucas y Mateo, pero que en realidad, pueden aportarnos muy poco. El más antiguo es el evangelio de Tomás de la infancia de Jesús, un relato de la primera mitad del siglo II, que tuvo una enorme difusión en el cristianismo, se tradujo a muchísimas lenguas, y del cual se hicieron muchísimas ediciones [2]. Este relato quiere llenar, justamente, el hueco que deja Lucas entre el relato del nacimiento y la escena de Jesús en el templo, a los doce años, pero no dice nada nuevo acerca de la infancia de Jesús.
Los relatos de la infancia forman parte de lo que podríamos llamar “la tercera oleada de los recuerdos sobre Jesús”.
La memoria de los primeros cristianos sobre Jesús comienza por el final y va hacia atrás. Al principio, el interés más acuciante es la información acerca de los acontecimientos del final de la vida de Jesús: qué pasó en su pasión, por qué fue condenado, cómo murió, qué datos tenemos sobre la tumba vacía… Los recuerdos más antiguos son los que se refieren a los acontecimientos de su muerte y resurrección y es muy probable que la primera composición cristiana fuera el relato de la pasión. (1Co 15, 3-8)
En una segunda fase, representada por el documento Q y por el evangelio de Marcos, se recuerdan las palabras y las acciones de Jesús.
En la tercera fase, los recuerdos sobre la infancia de Jesús comienzan a ser importantes cuando se quiere presentar a Jesús en un contexto más amplio, y surgen las preguntas acerca de su origen, etc.
Estos recuerdos se conservaron, sobre todo, en los grupos vinculados a sus parientes, que dieron lugar con el tiempo al judeocristianismo, y para los cuales era importante su genealogía, su relación con Belén. La noticia de su nacimiento virginal es también muy antigua, pues la conocieron independientemente Mateo y Lucas; incluso es probable que Marcos se haga eco de ella en la designación de Jesús como “hijo de María” (Mc 6, 4), que algunos utilizarían en tono de mofa, refiriéndose a la pretensión de que había sido concebido sin intervención de varón.
En Lucas 1-2, hay tres himnos, el Magnificat, de María cuando visita a Isabel; el Benedictus, de Zacarías cuando nace Juan, su hijo, y el Nunc Dimittis, de Simeón, cuando presentan a Jesús en el Templo, compuestos por la comunidad judeocristiana de Jerusalén, que Lucas pudo haber utilizado, además de las noticias procedentes de la tradición oral.
Estos himnos no sólo se diferencian del resto del relato por su carácter poético y por su contenido, sino que no encajan bien en el esquema fundamental del mismo, pues rompen el paralelismo de la narración. Su carácter judeocristiano se percibe, sobre todo, en que están dirigidos al Dios de Israel; aunque hablan de Jesús, su centro no es cristológico, sino teológico.
Los himnos cristianos más antiguos se dirigen a Cristo o hablan de él –por ejemplo el de Flp 2, 6-11-, pero éstos son plenamente judíos. De ahí que algunos como Raymon Brown [3] hayan sugerido que tal vez se trata de himnos compuestos en la primera comunidad de Jerusalén, y que Lucas ha querido conservar incluyéndolos en su relato de la infancia de Jesús ambientado en Jerusalén.
El estilo de estos dos capítulos y su teología son muy propios de Lucas, que trata de imitar aquí el griego de la Septuaginta. El resto del relato de la infancia posee un estilo diferente, que se parece mucho al de los textos narrativos de la traducción griega del AT. La Septuaginta era el texto que utilizaban los judíos de la diáspora, que ya no hablaban hebreo.
Era un texto muy difundido y conocido, y el hecho de que estos capítulos lo imiten podría ser un indicio de que fueron compuestos por Lucas. Es muy probable que no lo imitara sólo por razones estéticas, sino que tuviera otra motivación, si bien no sabemos exactamente cuál pudo ser. Tal vez quisiera vincular su obra con los libros del AT, que eran valorados como escritura sagrada entre los judíos. Dado el paralelismo que establece entre Juan y Jesús, no sería extraño que hubiera querido vincular su obra con las escrituras judías; su evangelio sería una continuación de dichas escrituras.
Así pues, estos capítulos tienen elementos tradicionales, pero el conjunto se debe a la pluma de Lucas, que contempla la infancia de Jesús desde una visión de fe. Hay un fondo histórico, que se presenta en clave teológica: buena noticia sobre Jesús; y que se propone en continuidad con la acción de Dios en la historia de su pueblo.
4. ¿Cuál es el mensaje que este relato transmite a sus lectores?
Dicho de otro modo, ¿cuál es el punto de vista que el narrador quiere que adoptemos para disponemos a leerla?
Probablemente esta pregunta es la más importante e interesante para nosotros; sin embargo no habríamos podido responderla sin haber explicado antes todo lo relativo a la composición de los capítulos, de dónde proceden las noticias y tradiciones contenidas en ellos, la forma en que han sido compuestos, o su peculiaridad…
No hay que olvidar que Lucas, en el prólogo de su evangelio ha declarado abiertamente su intención. Dedica su libro a Teófilo –probablemente un mecenas que va a difundir su obra- para que conozcas la solidez de las cosas que has escuchado… Por lo tanto, se dirige a personas que, en su mayoría, han oído hablar de Jesús, y lo que quiere es confirmar lo que han escuchado acerca de él. Por eso no tiene que andar con muchos preámbulos, sino que va directamente al tema, como se ve en el relato.
Yo creo que, lo primero que pretende el narrador es que el lector se sienta en continuidad con la historia de salvación que se cuenta en los libros sagrados de Israel; para ello utiliza el estilo y las fórmulas típicas de la historiografía de Israel, de los libros de los Reyes o del libro de Samuel –en el año… del rey…-, que demuestran que es alguien que conoce la biblia judía en su traducción griega, y que quiere presentar su obra como “Escritura”, es decir, como un texto sagrado.
La narración está construida en torno a dos historias paralelas, que se entrelazan en diversos momentos. El anuncio de la concepción de Juan y Jesús, así como su nacimiento, poseen un notable paralelismo literario. Por otro lado, el encuentro entre las dos madres (Lc 1, 39-45) propicia el primer encuentro entre los dos hijos, que volverán a encontrarse ya adultos, cuando Jesús acuda al bautismo de Juan.
En la visión de Lucas, Juan y Jesús representan dos etapas distintas de la historia de la salvación (Lc 16, 16; Hch 10, 37). Por eso, en la disposición de estos capítulos se percibe la intención de situar a Jesús con respecto a Israel, mostrando su superioridad con respecto a Juan. En este esquema teológico, Juan, nacido en una familia sacerdotal, y presentado como profeta (Lc 3, 3), representa la herencia que Jesús asumirá y renovará con su anuncio del reinado de Dios. La historia de Jesús inaugura una nueva época.
En segundo lugar, el relato está centrado completamente en la identidad de Jesús. Lucas subraya aspectos de esa identidad que eran significativos en el mundo del Imperio.
El eje de cada uno de los tres desarrollos de que consta es una confesión de fe en Jesús: en el anuncio de Gabriel a María se dice que será llamado Hijo del Altísimo (Lc 1, 31); en el relato del nacimiento de Jesús, los ángeles anuncian a los pastores que ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor (Lc 2, 11), y en el relato del bautismos, que expresa la relación de Jesús con Juan Bautista, la voz del cielo afirma que Jesús es el Hijo de Dios (Lc 3, 22).
En torno a este hilo conductor aparecen otras afirmaciones que tratan de decirle al lector quién es Jesús y cuál es su lugar en el proyecto salvador de Dios. Podríamos decir que se va colocando progresivamente a Jesús al mismo nivel que el Dios de Israel. Esto, que para nosotros, que somos cristianos, es algo normal, no lo era para un judío para quien el Dios de Israel era solamente uno y por tanto sólo de él se podía decir que es Kyrios, Señor; sólo de él se podía decir que es Salvador… Estos títulos, que en los cánticos del relato de Lucas, primero se aplican a Dios, poco a poco se acaban diciendo también de Jesús. Así, mientras en el Magnificat María se refiere a Dios como “mi Salvador”, en el anuncio a los pastores el título de Salvador se aplica a Jesús.
El mensaje central de estos capítulos es de tipo cristológico. Son una confesión de fe acerca de Jesús, en la que se reconoce abiertamente su divinidad junto con la divinidad del Padre. Esto supone un proceso muy avanzado dentro de la comprensión que los primeros cristianos tuvieron acerca de la identidad de Jesús. Desde esta perspectiva que el autor nos presenta es desde la que tenemos que leer su relato. Obviamente, un creyente que lee estos capítulos se siente invitado a reafirmar y confirmar su fe, y a preguntarse quién es para él Jesús, el que nació en Belén.
Por último, me parece interesante resaltar que, uno de los rasgos más característicos del relato lucano de la infancia es el tono de gozo profundo y alegría que domina la narración en todo momento. En la visión de Lucas este gozo está relacionado con el nacimiento de Jesús, a quien presenta como Salvador.
La salvación era el gran anhelo del mundo antiguo; incluía la sanación física, de ahí el éxito de los dioses sanadores, pero se buscaban también otras formas de salvación en las religiones mistéricas, en el culto al emperador, en las filosofías de la salvación…
Lucas refleja este anhelo y responde a él presentando a Jesús como el Salvador, cuyo nacimiento es la causa de la alegría que se respira en los episodios de este relato. En ellos, el vocabulario de la alegría es mucho más rico que en ninguna otra parte de los evangelios. Alégrate, llena de gracia, saluda el ángel a María… En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre… le dice Isabel a María… Hoy os anuncio una gran alegría… anuncio del nacimiento de Jesús a los pastores…
Encontramos continuamente este vocabulario alegre, gozoso, que crea el clima para confesar la fe en Jesús, no con caras largas o prohibiciones, sino como una Buena Noticia; así quiere Lucas que resuene el gran mensaje de la salvación en el mundo…
A través de esta forma de contar la historia de los orígenes de Jesús, el narrador trata de situar al lector en el punto de vista adecuado para que entienda el resto de su relato: Jesús continúa la historia de Dios con su pueblo; él es el Mesías esperado, el Hijo de Dios, el que trae la salvación. En esto consiste la buena noticia, que produce gozo y alegría por quienes la acogen.
DIÁLOGO
P. ¿Qué papel desempeña María en el evangelio de San Lucas y en particular la frase de este evangelista que escribe sobre ella que "guardaba el recuerdo de todo aquello en su corazón?”
R. Es evidente que, en la tradición que ha recibido, Lucas, como buen escritor de su época, ha intentado informarse cuidadosamente de todo, ha preguntado... –lo dice él mismo- y la información que tiene es de calidad. En ella hay muchas noticias acerca de María, hasta el punto de que Lucas la presenta como un modelo de creyente. Para Lucas, ser discípulo de Jesús consiste en ponerse en camino detrás de Él; en su obra, todos los personajes importantes hacen un camino, empezando por María, a la que, ya en el primer capítulo, presenta como modelo de discípulo que se pone en camino, cuando va a visitar a su prima Isabel. María es modelo de fe, de meditación…
Lucas dio muchísima importancia a la figura de María. No solamente en el evangelio, sino también en el libro de los Hechos, donde dice que estaba en la primera comunidad: estaban reunidos en la casa junto con María… pero tampoco se puede decir mucho más; hay una tradición que vincula a María con el discípulo amado, y que recoge incluso el mismo evangelio de Juan, cuando dice que se llevó a María a su casa… (Jn 19, 27). Otras tradiciones bastante tardías, del siglo VII-VIII, hablan de una cierta relación de María con Lucas, incluso una de ellas dice que Lucas fue el primero que hizo imágenes de la Virgen. No podemos saber con seguridad si Lucas conoció a María, pero tampoco podemos descartarlo… antiguamente en el mediterráneo se viajaba bastante y no podemos descartar nada; todo depende de dónde situemos a Lucas.
Lo más probable, en mi opinión, es que la tradición que Lucas recibió tenía muchas informaciones y datos acerca de María, y él quiere realzarlo especialmente, gracias a lo cual tenemos estas noticias; si no tuviéramos el evangelio de Lucas, sabríamos muchas menos cosas sobre María.
P. ¿Qué grado de autoconciencia tenía Jesús? ¿Cómo entender frases de Jesús como la siguiente: "El Padre y yo somos uno."
R. Es un tema muy complejo y no quisiera resolverlo en 3 o 4 minutos, pues hay que considerar muchos aspectos… A ver si soy capaz de decir un par de cosas que tengan verdadero fundamento.
En la vivencia que tiene Jesús de ser verdadero Dios y verdadero hombre, se da una progresión espiritual. Jesús recibe el Espíritu en el momento de la concepción y en el del bautismo, según la tradición de Lucas y de Mateo; y es el Espíritu el que va haciendo dentro de él, humanamente, un proceso de progresivo descubrimiento.
De modo que, lo primero que diría, siguiendo sobre todo a los primeros teólogos –Justino, Ireneo…- que más insisten en esto, es que no hemos de plantear este tema de la conciencia y comprensión de Jesús como un proceso puramente humano, es decir, como una progresión puramente psicológica en el conocimiento de sí mismo. Nuestra propia experiencia como creyentes nos ayuda a entender que no se trata sólo de un conocimiento intelectual, afectivo, sino que es un proceso espiritual, un proceso cuyo protagonista es el espíritu.
En segundo lugar, creo que habría que decir que la autoconciencia de una persona del siglo I, difiere en muchas cosas de la nuestra. Nosotros vivimos en una sociedad individualista, en la que el individuo es el principio, el valor máximo; una sociedad que, además, ha desarrollado mucho la capacidad de introspección psicológica. Y no podemos aplicar este modelo de conocimiento al proceso de Jesús porque en ese caso estamos comparando dos cosas muy distintas.
En el mundo antiguo, lo que nosotros llamamos autoconciencia tiene que ver con la percepción social. En las sociedades de orientación colectivista (la de Jesús lo era), uno se percibe en gran medida a sí mismo a través de los ojos de los demás. En el mundo antiguo, por decirlo de una manera muy sencilla, la pregunta
¿Qué dice la gente acerca de mí? era mucho más importante que la pregunta ¿Quién creo que soy yo?, porque no era tan importante la introspección psicológica cuanto el conocimiento social.
Dicho esto, en los evangelios tenemos una serie de tradiciones muy antiguas y muy sólidas, que apuntan hacia la comprensión que tenía Jesús de sí mismo; por ejemplo, Jesús habla de sí mismo con una terminología que, a los ojos de un judío, reflejaba una mentalidad, en muchos casos, de carácter apocalíptico, inspirado en el libro de Daniel: “el hijo del hombre”, es uno que viene sobre las nubes… por tanto, alguien que viene del ámbito de Dios. Más al alcance de todos nosotros, son las palabras de Jesús sobre Dios como Abba, Padre, que revelan una cercanía a Dios distinta de la que vivía el común de los mortales.
Esto es lo que nosotros llegamos a deducir con los pocos datos y el limitado conocimiento que tenemos. A partir de ellos se puede afirmar que Jesús tuvo un conocimiento de su identidad como enviado de Dios, y que vivió una relación muy íntima con él. También se puede decir que esta conciencia fue creciendo dentro de un proceso como fruto de la acción del Espíritu en él.
Un dato importantísimo en este planteamiento es cómo afrontó Jesús su muerte, porque pudo evitarla facilísimamente. Quien haya estado en Jerusalén sabe que del monte de los Olivos al desierto se tarda muy poco. Jesús podría haber huido, haber desaparecido, pero en vez de evitar su muerte, la afrontó; es una situación límite que dice mucho con respecto a la conciencia que Jesús tenía de su propia misión.
Para responder a la pregunta que Vd. plantea, hay que seguir trabajando sobre dos elementos: por un lado el contexto y por otro los datos que tenemos. Es un tema muy complicado, porque es muy difícil de plantear por la distancia cultural, y muy difícil de responder porque los datos que tenemos son escasos.
Respecto a la segunda parte de la pregunta, las palabras sobre la identidad entre Jesús y el Padre que se encuentran en el evangelio de Juan, habría que decir que son el fruto de una intensa reflexión sobre la identidad de Jesús. Esta reflexión la llevaron a cabo sus discípulos después de su muerte y bajo la acción del Espíritu Santo. Sería muy difícil, por tanto, afirmar que las pronunció Jesús. Sin embargo, lo que en ellas se dice está ya de alguna forma implícito en la forma en que Jesús se relacionó con Dios, en la cercanía que revela en su oración cuando se dirige a Dios como Abbá.
En realidad aquí estamos hablando de dos niveles distingos: la primera parte de la pregunta, la que se refiere a la autoconciencia de Jesús, es de tipo histórico; sin embargo la segunda se refiere al proceso a través del cual las primeras comunidades cristianas llegaron a esta comprensión, y lo reflejan , en concreto, en el Evangelio de Juan que tiene un desarrollo cristológico muy importante.
Santiago Guijarro Oporto, en web.unican.es/
Notas:
1 Quienes deseen profundizar en estos aspectos pueden consultar las siguientes obras: R. Brown, El nacimiento del Mesías. Comentario a los relatos de la infancia, Madrid 1982, 237-523; S. Muñoz Iglesias, Los Evangelios de la Infancia. Madrid 1987; F. Bovon, El evangelio según san Lucas. Vol I. Salamanca 1995.
2 Desde hace unos meses contamos con una excelente introducción y una nueva traducción de este evangelio: R. Aasgaard, La infancia de Jesús. Texto bilingüe del evangelio apócrifo del Pseudo-Tomás, Salamanca 2009
3 Véase su obra citada en la nota primera. Es, probablemente, el mejor libro que tenemos en castellano sobre los relatos de la infancia de Jesús.
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