1. LOGOS O RAZÓN HUMANA DE ACUERDO CON LA
UNIFICACIÓN DEL INTELIGIR SEGÚN HÁBITOS
Así pues, al destacar el ascendente acceso a Dios no sólo según el inteligir humano convertible con el ser personal al libremente trocarse en búsqueda de acuerdo con el hábito de sabiduría que en alcanzándolo se le otorga y lo torna a su vez en método, sino incluso a través de los hábitos intelectuales que descienden desde ése más alto en cuanto que innato al acto de ser personal, con propiedad cabe tomar dicho subir y bajar de la intelección, y a través del que consiguientemente se unifica entero el vivir intelectivo del hombre, en calidad de cierta “razón” o logos de la persona humana.
De donde es razón o racional desde luego el ascenso y descenso del inteligir junto con la pareja unificación de inteligidos, si bien no apenas de acuerdo con tipos diversos de lógica respecto de nociones intelectuales objetivadas, y de manera paradigmática según conexiones deductivas entre objetivaciones matemáticas, o también si se postulan “valores” de “validez” ajenos a los de la lógica clásica.
Porque ciertamente es logos o razón con carácter de lógica la plural y diversa conexión unificante según objetivaciones que de entrada procede en ascenso mas a la par posibilitando el discurrir descendente a través de los conectivos objetivados, y que tanto sube cuanto baja por lo pronto según dos divergentes líneas de prosecución respecto del abstraer como incoativo inteligir objetivante conjugado con el sentir, la generalizante y la fundamentante, cuya unificación o logos es la otra línea prosecutiva del inteligir objetivante, si bien independiente de la abstracción y en consecuencia del conocimiento sensible, cifrada en las objetivaciones matemáticas que pueden por lo demás indefinidamente pluralizarse sin que sea viable una axiomática única.
Sin embargo, no siempre se discierne la diversa índole lógica de las dos líneas prosecutivas de la operación inicial abstractiva, que, por ejemplo, en la lógica clásica se confunden según la predicación no tanto “extensional” cuanto, por así decir, “intensional” (o “intensiva”) de acuerdo con la objetivación de diferencias intencionales respecto de la esencia extramental, y de entrada tomadas como categorías o “predicamentos” o, luego, intentando unir éstos con la “extensión” de esas diferencias, según “predicables”; y todavía más se confunden estas lógicas diversas a la vista de las diferentes formas o estructuras proposicionales o, con mayor motivo, cuando se sientan tipos de conexiones deductivas entre tipos de proposiciones de acuerdo con la índole formal de éstas según modalidades de silogística, y conexiones que se presume unificar en orden a un, al cabo imposible, sistema axiomático único 24.
Aunque en virtud del inteligir habitual es de mayor altura el logos o ratio como unificación de la línea racional fundamentante respecto de las operaciones que los correspondientes hábitos posibilitan de antemano sin conmensurarse con objetivaciones, y equivalente al hábito de ciencia a manera de balance, pues nunca definitivo, ya que de esta suerte se explicitan –o como inexplicitables implícitos se manifiestan– las distintas concausalidades que integran la esencia extramental.
Por su parte, las unificaciones en las líneas prosecutivas que arrancan del inteligir objetivante incoativo distintas de la fundamentante, la generalizante y la matemática, ascienden obteniendo objetivaciones conectivas superiores a las precedentes en lugar de en virtud de hábitos adquiridos que manifiestan las operaciones más bien de cierta variación de acto; y aunque en la línea generalizante cabe ascender indefinidamente, en la matemática, sin embargo, puesto que depende la unificación de la racional fundamentante con la generalizante, es inviable la unificación de la diversidad de funciones (las funciones son el nivel de unificación matemática superior al de los números; los números se obtienen al unificar los conceptos objetivados con las ideas generales, mientras que las funciones al unificar los juicios objetivados con los números), por lo que cabe postular indefinidas sistematizaciones de funciones propuestas como teoremas.
Al cabo, la unificación matemática es inclausurable puesto que se logra a partir de las objetivaciones de la línea racional fundamentante, que no son más que tres, puesto que la última es oscilante en vista de la alternancia en la noción objetivada de fundamento en calidad de cambio de base de acuerdo con diversas maclas de los primeros principios objetivados como axiomas lógicos. Porque, a su vez, la pretensión de lógica única se debe a que en el nivel de la última operación racional fundamentante se macla la identidad no sólo con la no contradicción sino también con la causalidad en tanto que, por así decir, “aplicada” al ser espiritual.
E incluso es más alto el logos o razón como englobante unificación de hábitos adquiridos y de operaciones objetivantes cualesquiera según el hábito de sindéresis, que puede a su vez tomarse como un nivel de conciencia superior al de la apenas concomitante respecto de esas operaciones.
La conciencia concomitante al inteligir operativo o según objetivaciones es una peculiar operación intelectual objetivante inicial que se conjuga con el conocimiento sensitivo no más que en el nivel de la imaginación de proporciones solamente formalizadas, y cuyo tema congruente es la circularidad según la noción intelectual de “a la vez, y lo mismo, principio que fin”, equivalente a “inteligir que lo que objetivadamente se intelige, se intelige como tal única y exclusivamente por inteligirlo”, de modo que inteligirlo objetivadamente equivale a “notar” que se intelige, mas sin inteligir el inteligir o sin manifestarlo (lo que corresponde a los hábitos adquiridos), o notando apenas que se intelige justo objetivadamente, es decir, de modo que luciendo tan sólo la objetivación se intelige que según ella se intelige, mas sin inteligir el inteligir; y de ahí que este notar que se intelige al objetivar pero sin manifestar el inteligir —sin desocultarlo respecto de lo inteligido— acompañe cualquier inteligir objetivante incoativo que se conjugue con conocimientos sensibles perceptuales, también recordables a la par que “expectables” (odinariamente asimilado sin más a la abstracción), y con el de las divergentes líneas prosecutivas de éste.
Mas por al cabo estribar en cierta procura de réplica en intimidad por parte del acto de ser personal humano es de todavía mayor altura, y no menos con carácter de razón, la unificación de la actividad intelectiva que desde el hábito de sabiduría por así decir se “gesta”, también del hábito de intellectus, de modo que no sólo del de sindéresis en tanto que englobante de las que a partir de él son suscitadas, y que se corresponde con el logos de la persona humana según el que el entero vivir intelectual del hombre en virtud del disponer por el que parejamente desciende la personal libertad trascendental es conducido u orientado, mientras de tal modo unificado le cabe a su vez ser “instaurado” en calidad de don o como amor.
Así que, en último término, desde el hábito de sabiduría son según el logos de la persona humana unificados tanto el hábito de intellectus por el que se intelige la vigencia entre sí de los primeros principios, cuanto el hábito de sindéresis que engloba los hábitos adquiridos y las operaciones objetivantes a partir de él en tanto que ápice suscitadas como descendente a la par que ascendente iluminación de nivel esencial, por lo que también comprendido el hábito de ciencia, con lo que de esa suerte unificada la entera intelección humana es, por así decir, libremente “esgrimida” de acuerdo con la orientación destinal o bien trocándose en búsqueda de encontrar a Dios y de en Él encontrarse la persona creada o bien pretendiendo el pleno encuentro del ser “propio” a través del intento de identidad con la propia esencia (mediante un presunto completamiento de su saber o una culminación de su querer de acuerdo, por ejemplo, con un indefinido prorrogarse voluntario según el poder de negar o, al contrario, de transmutativo afirmar al cabo según la interpretación).
* * *
Desde donde con mayor motivo que según el ascenso intelectivo hasta el Origen como Identidad a través de la dependencia trascendental de la primara causalidad o principiación, pues, sobre todo, según el trocarse en búsqueda, al cabo, del Logos o Ratio que hubiese de serlo en plenitud o como plena Réplica íntima de la Identidad originaria, el hacia lo alto alzarse de la intelección humana buscándose al buscar a Dios podría equipararse con la por san Agustín llamada ratio superior, y que es la que puede al cabo asimilarse a cierta fe humana intelectual o racional a manera por cierto de disposición en alguna medida exigida para el nuevo don divino, a través de la Gracia, de la fe teologal.
En definitiva, no sólo el ascenso hacia Dios según la intelección humana sino también el descenso de ésta de acuerdo con una pluralidad metódica y temática exige considerar la viva –vívida– unificación, al cabo desde la persona, de los más altos hábitos intelectuales, por lo pronto desde el que es solidario con el inteligir personal, el de sabiduría, en el que se asume, como elevándola al nivel de la persona, y junto con el hábito de los primeros principios o intellectus, la unificación que se logra a partir del hábito de sindéresis ante todo de los hábitos adquiridos aunque también de las operaciones objetivantes, y que son el potencial o dinámico enriquecimiento equivalente a la esencia en cuanto que manifestación y disposición por parte del acto trascendental o primario que es el hombre como acto de ser personal.
Y también de esa manera cabe in melius interpretar la propuesta kantiana acerca de la superioridad de la razón (Vernunft) sobre el entendimiento (Verstand), siempre que en ella, asimismo en cuanto que teórica, no se mutile el acceso a Dios, y que no por alto se pase la orientación ascendente del intellectus, irreductible a la conjugación del conocimiento intelectual con el sensible, entendido aquél como analítico y a priori y éste como sintético y a posteriori (o, frente al planteamiento aristotélico, sin reducir la “actividad” del intelecto agente a la suscitación de inteligibles en acto de acuerdo con cierta iluminación de los conocimientos sensibles en calidad de inteligibles en potencia)
Jorge Mario Posada en revistas.unav.edu/
Notas:
24 De estos asuntos, por lo demás, trata Polo en los tomos tercero y cuarto del Curso de teoría del conocimiento.
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Aprender a perdonar |
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