Ser padres quiere decir sustancialmente recibir un don que regala una nueva perspectiva de amor basada en la óptica de una mutua generosidad y don de sí mismo
¿Qué significa realmente ser padres? ¿Es un don o es un derecho? Y además, ¿en qué se basa el amor conyugal? Como decía Juan Pablo II, los padres “deben amar a la nueva criatura humana como la ama el Creador”, por sí misma. Ser padres quiere decir sustancialmente recibir un don que regala una nueva perspectiva de amor basada en la óptica de una mutua generosidad y don de sí mismo. Esta fue una de las grandes propuestas y enseñanzas de Juan Pablo II, a la que Rafael Hurtado, de la Universidad Panamericana (Guadalajara-México), ha dedicado un especial estudio y atención, recorriendo meticulosamente las etapas de su pensamiento teológico, pastoral y también poético, sobre un tema, el de la paternidad, que está en el centro de debates, disputas y controversias que buscan entender su sentido más verdadero y auténtico.
Una parte muy importante de los escritos intelectuales y pastorales de San Juan Pablo II/Karol Woityla (1920-2005) abordó el tema de la paternidad. Su pensamiento es original en estilo y fondo, revelando dos aspectos particulares de su vida personal. Primero, su niñez difícil en que vivió bajo la custodia de su padre viudo y de Edmund, su hermano mayor, quien murió de una terrible enfermedad cuando el pequeño Karol tenía doce años. Sin duda, el carácter de Lolek, como solían llamarle, se forjó con estos hechos que contribuyeron grandemente a fortalecer su educación moral. Un segundo aspecto sería la importancia del ambiente en su juventud (Srodowisko o entorno) donde Karol, ya sacerdote y más tarde como obispo, ejerció su ministerio en una época en que Polonia se veía atormentada por cambios políticos, guerras y varias campañas políticas en favor de la degradación de la sexualidad conyugal.
Tales experiencias entre políticos, figuras heroicas de la Iglesia Católica y jóvenes, enseñaron al sacerdote polaco a tener un profundo respeto por el amor humano. Como comentó en años posteriores en varias ocasiones, fue en su entorno universitario donde aprendió a amar el amor humano. En verdad fue entre jóvenes donde Wojtyla sentó las bases para construir un amplio razonamiento filosófico y teológico así como una educación académica, religiosa y pastoral sólida, que servirían de base para desarrollar un pensamiento muy profundo en temas de moral sexual.
Fue en esta etapa donde decidió trabajar en un manuscrito a principios de los años sesenta que se convertiría luego en una de las obras más prominentes sobre el amor humano y el matrimonio: Amor y Responsabilidad, un libro inspirado por una profunda necesidad entre los miembros del grupo de amigos y las parejas jóvenes con quienes trabajaba. Es justo decir que los antecedentes de Wojtyla entre los estudiantes, sus experiencias como pastor y como conferencista se convirtieron en sus habilidades más reconocidas, un carisma que le valió ser considerado una autoridad en temas relacionados con la vida matrimonial, la sexualidad y la familia. De hecho, pocos años después de la publicación de la primera edición de Amor y Responsabilidad, fue llamado por Pablo VI para participar en la Comisión Pontificia nombrada por el Papa para investigar los fundamentos morales desafiados por la nueva tecnología anticonceptiva, la famosa píldora. Junto con la propia comisión polaca, las investigaciones de Wojtyla estuvieron de acuerdo con el proyecto romano que se materializó en la Humanae Vitae en 1968, la encíclica que cambió para siempre la historia de la Iglesia moderna. Al mismo tiempo, Wojtyla se conservó siempre humilde y siempre cercano a sus compromisos pastorales y académicos, así como a sus pasatiempos y gustos personales. Siguiendo el mensaje central de Amor y responsabilidad, también escribió dos obras maestras teatrales y poéticas: Hermano de nuestro Dios, La radiación de la paternidad y El taller del orfebre, símbolos de su talento literario inspirado por el amor humano.
Las controversias relacionadas con la nueva encíclica del Papa Pablo VI marcaron el interés futuro de Wojtyla por la ética sexual. Tomó las opiniones morales disidentes −divulgadas por algunos teólogos y asumidas por la mayor parte de los fieles− como un auténtico desafío, hecho que puede confirmarse en una serie de trabajos y artículos que escribió sobre la doctrina de Humanae Vitae. Su agenda intelectual y pastoral está marcada por este hecho, y la llevará consigo a su pontificado. Es precisamente entonces, cuando ocupa la cátedra de Pedro, que todas estas experiencias maduraron en su mente analítica, dando nacimiento a una de las obras teológicas más prometedoras de su tiempo: La teología del cuerpo, una catequesis detallada sobre el amor humano visto a través del prisma de la Revelación cristiana, escrito y enseñado por el propio Juan Pablo II en las audiencias generales de los miércoles en la Plaza de San Pedro.
A partir de esta breve introducción histórica, podemos asumir que Wojtyla fue movido por un profundo interés pastoral cuando enseñó moral sexual a las personas a través de la gloriosa visión de la vida humana y el amor divino. Tenía un don para acercarse a sus amigos, estudiantes y feligreses y expresar su opinión sobre el valor intrínseco de la persona humana y el don de participar en la creación de la vida humana. Entendía el amor conyugal y la familia como un signo y símbolo que transmiten en el mundo visible el misterio invisible escondido en Dios desde la eternidad. Todo esto se puede reconocer fácilmente a través de toda su enseñanza como sacerdote, obispo y Papa y su evolución intelectual como poeta, filósofo y teólogo desde finales de los años 50 hasta mediados de los años 80. En estos años, Wojtyla escribió una serie de ensayos y homilías que se podían clasificar en los siguientes cuatro períodos de su obra intelectual.
En esta etapa, que se extiende entre 1950 y 1958, Wojtyla publicó una serie de artículos en varias revistas polacas como Znak, Tygodnik Powszechny y Ateneum Kaplanskie. Algunos de ellos son: Instinto, amor y matrimonio (1952); Reflexiones sobre el matrimonio (1957); Propedéutica del sacramento del matrimonio (1958). Tratan del amor matrimonial y de la sexualidad, señalando la difícil situación que la mayoría de las parejas jóvenes experimentaban en Polonia durante esa época. Wojtyla se preocupaba por los desafíos sociales, económicos e ideológicos que enfrentaban las parejas casadas en la Polonia comunista.
Amor y responsabilidad es el trabajo clave aquí. Publicado en 1960, este libro resulta de la interacción de Wojtyla con parejas jóvenes en la Universidad Católica de Lublin. Ya consagrado obispo, se plantea presentar una visión de la ética sexual para iluminar a las personas en sus luchas interiores y familiares. Así es como surgió uno de sus mayores logros filosóficos, la norma personalista: una persona es una entidad de una especie con la cual la única manera propia y adecuada de relacionarse es el amor. Desde este punto de vista, Wojtyla construye su argumento para explicar el amor entre el hombre y la mujer, sobre todo cuando el tiempo para el matrimonio y la apertura a una nueva vida se les presenta como una elección, un don y un misterio con todas sus posibilidades. Esta idea es el punto clave del último capítulo del libro, la justicia hacia el Creador, y quizás la más enriquecedora de todo el libro.
Este período es notable por la cantidad de documentos dedicados a explicar y justificar la doctrina de la encíclica Humanae Vitae. Wojtyla aceptó el desafío de la contestación generalizada hacia Humanae Vitae y escribió varios artículos y homilías para explicar el argumento de la enseñanza del Papa. Dos artículos son relevantes para nuestro propósito: La familia como "communio personarum" (1974), y El amor fecundo y responsable (1978). La paternidad se valora aquí como una gran responsabilidad al dar la vida a los hijos.
Por último, Wojtyla - ahora como Papa Juan Pablo II - trae todo su conocimiento y experiencia adquiridos a través de los años a La teología del cuerpo. Son las catequesis de los miércoles en la audiencia general en la Plaza de San Pedro de 1979 a 1984, y representan el logro de una justificación más teológica a la doctrina implícita en Humanae Vitae. Hay varias maneras de organizar las audiencias sin perder su coherencia interna; de hecho, dicho orden tiende a cambiar dependiendo de las traducciones del español al inglés. Sin embargo, parece como si Wojtyla hubiera decidido revisar la doctrina de Humanae Vitae de manera explícita hasta el final de la catequesis. A mi entender, se proponía trabajar primero en una antropología adecuada que pudiera proporcionar una visión completa del significado de la persona humana a través de la Revelación. Sólo entonces sería posible elevar el profundo misterio que revela el amor entre el hombre y la mujer. El llamado de los dos a convertirse en una sola carne subraya los fundamentos de la vida familiar: el amor verdadero, total, fiel y fecundo entre el hombre y la mujer. Cada vez que se convierten en una sola carne, deben estar abiertos al don de una nueva vida para cuidarla, nutrirla y amarla.
¿Qué podemos concluir de los escritos de Wojtyla sobre el matrimonio y la familia tras este breve repaso biográfico intelectual?
La intención principal de Wojtyla en los años cincuenta era comprender mejor las cuestiones en torno al matrimonio y la familia en términos generales. Hizo esto reflexionando a partir de sus propias circunstancias personales −no hay que olvidar la matriz fenomenológica de su pensamiento− así como apoyándose en una fuerte preparación religiosa y espiritual, que lo llevaron a escribir el libro Amor y responsabilidad, nacido principalmente de sus intereses pastorales, y destinado a dar respuestas directas a los problemas éticos en el área de la sexualidad que tuvieron lugar en los años 60.
El resumen práctico de su pensamiento en este campo se puede sintetizar en los siguientes términos:
¿Cómo se puede ser responsable de la vida familiar y los hijos y ser un profesional competente al mismo tiempo? El dominio de sí mismo es su respuesta a los padres que buscaban su orientación ya desde los años 50: los padres deben trabajar juntos en su propio carácter; tanto los esposos-padres y esposas-madres tienen que mejorar su propio carácter personal y por lo tanto su matrimonio. No es una cuestión de “represión”, sino el objetivo constante de convertirse en una pareja amorosa. Por lo tanto, es más fácil establecer prioridades en materia de educación, decisiones económicas, horarios de trabajo y planes futuros para la familia cuando se trabaja sobre el propio carácter, como persona individual y como marido/mujer, como persona en la relación. Parece que Wojtyla entiende el trabajo como una manera eficiente de ser responsable de la otra persona; como una forma de entregarse enteramente a los seres queridos: el marido-padre a la esposa-madre y viceversa, y juntos a los hijos.
En el ámbito del matrimonio, el hombre y la mujer se entrelazan sexualmente, lo que abre la posibilidad de convertirse en padres; esto debe ser aceptado libre y responsablemente como parte de su vocación al matrimonio. Las parejas jóvenes deben reconocer libremente la posibilidad de convertirse en padres cada vez que se entregan en el acto sexual. Por eso esta potencialidad es parte integrante de la vocación al matrimonio pues la paternidad de acuerdo con Wojtyla es una vocación al don total, fiel, verdadero y fructífero que hombre y mujer se hacen entre sí a través del matrimonio, expresado en la apertura conyugal a la procreación.
Podemos observar un claro desarrollo en su explicación sobre el amor humano, al referirse al concepto de paternidad. Wojtyla hace énfasis en la responsabilidad que el hombre y la mujer asumen del hijo que podría venir como resultado de su amor expresado a través de sus cuerpos. Él llama a salvaguardar tal amor de acuerdo con la norma personalista. La familia es considerada como el don de la vida y su realización en el amor que procrea y nutre a la persona humana
Juan Pablo II explicó en su Teología del cuerpo los fundamentos antropológicos de la Humanae Vitae de Pablo VI según la Escritura, sobre todo el Génesis. Vuelve al principio para encontrar un significado más profundo del amor humano a la luz del plan divino, donde la paternidad se entiende como el don de participar en la creación de Dios de la nueva vida. La Teología del Cuerpo se convirtió en un legado para hombres y mujeres para comprender y contemplar el gran misterio revelado a través de nuestra sexualidad y el llamado a ser una sola carne. El matrimonio y la familia en la sociedad contemporánea están en constante ataque por una comprensión pobre, limitante e insatisfactoria del verdadero significado de la vida sexual y el amor conyugal. A mi entender, Juan Pablo II aborda el problema de la paternidad señalando la belleza de llevar una nueva vida en un marco de amor verdadero, fiel, libre y total porque cada vida humana tiene hambre de que este tipo de amor sea la razón de su ser; es el tipo de amor que cuida y nutre la vida humana según la dignidad de la persona humana.
Juan Pablo II regresó a la "Casa del Padre" en 2005. Tres miniseries notables de la televisión fueron transmitidas ese mismo año y el siguiente: Karol: El hombre que se convirtió en Papa y Karol: El Papa, el hombre, ambas interpretadas por el actor polaco Piotr Adamczyk como Wojtyla y Juan Pablo II; El Papa Juan Pablo II donde aparecía el ganador del Oscar John Voight como Juan Pablo II a la edad de 84; y finalmente No tengas miedo: La vida de Juan Pablo II donde Thomas Kretschmann hizo el papel de Juan Pablo II entre los años 2000 y 2005.
Pero los cortometrajes de televisión y varios otros documentales filmados mucho antes de su muerte no fueron los únicos productos cinematográficos que se pueden encontrar relacionados con la vida del primer Papa polaco que cambió la historia de la Iglesia en los tiempos modernos. El esplendor de la visión profunda de Wojtyla sobre el matrimonio y la vida familiar también fueron expresados maravillosamente en algunas de sus obras literarias, dos de ellas en particular: El taller del orfebre y El hermano de nuestro Dios.
El taller del orfebre fue escrita en 1960. La historia exalta la importancia del anillo de bodas como un verdadero símbolo del amor que el marido y la esposa comparten a través del don de sí mismos en el sacramento del matrimonio. El anillo representa la prueba viviente de la verdadera vocación del hombre y de la mujer al amor y a permanecer fuertes frente a cualquier dificultad dentro del mismo matrimonio o ante cualquier crisis externa (como la Primera y la Segunda Guerras Mundiales). Como obra de teatro, El taller del orfebre se convirtió en un largometraje en 1988, protagonizada por Burt Lancaster, Daniel Olbrychski y Olivia Hussey. La película se recuerda sobre todo como una película "decente" de valor moral y artístico, apropiada para un público amplio incluyendo a los jóvenes. Es una de esas películas que las parejas deben considerar ver antes de comprometerse en matrimonio. Esa fue la intención original de Wojtyla al escribirla.
Otro texto de la misma naturaleza, El hermano de nuestro Dios y La radiación de la paternidad pone en contacto al público con la vida de Adán Hilario Bernard Chmielowski (más tarde, San Alberto Chmielowski), su soledad y su encuentro con la paternidad subrayando el llamado de cada hombre de su hambre más profunda para experimentar el amor que verdaderamente satisface: abrirse al amor del Padre como hijos a imagen del Hijo, para experimentar el don como padre de una nueva vida humana a imagen del Padre. La primera parte, El hermano de nuestro Dios, también se convirtió en una película dirigida por el cineasta polaco Krzysztof Zanussi, quien permanecería cercano a Juan Pablo II en los años posteriores.
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¿Cuál es el significado de la paternidad para San Juan Pablo II/Karol Wojtyla? De estas cuatro etapas de su vida intelectual, así como de sus obras literarias, podemos observar la constante referencia de Wojtyla con respecto al valor intrínseco de la persona humana, un ser que es llamado a amar y a ser amado; a ser respetado y ser responsable de sus acciones, sobre todo cuando se trata de traer a otras personas a la existencia, que es el momento en que se revela el significado de la paternidad:
“La paternidad es un don que reciben el hombre y la mujer juntamente con el amor; es lo que crea una perspectiva de amor en la dimensión de una mutua entrega que dura toda la vida y es la condición de su gradual realización a través de la vida y la acción” (Wojtyla, 1979).
Rafael Hurtado, PhD.
Universidad Panamericana (Guadalajara-México)
Fuente: familyandmedia.eu.
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