Juan Chapa es profesor de Sagrada Escritura en la Universidad de Navarra, comenta algunos aspectos del nuevo libro del Papa Benedicto XVI, Jesús de Nazaret. Una versión más amplia de esta reseña se ha publicado en Nueva Revista, nº 112 (12 de septiembre 2007)
El libro abarca desde el Bautismo de Jesús hasta la confesión de Pedro y la Transfiguración, y se anuncia una segunda parte en la que también tratará las narraciones de la infancia.
Las fuentes empleadas son fundamental y principalmente los Evangelios tal como los ha recibido la Iglesia. Para su interpretación, Benedicto XVI se sirve sobre todo de los otros libros de la Escritura. En el prólogo, el Papa señala que su obra presupone la exégesis histórico-crítica. Afirma que se sirve de sus resultados, pero desea ir más allá de este método desembocando en una interpretación propiamente teológica.
El libro no tiene notas a pie de página. Además de padres y escritores espirituales, los autores especializados que cita, en su mayor parte católicos pero también algunos protestantes y judíos, son mencionados en el cuerpo del libro de manera abreviada. Los datos completos se recogen en un elenco final, dividido por capítulos del libro. A este listado le precede una enumeración de obras recientes e importantes sobre Jesús. En concreto el autor cita seis autores, cinco alemanes (Gnilka, Berger, Schürmann, Söding, Schnackenburg) y uno americano (Meier), todos ellos católicos.
Las cuestiones que trata han sido elegidas necesariamente de entre una inabarcable multitud de posibilidades. Por eso, selecciona algunos aspectos, que ilumina e interpreta desde otros lugares de la Sagrada Escritura, recurriendo también a diversas interpretaciones antiguas y modernas e intercalando ocasionalmente actualizaciones puntuales para llegar a los rasgos más definitorios de la vida y el ser de Jesús.
Vidas de Jesús al gusto del autor
El género que se conoce como vidas de Jesús aparece en los siglos XIX y XX, con obras de autores racionalistas. Para estos autores, los Evangelios no son vidas de Jesús, sino vidas mitificadas de Jesús, que requieren una depuración crítica. A pesar del éxito inicial, quedó claro, como puso en evidencia Albert Schweitzer en su célebre investigación sobre las vidas de Jesús, que el Jesús que presentaban era el reflejo de los postulados filosóficos de sus autores.
El nuevo modo de afrontar la figura de Jesús llevó consigo una reacción por parte de autores católicos, que con mayor o menor intención apologética escribieron vidas de Jesús a partir de los Evangelios, pero contextualizadas histórica, geográfica o sociológicamente.
Como el Papa apunta, el panorama cambió en la década de los cincuenta a raíz de la separación entre el Jesús histórico y el Cristo de la fe (de Jesús no sabemos nada, pero no importa porque lo que interesa es la fe en el Cristo proclamado por la comunidad). El panorama de los últimos años no ha cambiado sustancialmente. No sólo se ha renunciado a escribir una vida de Jesús el Papa propiamente tampoco intenta hacer una, si entendemos por tal un relato cronológico de la vida de un personaje, sino que los estudios que se han realizado sobre la figura del Maestro de Nazaret mediante sofisticados métodos histórico-críticos no han logrado más que presentar unas diluidas y a menudo casi contradictorias imágenes de Jesús que no acaban de convencer a nadie. El resultado es dramático y el Papa así lo afirma: "La figura misma de Jesús se ha alejado todavía más de nosotros" (p. 8).
Benedicto XVI conoce la situación y, desmarcándose netamente de esta línea, sostiene que los Evangelios nos dicen quién es Jesús, lo que hizo, lo que dijo y lo que significa para la historia.
Aunque Jesús de Nazaret no es propiamente una vida de Jesús ni es tampoco un retrato, se puede decir que es una biografía en cuanto que sabe ir al fondo de lo más íntimo y propio de su persona, al hilo de su actividad y enseñanza. Pienso que el libro del Papa consigue mostrar quién es verdaderamente Jesús, dejándole hablar a él. Es capaz por tanto de mostrarnos los rasgos esenciales de su vida.
El método histórico y sus límites
Si los estudios exegéticos actuales sobre Jesús han hecho de él una figura del pasado del que casi no sabemos nada, Benedicto XVI quiere traernos a Jesús al presente. Se da cuenta del grave peligro que corren los creyentes si se impone esa postura erudita y escéptica que desdibuja la figura de Jesús y la deja en la nebulosa de un tiempo pretérito. "Semejante situación es dramática para la fe, pues deja incierto su auténtico punto de referencia: la íntima amistad con Jesús, de la que todo depende, corre el riesgo de moverse en el vacío" (p. 8).
La historia de Jesús es esencial para la fe. Por eso el Papa asume el método histórico que utilizan los exégetas, pero purificándolo de los prejuicios que lo pervierten. Sin historia, la fe cristiana se elimina y se trasforma en una religión más o en un gnosticismo. Por eso la fe exige el método histórico. Pero el método tiene límites en cuanto que es explicación del pasado. Debe dejar la palabra en el pasado, como palabra humana que es. El método puede descubrir puntos de contacto con el presente pero por su propia naturaleza no puede hacer actual la palabra.
Benedicto XVI conoce muy bien la metodología histórico-crítica empleada por los exégetas. Pero para Joseph Ratzinger la exégesis bíblica no es una ciencia histórica, sino que es por encima de todo hermenéutica. Cualquier interpretación supone una precomprensión. Los exégetas tienen las suyas. La de Benedicto XVI quiere ser la de la Iglesia (sin que esto signifique, sobra decirlo, que su exégesis pretenda poner punto final a la interpretación bíblica).
La unidad de la Escritura
El estudio de la figura de Jesús desde la unidad de la Biblia es lo que hace a Jesús de Nazaret tan atrayente. Es éste un tipo de acercamiento al texto sagrado que en las últimas décadas ha sido desarrollado por la "exégesis canónica". Este tipo de exégesis "interpreta cada texto bíblico a la luz del canon de las Escrituras, es decir, de la Biblia en cuanto recibida como norma de fe por una comunidad de creyentes. Procura situar cada texto en el interior del único designio divino, con la finalidad de llegar a una actualización de la Escritura para nuestro tiempo" (Pontificia Comisión Bíblica). Benedicto XVI hace alusión a ella como dimensión esencial de la exégesis y la pone en práctica.
El lector continuamente encontrará en el libro brillantes y sugestivas interpretaciones de los Evangelios que se iluminan y entienden a la luz de otros pasajes de los mismos Evangelios o de los demás libros del Antiguo y el Nuevo Testamentos, presentados con el habitual rigor, agudeza y hondura a que el actual romano pontífice nos tiene acostumbrados. Es éste, a mi juicio, uno de los aspectos más destacables de Jesús de Nazaret. Se trata de auténtica exégesis bíblica, que no sólo explica y clarifica un pasaje a la luz de otros sino que también delimita la interpretación de un determinado texto y deja al descubierto interpretaciones arbitrarias.
Un Jesús para hoy
Buena parte de la exégesis actual, la que se puede calificar como más sólida, a pesar de las incertidumbres en las que a menudo se mueve, pone de manifiesto que lo más específico de Jesús es su referencia total a Dios y su unión con Él. El Papa afirma: "Este es también el punto de apoyo sobre el que se basa mi libro: considera a Jesús a partir de su comunión con el Padre. Éste es el verdadero centro de su personalidad. Sin esta comunión no se puede entender nada y partiendo de ella Él se nos hace presente también hoy" (p. 10). De esa unión viene la autoridad de su enseñanza: de su contacto con el Padre cara a cara, de la visión de Aquel que está en el seno del Padre. Es así como los Evangelios cobran sentido.
Benedicto XVI intenta, y a mi juicio lo consigue, presentar el Jesús de los Evangelios como el Jesús real, histórico. Como afirma el pontífice, esta figura "resulta más lógica y, desde el punto de vista histórico, también más comprensible que las reconstrucciones que hemos conocido en las últimas décadas. Pienso que precisamente este Jesús el de los Evangelios es una figura históricamente sensata y convincente" (p. 18). No lo es, por el contrario, pensar que la comunidad ha sido la creadora de la imagen que tenemos de él.
El Jesús histórico es el de los Evangelios y sigue hablándonos hoy. No es posible encontrarse con Jesús y no ser interpelado por él. El Papa no escribe un libro más o menos erudito sobre Jesús. El método de interpretación que emplea conlleva una búsqueda personal del rostro de Cristo y un deseo permanente de actualizar su figura para los hombres y mujeres de hoy.
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