Los diálogos ecuménicos interconfesionales
F. Rodríguez Garrapucho
Vid. César izquierdo (dir.), Diccionario de Teología, Eunsa, Pamplona 2006, pp. 297-303
Sumario
Introducción.- 1. Los diálogos teológicos: formas y métodos.- 2. Los diálogos interconfesionales en curso: a) anglicano-católico; b) ortodoxo-católico; c) luterano-católico; d) metodista-católico; e) Alianza reformada mundial-Iglesia Católica; f) Discípulos de Cristo-Iglesia católica; g) pentecostal-católico; h) bautista católico; j) otros diálogos; k) diálogos locales.
Introducción
El diálogo ha sido desde el comienzo del movimiento ecuménico uno de los instrumentos más eficaces y serios de acercamiento y de progreso en el camino de los cristianos hacia la reconciliación. Los diálogos ecuménicos han asumido diversas formas desde que en el siglo XIX se dio comienzo al ecumenismo moderno. Han pasado por contactos y amistades personales, asambleas nacionales e internacionales de tipo misionero y práctico, oración de cristianos de varias confesiones y diálogo de conocimiento mutuo.
1. Los diálogos teológicos: formas y métodos
A partir de la creación de Fe y Constitución en Lausana, en 1927, los diálogos de temas doctrinales entre las Iglesias fueron ganando en intensidad y en profundidad en el seno de esta institución, y desde 1948 en el ámbito del Consejo Ecuménico de las Iglesias (CEI). Diálogos doctrinales que se sostenían en principio entre anglicanos y protestantes, pero desde los años treinta se vieron enriquecidos por la presencia de teólogos ortodoxos. Los católicos no pudieron intervenir de forma oficial en ellos, pues la participación católica en los encuentros ecuménicos estuvo prohibida hasta la llegada de Juan XXIII al papado. En los años del Concilio Vaticano II, el papa Pablo VI enfatizó el papel del diálogo como método de misión de la Iglesia en el mundo moderno con su Encíclica Ecclesiam suam (1964). En este texto quedó esbozada toda una antropología y teología del diálogo, que será retomada por la Encíclica Ut unum sint de Juan Pablo II, donde añade que el diálogo, más allá de un intercambio de ideas, es «un intercambio de dones» (UUS 28).
Pero hay que reconocer que el ingreso de la Iglesia católica en el movimiento ecuménico a partir del Vaticano II produjo transformaciones importantes, sobre todo en el desarrollo de los diálogos bilaterales de carácter doctrinal entre las Iglesias. La red dialogal creada desde entonces se extendió no sólo a las comisiones mixtas internacionales o grupos mixtos de trabajo, sino a diálogos de ámbito nacional, regional o local, unas veces de carácter oficial y otras de carácter privado, Existe una bibliografía sobre los diálogos teológicos ecuménicos que se actualiza todos los años en la revista Centro pro Unione, editada por la institución del mismo nombre en Roma. Dicha bibliografía recoge unos 130 diálogos de todos los niveles en el mundo (d. J.V. Puglisi y S.V. Voicu, «A bibliography of interchurch and interconfessional theological dialogues», Centro pro Unione, Roma 1984).
Los diálogos actuales más frecuentes entre las Iglesias son los bilaterales, que se desarrollan entre dos confesiones cristianas, permitiendo una mayor profundización en el tratamiento de algunos temas que afectan directamente a las Iglesias implicadas, Son los diálogos que prefiere la Iglesia católica, pero también ella participa en algunos multilaterales, sobre todo con el CEI. Puesto que cada confesión cristiana dialoga a partir de su especificidad, las Iglesias se han agrupado en torno a las Uniones Cristianas Mundiales (Christian World Communion), considerando como tales la Ortodoxia, la Iglesia católica, la Comunión anglicana, la Federación luterana mundial, ett. Los secretarios de estas uniones mundiales se reúnen de forma regular en un foro que tiene como misión verificar y confrontar los resultados de los diálogos.
Cuando un diálogo teológico llevado a cabo por una comisión mixta alcanza una madurez suficiente, se puede alcanzar una ampliación del compromiso del mismo, y entonces se llega a la firma de acuerdos doctrinales entre Iglesias. Se trata de declaraciones comunes oficiales que restablecen en un nivel formal el acuerdo sobre una doctrina antes discutida y que hoy ya no tiene efectos divisorios. Hay que decir que este tipo de acuerdos no se ha prodigado mucho de momento, pero los ya existentes son una firme esperanza y la prueba cierta de que el ecumenismo está en continuo avance. Ejemplo de estos diálogos de comisiones teológicas elevados a la categoría de acuerdos eclesiales son los acuerdos cristológicos de las Antiguas Iglesias Orientales (no calcedonenses) con la Iglesia católica, o bien el diálogo católico-luterano, que en 1999 firmó el histórico Acuerdo sobre la doctrina de la justificación entre la Federación luterana mundial y la Iglesia católica.
Hay otra clase de diálogos que no pretenden en principio llegar tan lejos, y se quedan en un nivel más simple: se trata de conocerse y entenderse mutuamente, pues hay casos en que Iglesias que no tuvieron nada que ver con otras en su origen, dialogando se percatan de que tienen mucho más en común de lo que ellas creían en principio. Es el caso de los metodistas cuando iniciaron el diálogo con los católicos o los ortodoxos, o el de los pentecostales con las Iglesias del Oriente. En todos los casos se trata de buscar acercamientos mediante un método propio: confrontación con la Sagrada Escritura y con la Tradición de la Iglesia antigua, usando los métodos modernos de la exégesis y de los estudios históricos, a fin de releer juntos la historia para llegar a la purificación de la memoria. Con ello se logra en general encontrar bases comunes a partir de la Escritura, expresando la fe cristiana en lenguaje bíblico, y deshacer prejuicios por lecturas muy parciales de la historia que estaban actuando como bloqueo psicológico. Los problemas de antaño se redirnensionan cuando se ven a la luz de la gran Tradición. En el método propio del ecumenismo no se olvida el otro momento de confrontación con la teología actual y las necesidades pastorales de la Iglesia o las Iglesias dialogantes,
Por vía ordinaria, una vez hecho y concluido un diálogo, la comisión mixta que lo ha realizado lo ofrece a las autoridades de las Iglesias implicadas, para que ellas den un parecer oficial sobre los resultados obtenidos. Este proceso suele ser lento, pues las autoridades se toman tiempo para implicar lo más posible a las diversas instancias sinodales de sus Iglesias. Los documentos fruto del diálogo suelen ser tan densos que la reacción implica también a un público más amplio, sobre todo al mundo de la teología. Las fórmulas para expresar el grado de consenso alcanzado no son precisas y de lenguaje fijo. Lo que es claro es que hay grados, que van de lo más general hasta lo más comprometedor para las Iglesias dialogantes: Convergencia, significa normalmente doctrina común en la comprensión de la fe, y dirección doctrinal encaminada hacia el acuerdo, no pleno de momento. Declaración consensuada (agreed statement) habla de un acuerdo doctrinal sobre un punto preciso, sin que ello implique acuerdo en todos los puntos doctrinales de una confesión con otra. Pleno consenso es un acuerdo total sobre el contenido de la doctrina, aunque esto no implique las mismas formulaciones de ella. A veces, como sucedió en el diálogo anglicano-católico, se usó la expresión acuerdo substancial (substancial agreement), y ello dio lugar a confusión. La comisión lo interpretó como un acuerdo doctrinal en lo esencial del mensaje, aun reconociendo que las elaboraciones diversas de las dos tradiciones sobre este punto no permiten un acuerdo aún pleno.
2. Los diálogos interconfesionales en curso
En una pequeña reseña como ésta es imposible pasar revista a todos los diálogos, por lo que deberemos conformarnos con señalar los más importantes, y dentro de ellos principalmente los que mantiene la Iglesia católica con otras Iglesias y Comunidades.
a) Diálogo anglicano-católico. Tal diálogo tuvo su inicio en un hecho histórico sin precedentes; el arzobispo de Canterbury y primado de la Comunión anglicana M. Ramsey fue a Roma para encontrarse con el papa Pablo VI, en marzo de 1966. En esta visita ambos pastores anunciaban su determinación de iniciar el diálogo teológico para buscar la unidad de ambas Comuniones. La Relación de Malta de 1968 establecía la oportunidad de una comisión conjunta y permanente llamada Comisión internacional anglicana-romano católica (ARCIC). Los trabajos realizados por ésta se reflejaron en un informe final en 1981, que reunía cuatro declaraciones y sus respectivas aclaraciones, elaboradas a lo largo del decenio 1971-1981: Relación de Windsor(1971, sobre la eucaristía), Declaración de Canterbury (1973, sobre ministerio y ordenación), Declaración de Venecia (1976, sobre la autoridad en la Iglesia), Declaración de Windsor (1981, autoridad en la Iglesia II).
En 1991 aparecía la respuesta oficial católica, en la cual se hacían observaciones críticas y se invitaba a continuar el estudio. En 1982 el papa Juan Pablo II visitaba el Reino Unido y allí nacía un nuevo compromiso con el primado de Inglaterra para dar cauce a una segunda fase de la Comisión. Los trabajos de ésta han producido grandes documentos: La salvación y la Iglesia (1986), La Iglesia como comunión (1990), El don de la autoridad. La autoridad en la Iglesia III (1999) Y recientemente un acuerdo mariológico, María: gracia y esperanza en Cristo (2005, Declaración de Seattle). Entre ambas confesiones se han abordado también las cuestiones que plantean la doctrina y práctica moral. El tema de la autoridad ha progresado muchísimo en este diálogo, pero queda por resolver la cuestión de la validez de las ordenaciones anglicanas, cuestión complicada en los últimos años por la ordenación de mujeres al ministerio presbiteral y episcopal en el anglicanismo.
b) Diálogo ortodoxo-católico. Se trata en realidad de dos diálogos, uno con las Iglesias bizantinas calcedonenses y otro con las Antiguas Iglesias Orientales no calcedonenses. Sobre el primer diálogo hay que decir que comenzó tarde, respecto a otros, pues tuvo su prólogo en el llamado «diálogo de la caridad» sostenido en los años sesenta entre Atenágoras I con Juan XXIII y con Pablo VI, pero sólo pudo iniciarse como diálogo teológico oficial en 1980, después de que Juan Pablo II visitase el patriarcado de Constantinopla un año antes. En el diálogo participan, por una parte, todos los patriarcados ortodoxos y, por la otra, los católicos latinos y los patriarcados católicos de ritos orientales.
En los primeros años hubo documentos de acuerdo doctrinal de gran profundidad y belleza; abordaron los temas menos conflictivos, y todo marchó bien. Los documentos son: El misterio de la Iglesia y de la Eucaristía a la luz del misterio de la Santísima Trinidad (1982), Fe, sacramentos y unidad de la Iglesia (1987), El sacramento del orden en la estructura sacramental de la Iglesia (1988). En el año 1990 se celebró en Munich una sesión plenaria, señalando el diálogo como el mejor camino para avanzar a la unidad, pero allí ya se sentían los efectos de la caída del muro de Berlín y el malestar de las Iglesias ortodoxas. Los problemas se agudizaron durante el último decenio del siglo XX, al emerger las Iglesias orientales unidas a Roma reclamando sus derechos históricos, y al rechazarlas los ortodoxos como traidoras a su tradición, lIamándolas despectivamente «uniatas». Todavía en 1993 se pudo reunir la comisión mixta y produjo el llamado documento de Balamand (Líbano) en el que se condena todo intento de proselitismo entre católicos y ortodoxos.
A causa de las tensiones, sobre todo con el patriarcado de Moscú y los ucranianos católicos, la comisión quedó suspendida. Hubo un intento de reunión que se produjo en Baltimore (EE.UU.) en 2000, pero sin frutos efectivos para reanudar el diálogo. En cuanto a las Iglesias no calcedonenses se tiene diálogo oficial con los armenios, los siro-jacobitas, los coptos, los asirios y los malankares de la India. Con ellos se ha llegado a acuerdos doctrinales en el campo de la cristología que quitan de en medio el problema antiguo de las fórmulas monofisitas en su doctrina sobre Cristo.
c) Diálogo luterano-católico. Comenzó en 1967 y lo lleva a cabo la Federación luterana mundial con la Iglesia católica. En 1972 ya había un importante documento que entraba de lleno en los temas que han dividido estas confesiones: es la Relación de Malta: El Evangelio y la Iglesia. El segundo ciclo de trabajo fue muy fecundo y produjo seis sustanciosos documentos. Dos de carácter más dogmático: La cena del Señor (1978) y El ministerio espiritual en la Iglesia (1981); dos de carácter eclesiológico: Caminos hacia la comunión (1980) y Ante la unidad. Modelos, formas y etapas de la comunión eclesial luterano-católica (1984); dos de carácter conmemorativo ante aniversarios de la «confessio augustana» y el quinto centenario del nacimiento de Lutero: Todos bajo el mismo Cristo (1980) y Martín Lutero, testigo de Jesucristo (1983).
A partir de 1986 se inició una tercera fase dedicada a profundizar en los dos problemas más agudos: la doctrina de la justificación y la eclesiología. Esto produjo un importante documento de convergencia eclesiológica: Iglesia y justificación. La comprensión de la Iglesia a la luz de la justificación (1994) y el histórico acuerdo Declaración conjunta sobe la doctrina de la justificación (1999), que ha superado el ámbito de la comisión mixta para convertirse en acuerdo entre Iglesias. La cuestión eclesiológica y la de los ministerios, junto con la del papado son los temas que hoy tiene este diálogo ante sí como prioritarios.
d) Diálogo metodista-católico. La comisión mixta internacional para el diálogo entre la Iglesia católica y el Consejo metodista mundial inició en 1967 su camino. Fruto del creciente entendimiento con los católicos puede decirse que el metodismo ha dado pasos «estructurales» importantes de cara a la confluencia con la tradición eclesial católica, y de paso con ortodoxos y anglicanos, por ejemplo, la recuperación del episcopado, estructura que una parte del metodismo (la inglesa) no tuvo desde sus inicios.
A su vez, la Iglesia católica, está comprendiendo cada vez más la riqueza teológica y espiritual de las Iglesias metodistas y se está dejando interpelar en cuestiones que afectan a su vida y estructuras. No en vano, estas dos Iglesias no han nacido de una separación formal entre ambas, lo cual ha evitado confrontaciones emocionales y no ha rehuido afrontar el principal problema que las separa: la eclesiología. Desde que diera inicio el trabajo conjunto se han tratado temas tan cruciales como la relación Iglesia-mundo, la Biblia como fuente de fe y de piedad, los sacramentos, la autoridad, la moral del cristiano. Esto por lo que se refiere a las primeras Relaciones de Denver (1971), Dublín (1976) y Honolulu (1981). Una vez que en éstas, sobre todo en la de Honolulu, se pudo comprobar que la pneumatología es capaz de acercar las posturas dogmáticas de ambas partes, el estudio se centró en la naturaleza de la Iglesia. Esto daría como fruto el documento: Hacia una declaración sobre la Iglesia. Relación de Nairobi (1982-1986). Por estos años se dialogó también sobre el ministerio del obispo de Roma, en las sesiones de 1985 celebradas en Venecia. Las conclusiones sobre el papado se incluirían como parte de la Relación de Nairobi antes citada.
Terminada esta fase, la comisión se propuso reflexionar sobre la tradición apostólica en el periodo que abarcó los años 1986-1991. Después de profundos debates se llegó al documento de 1992: La tradición apostólica. El texto elaborado por la comisión mixta publicado en 1995 La Palabra de vida. Declaración sobre la Revelación y la Fe (1995) tiene como finalidad acercar a las dos Iglesias hacia la comunión plena en la fe, en la misión y en la vida sacramental. A partir de aquí se ha llevado a término la última fase del diálogo teológico entre 1997 y 2001, que ha concluido con el documento: Decir la verdad en el amor: la autoridad de enseñanza en los católicos y los metodistas (2001).
e) Diálogo Alianza Reformada mundial-Iglesia Católica. Iniciado en 1970, teniendo en cuenta que los reformados tenían ya una gran tradición de diálogos locales y de diálogos multilaterales en el seno del CEI. Una primera fase que se ocupó de las relaciones entre Cristo y la Iglesia, la presencia de Cristo en el mundo, la autoridad doctrinal, la eucaristía y el ministerio, se terminó con el documento La presencia de Cristo en la Iglesia y en el mundo (1977). Una segunda fase, desarrollada entre 1984 y 1990 dio como fruto Hacia una comprensión común de la Iglesia, documento que se centra en la eclesiología y presenta una confesión común de fe. La Alianza reformada, junto a la Federación luterana y la Iglesia católica se ocuparon de la cuestión de los matrimonios mixtos y publicaron en 1976 una Relación final de estudio en Venecia titulada: La teología del matrimonio y el problema del matrimonio mixto.
f) Diálogo Discípulos de Cristo-Iglesia católica. En 1977 se inauguraba este diálogo con una de las Iglesias que más activamente tomó parte en el ecumenismo desde sus inicios. Después de cuatro años de trabajo de la comisión mixta se dio paso a una Relación conjunta en 1981. Trata de varios temas comunes que suponen un acercamiento en puntos importantes de comunión eclesial. Una segunda fase se ocupó de la eclesiología y dio como fruto en 1992 el documento La Iglesia, comunión en Cristo. Hay una tercera fase de diálogo que se ha concluido en 2002 y que ha producido el bello texto: Recepción y transmisión de la fe: la misión y la responsabilidad de la Iglesia.
g) Diálogo pentecostal-católico. Se trata de un diálogo iniciado en 1969 con algunas Iglesias pentecostales clásicas y del movimiento carismático dentro de la Iglesia evangélica y anglicana. Puesto que la distancia entre ambas confesiones es muy grande, el diálogo no se propone en primer lugar el restablecimiento de la unidad sino una comprensión mutua en materias de fe y praxis cristiana. Se han publicado relaciones que abordan los temas más variados: bautismo en general, bautismo en el Espíritu, iniciación cristiana, culto, fe, misión, ministerio, tradición, etc. Las fechas de las dos primeras relaciones son 1976 y 1982. En 1989 aparecía Perspectivas de la koinonia, y en 1997, Evangelización, proselitismo y testimonio común, como documento de la cuarta fase de este diálogo.
h) Diálogo bautista-católico. La Alianza mundial bautista tuvo conversaciones con la Iglesia católica entre 1984-1988. Fruto de estos encuentros surgió la Relación final: Llamada a dar testimonio de Cristo en el mundo, que trata sobre todo de buscar juntos las formas de dar testimonio de Cristo y de hacer misión conjunta según las convicciones fundamentales de las Iglesias.
i) Diálogo CEI-Iglesia católica. Se trata de un diálogo multilateral, en el que la Iglesia católica dialoga con las más de 300 Iglesias que forman el CEI. La incorporación progresiva de la Iglesia católica al diálogo doctrinal a través de Fe y Constitución se consolidó con diálogos oficiales con el Consejo una vez que se creó el Secretariado para la Unidad de los Cristianos en 1959 por Juan XXIII. De este diálogo han salido importantes documentos. El grupo mixto de trabajo entre el CEI y la Iglesia católica se creó en 1965, al terminar el Concilio Vaticano II, y entre 1966 y 1975 se publicaron cuatro relaciones oficiales.
Entre 1975 y 1990 se elaboraron otras dos relaciones y además los documentos de estudio: La Iglesia como comunión local y universal (1990) y La noción de jerarquía de verdades: interpretación ecuménica (1990). En 1993 aparecía el documento La formación ecuménica, donde juntos se abordan los temas referentes a los contenidos y la realización de dicha formación. En 1995 aparecía otro documento con un contexto muy concreto: El desafío del proselitismo y la llamada al testimonio común.
En 1998 se publicaba el séptimo informe de trabajo realizado entre 1991-1998, que aborda los temas de la unidad de la Iglesia, el testimonio común y la formación ecuménica. Acaba de aparecer el octavo informe de este grupo mixto de trabajo que abarca los años 1999-2005. En una primera parte el informe hace un balance general de la marcha del ecumenismo. Pero luego contiene un extensa exposición compuesta de cinco apéndices, que abarca desde los mandatos y la historia de este grupo mixto, hasta temas teológicos de gran calado, como las implicaciones eclesiológicas y ecuménicas del bautismo común, la naturaleza y objeto del diálogo y los «consejos de Iglesias» nacionales y regionales.
j) Otros diálogos entre Iglesias sin participación católica. Entendemos bajo este epígrafe diálogos de menos importancia y menos periodicidad sistemática, donde se han de citar apenas algunos, como el diálogo católicos-alianza evangélica mundial, cuyo último documento es esperanzador: Iglesia, evangelización y los vínculos de la koinonía (2003); o el diálogo de los veterocatólicos, los cuales mantienen conversaciones oficiales desde 1975 con los ortodoxos bizantinos, y en 1987 firmaron un acuerdo sobre importantes puntos de fe. Existen muchos diálogos bilaterales oficiales que tejen una enorme red: anglicanos con luteranos, ortodoxos calcedonenses con veterocatólicos y con coptos; diálogo bautista con reformados y luteranos; luteranos con metodistas, reformados y con ortodoxos calcedonenses; ortodoxos calcedonenses con ortodoxos orientales; reformados con anglicanos; discípulos de Cristo con reformados; metodistas con reformados y con ortodoxos calcedonenses, etc.
k) Diálogos locales. Son muchos y de diversa consideración, por lo que sólo podemos señalar los más sobresalientes; los documentos concretos pueden verse en los Enchiridion señalados en la bibliografía. Los países donde más se han desarrollado son Alemania, Francia, Estados Unidos, Suiza, Finlandia y el Reino Unido. Hay también una buena estructura continental en Australia.
En Francia destaca el grupo de Les Dombes, entre católicos y protestantes. En Australia son relevantes los diálogos entre anglicanos y luteranos; en Alemania, entre católicos y evangélicos luteranos; en el Reino Unido, entre anglicanos y católicos; en Suiza, entre católicos y reformados y veterocatólicos; y en Estados Unidos entre católicos y anglicanos, luteranos y ortodoxos. En Finlandia se ha desarrollado mucho en los últimos años el diálogo entre luteranos y ortodoxos.
La cantidad y calidad de los diálogos llevados a cabo hasta ahora ha contribuido a modificar radicalmente la situación de las relaciones entre las Iglesias cristianas. Se está consiguiendo cambiar realmente la imagen que unas Confesiones tenían de otras, se está realizando un proceso de purificación de la memoria histórica y se están viendo con una nueva luz los problemas que separan. Si algunos perciben que el ecumenismo se adormece, lo ya visto da indicios de lo contrario, pues los diálogos son cada vez más extensos y ganan en valentía e intensidad. Tal vez por ello se hacen más difíciles en algunas cuestiones, pero precisamente porque van más en serio.
Una de las cuestiones pendientes es la «recepción» de esta mole documental por parte de cada Iglesia y de todas ellas en conjunto. La Encíclica Ut unum sint invita a todas las instituciones a hacer que lo acordado en el nivel teológico pase a ser patrimonio común y vital del conjunto de los fieles. Otra cuestión que hay que dejar clara es que la recepción tiene un doble registro, la aceptación espontánea por parte de los fieles y la recepción oficial por parte de las autoridades eclesiales. Este doble registro no siempre coincide en sus apreciaciones y genera a veces tensiones. Pero a pesar de todo, no cabe duda de que los diálogos interconfesionales son un instrumento imprescindible para el avance del movimiento que conduce a la confianza, la convergencia y la unidad de los cristianos.
Bibliografía
-G. CERETIP y S.J. VOICU (ed.), Enchiridion Oecumenicum. Documenti del Dialogo Teologico Interconfesionale, I, Bologna 1986; II, Bologna 1988.
-G. CERETIP y J.F. PUGUSI, G. (ed.), Enchiridion Oecumenicum. Documenti del Dialogo Teologico Interconfesionale, III, Bologna 1995; IV, Bologna 1996.
-N. EHRENSTROM y G. GASSMANN, Confessions in Dialogue, WWC, Ginebra 1975.
-A. GONZÁLEZ MONTES (ed.), Enchiridion Oecumenicum. Relaciones y Documentos de los Diálogos Interconfesionales de la Iglesia Católica y otras Iglesias Cristianas y Declaraciones de sus Autoridades, I, Salamanca 1986; II, Sala manca 1993.
-H. MEYER Y L. VISCHER, (ed.), Growth in Agreement. Reports and Agreed Statements of Ecumenical Con versations on a World Level, N. York/Ginebra 1984.
-H. MEYER, H.J. URBAN y L. VISCHER (ed.), Dokumente wachsender Übereinstimmung. Samtliche Berichte und Konsenstexte Interkonfesione/ler Gesprache auf Weltebene 1931-1982, Frankfurt/Paderborn (1) 1983; con la participación de D. PAPANDREOU 1982-1990 (Il), 1991.
-S. ROSSO y E. TURCO (ed.), Enchiridion Oecumenicum. Documenti del Dialogo Teologico Interconfesionale, V, Bologna 2001.
Introducción a la serie sobre “Perdón, la reconciliación y la Justicia Restaurativa” |
Aprender a perdonar |
Verdad y libertad |
El Magisterio Pontificio sobre el Rosario y la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae |
El marco moral y el sentido del amor humano |
¿Qué es la Justicia Restaurativa? |
“Combate, cercanía, misión” (6): «Más grande que tu corazón»: Contrición y reconciliación |
Combate, cercanía, misión (5): «No te soltaré hasta que me bendigas»: la oración contemplativa |
Combate, cercanía, misión (4) «No entristezcáis al Espíritu Santo» La tibieza |
Combate, cercanía, misión (3): Todo es nuestro y todo es de Dios |
Combate, cercanía, misión (2): «Se hace camino al andar» |
Combate, cercanía, misión I: «Elige la Vida» |
La intervención estatal, la regulación económica y el poder de policía II |
La intervención estatal, la regulación económica y el poder de policía I |
El trabajo como quicio de la santificación en medio del mundo. Reflexiones antropológicas |