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Es la historia fascinante del itinerario de una estudiante universitaria sencilla, criada en un hogar cristiano pro-vida, de su reclutamiento en la industria del aborto, hasta que el propio trabajo en esa industria motivó el cambio en su vida de manera definitiva
«Sé que hay mucha gente de ‘Planned Parenthood’ atendiendo esta noche esta emisión por Internet, y quiero que sepan esto: yo fui una de ustedes, yo también sentía un vivo interés por estas emisiones...».
Abby Johnson estaba hablando a más de 21.000 personas de todo el país y de más allá en una transmisión por internet ampliamente anunciada y asequible a nivel mundial. Era la víspera del lanzamiento de su libro “Unplanned” y la expectación era muy elevada.
Es la historia fascinante del itinerario de una estudiante universitaria sencilla, criada en un hogar cristiano pro-vida, de su reclutamiento en la industria del aborto, hasta que el propio trabajo en esa industria motivó el cambio en su vida de manera definitiva. El libro no pretendía dejar al descubierto Planned Parenthood. Pero la narración de Abby la atraviesa de medio a medio.
Engaño
La industria del aborto se basa en el control de su mensaje. Es así desde el inicio de la legalización del aborto en Estados Unidos. Durante las últimas décadas el movimiento a favor del aborto, ha tenido algunas deserciones de alto nivel, que han hecho saltar la tapadera.
Uno de los fundadores originales de NARAL Pro-Choice America, el grupo responsable en gran medida del éxito del “Roe vs. Wade”, al cabo del tiempo se convirtió y lanzó esta confesión en YouTube: «Lo hicimos todo. Una de nuestras estrategias para exportar el aborto a toda la tierra era negar lo que se sabía que era verdad, que el aborto mata a un ser humano».
También dijo que manipularon las cifras y distorsionaron los hechos para influir en los jueces. El Dr. Bernard Nathanson, un impresionante testimonio de la historia interna detrás del éxito del activismo aborto, fue testigo de la poderosa verdad de lo que el aborto es, cuando lo vio en la ecografía.
Y eso fue precisamente lo que motivó en diez minutos el vuelco en la vida entera de Abby Johnson. Era un día normal en el trabajo como directora de una clínica abortiva de Planned Parenthood de Texas, Johnson se sorprendió al ser llamada a una de las salas para asistir a un aborto por ultrasonido.
Nunca había asistido, y nunca le habían hecho ecografías. «En un primer instante sentí una fuerte resistencia antes de entrar en la sala. Nunca me ha gustado entrar en esta habitación durante una operación de aborto».
Esta resistencia, tanto visceral como calculada, es fundamental para la historia del aborto en América en general, y para el papel de Planned Parenthood en particular.
Johnson se había formado en un ambiente en favor de la vida, pero «si me hubiera metido en un debate, pronto me hubiera sentido perdida, porque el tema no era una materia habitual de nuestras conversaciones». Si los hechos no son claramente precisos, son fáciles de manipular.
Johnson fue reclutada en el campus de su universidad por una mujer simpática que logró convencerla de que «el objetivo de ‘Planned Parenthood’ es hacer que el aborto sea algo raro, tan sólo una excepción, en mujeres en situación de extrema necesidad».
Johnson fue engañada inmediatamente por aquel trabajo de marketing artero. «Su compasión realmente me capturó. A las dos nos preocupaba la gente... Tenía muchas ganas de ayudar a las personas que sufrían. Me alegré de haber conocido a aquella mujer».
A lo largo de sus ocho años en Planned Parenthood, y después de dos abortos por su cuenta, Johnson aconsejaba a las mujeres acerca de la anticoncepción, con el aborto como última opción. Sin embargo, vivía en una falsedad adormecida, y nunca supo realmente lo que ocurría en la concepción, en el embarazo y lo que significaba su terminación.
Esto fue hasta "El ultrasonido", la narración que constituye el primer capítulo, muy breve pero impresionante, de su libro. Ella quería "ayudar a las mujeres que sufrían", pero retrocedía ante la puerta de sala de operaciones, diciéndose a sí misma «No quiero entrar aquí. No quiero tomar parte en un aborto». Su instinto le hacía presentir realidades que ella no conocía, pero que de alguna manera sabía en el fondo.
Su trabajo en este caso fue aplicar el lubricante y maniobrar la sonda de ultrasonido en el vientre de la paciente "para capturar la imagen del feto”. En comparación con las innumerables imágenes de ultrasonido que había visto, Johnson admite que, «esta vez la imagen estaba completa. Podía ver todo el perfil, perfecto de un bebé».
No estaba preparada. «Al igual que Grace a las doce semanas, pensé, recordando la primera ecografía de mi hija que había visto tres semanas antes, acurrucada y bien protegida dentro de mi vientre. La imagen que tenía ahora ante mi mirada era prácticamente igual, sólo que más clara, con mayor nitidez. El detalle me sorprendió. Pude ver claramente el perfil de la cabeza, dos brazos, las piernas, e incluso los pequeños dedos de las manos y los pies. Perfecto».
Se sintió presa de ansiedad. «¿Qué voy a ver? Mi estómago se encogió. No quiero ver lo que está a punto de suceder». Lo que vio fue un tubo de succión que la abortista insertaba en el útero de la mujer y maniobraba para acercarlo al bebé. «El feto no siente dolor. Lo que yo misma había dicho a un sinnúmero de mujeres para tranquilizarlas, tal como me habían enseñado en ‘Planned Parenthood’. El tejido del feto no siente nada cuando es eliminado».
Miró la pantalla con horror, al tiempo que el bebé retrocedía instintivamente ante el invasor. «Este niño sabía que su vida estaba en peligro», dijo Johnson. Y lo que describe a continuación es horrible: el aborto del que fue testigo a tiempo real. «Antes de esto, yo no sabía que el niño en el vientre sintiera dolor o sintiera nada. Yo creía en esto con el fin de justificar el aborto. Realmente me sentí traicionada».
«Lo que estaba en el vientre de esta mujer hace unos momentos estaba vivo», dice en el libro. «No era sólo el tejido, sólo las células. Ese fue un bebé humano, luchando por su vida!. Una batalla que perdió en un abrir y cerrar de ojos. Lo que he dicho a la gente durante años, lo que he creído y enseñado y defendido, es una mentira».
Redención
Si un mensaje tan fundamental como este es falso, ¿qué otras cosas falsifica la industria del aborto con el fin de obtener beneficios como negocio y atraer nuevos clientes? Es extraordinariamente difícil conseguir este relato de primera mano de alguien que forme parte del Planned Parenthood.
Entre las revelaciones de Abby Johnson aparecen varias aclaraciones importantes. Una distorsión frecuente es afirmar que la anticoncepción impide el embarazo y por lo tanto, la necesidad del aborto. Johnson estaba usando anticonceptivos, en dos ocasiones se quedó embarazada y abortó. «Cuando empecé a trabajar para ‘Planned Parenthood’ en el asesoramiento de las mujeres, casi todas tomaban anticonceptivos», explicó. «No tenía sentido...».
En reuniones a nivel de gestión, Planned Parenthood se presentaba como objetivo el incremento en el número de cifras mensuales de abortos quirúrgicos. También se utilizaba un mapa en el que aparecían las instalaciones específicas que usaban los abortistas no afiliados, con el objetivo de "convertir a cada uno de ellos en un proveedor para ‘Planned Parenthood’.
Otro mito que usaban era presentar como personas compasivas las que se encontraban dentro de la clínica, mientras que la gente de afuera eran horribles, llenas de prejuicios, hostiles y furiosas. La reclutadora de Planned Parenthood, le dijo a Abby que «algunos manifestantes agresivos contra el aborto habían llegado a la clínica, usando tácticas horribles para que las mujeres se abstuvieran de conseguir la ayuda que necesitaban... ique vergüenza esa gente».
Una vez cruzada la valla, ella supo la verdad acerca de «aquellas personas que oraban fuera de mi ventana», que constantemente ofrecían ayuda. «Yo era un verdadero desastre», escribe. «Yo era un desastre total... Estaba completamente rota, y necesitaba alguien que me recompusiera, y eso es lo que comenzaron a hacer».
A pesar de que Planned Parenthood la golpeó con una demanda y una orden preventiva, Johnson se mantuvo firme. «Estaba diciendo la verdad», dice. «Estaban tratando de silenciarme. ‘Planned Parenthood’ dice que defienden con la capacidad de toma de elegir. Pero en realidad se trataba de que ellos no respetaban mi libertad de elección, mi libertad de ser pro-vida... Pero una de las razones por las que ellos hicieron esto fue como ejemplo, y mostrar a otros empleados que: esto es lo que te podría suceder a ti, si saltas la valla, si quieres enfrentarte con nosotros. Querían infundir miedo en sus empleados. Lo hacen a menudo y lo hacen bien».
Así fue su mensaje. Al final de la transmisión por Internet, cuando estaba a punto de salir ‘Unplanned’, y era consciente de sus consecuencias, Johnson pronunció el siguiente mensaje:
«Si usted está a favor de la vida, por favor, tenga un plan de acción cuando alguien como yo, venga y le diga: “quiero salir de esa industria" Para cuando alguien como yo entre en su oficina, es mejor que esté preparada para ayudarla.
Para las personas que defienden el ‘pro-choice’ o la ‘Planned Parenthood’, quiero que sepan que hay una paz y una alegría que ni siquiera sé... Probablemente usted siente reparos en decir en donde trabaja. Usted no tiene por qué seguir en ese entorno vergonzoso. Está lleno de dolor y de pena, pero al otro lado de la valla hay compasión y remedio para sus heridas...».
Sheila Liaugminas es periodista, ganadora de un premio Emmy
(*) Publicado originariamente en Mercatornet
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