Deseamos poner a disposición de quienes estén interesados en el conocimiento de las virtudes, ensayos, artículos y estudios que puedan servir como material de trabajo y reflexión, y abrir un marco de colaboración para todos aquellos que deseen participar en un diálogo interdisciplinar sobre una cuestión de tanta trascendencia para la vida moral de la persona y de la sociedad. Coordina: Tomás Trigo, Facultad de Teología de la Universidad de Navarra. Contacto Tomás Trigo
1. El amor verdadero.
2. Conocer y amar.
3. El privilegio del hombre es poder amar.
4. «Nuestro corazón está hecho para amar».
5. El amor a Dios hace posible y fortalece el amor humano.
6. Amor saca amor.
7. El amor pide correspondencia.
8. El verdadero amor crece con las dificultades; el falso, se apaga.
9. Felicidad y amor.
10. El amor no conoce límite.
11. Amor y esperanza.
12. El amor a Dios es el amor por excelencia.
13. La humildad, necesaria para amar.
14. El amor se manifiesta en las obras.
15. La recompensa del amor es poder amar más.
16. Hacerlo todo por amor.
1. El amor verdadero
Tales almas son siempre aficionadas a dar mucho más que no a recibir, y aún con el mismo Criador les acaece esto. Y esta afición santa merece nombre de amor, que esotras aficiones bajas tiénenle usurpado el nombre (SANTA TERESA, Camino de perfección 6, 7).
Nadie hay que no ame, pero lo que interesa es cuál sea el objeto de su amor. No se nos dice que amemos, sino que elijamos a quién amar (SAN AGUSTÍN, Sermón 34)
El amor es la explicación de todo. Un amor que se abre al otro en su individualidad irrepetible y le dice la palabra decisiva: «quiero que tú seas». Si no se comienza por esta aceptación del otro, como quiera que se presente, reconociendo en él una imagen real, aunque empañada, de Cristo, no se puede decir que se ama verdaderamente (JUAN PABLO II,Aloc. 13lV1980).
El amor ilumina el corazón (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad, 1.c., p. 205).
No dejan huella en el alma las buenas costumbres, sino los buenos amores (SAN AGUSTÍN, Sermón 311).
Es también característico del amor ir transformando al amante en el amado. Por lo cual, si amamos lo vil y caduco, nos convertimos en viles e inseguros: Se hicieron despreciables como las cosas que amaban (Os 9, 10). Pero si amamos a Dios, nos divinizamos, porque el que se une al Señor, se hace un solo espíritu con Él (I Cor 6, 17) (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad, 1. c., 202).
Hay más amistad en amar que en ser amado (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 22, q. 27, a. l).
145 Todo amor, desde el momento en que es auténtico, puro y desinteresado, lleva en si mismo su justificación. Amar gratuitamente es un derecho inalienable de la persona, incluso habría que decir sobre todo cuando el Amado es Dios mismo (JUAN PABLO II, Aloc. 2VI1980).
146 El amor basta por sí solo, satisface por sí solo y por causa de sí. Su mérito y su premio se identifican con él mismo. El amor no requiere otro motivo fuera de él mismo, ni tampoco ningún provecho; su fruto consiste en su misma práctica. Amo porque amo, amo para amar. Gran cosa es el amor, con tal de que recurra a su principio y origen, con tal de que vuelva siempre a su fuente y sea una continua emanación de la misma (SAN BERNARDO, Sermón 83).
147 Esto es en verdad el amor: obedecer y creer al que se ama (SAN AGUSTIN, Hom. sobre S. Juan, 74).
2. Conocer y amar
148 El conocimiento es causa del amor por la misma razón por la que lo es el bien, que no puede ser amado si no es conocido (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 12, q. 27, a. 2).
149 El amor es más unitivo que el conocimiento (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 12, q. 28, a. l).
3. El privilegio del hombre es poder amar
150 El gran privilegio del hombre es poder amar, trascendiendo así lo efímero y lo transitorio. Puede amar a las otras criaturas, decir un tú y un yo llenos de sentido. Y puede amar a Dios, que nos abre las puertas del cielo [...] (S. JOSEMARÍA ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 48).
151 El amor reviste de gran dignidad al hombre (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad, 1. c., 207).
4. «Nuestro corazón está hecho para amar»
152 Este corazón nuestro ha nacido para amar. Y cuando no se le da un afecto puro y limpio y noble, se venga y se inunda de miseria. El verdadero amor de Dios -la limpieza de vida, por tanto- se halla igualmente lejos de la sensualidad que de la insensibilidad, de cualquier sentimentalismo como de la ausencia o dureza de corazón (S. JOSEMARÍA ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 183).
153 Mi peso es el amor (SAN AGUSTIN, Confesiones, 13).
5. El amor a Dios hace posible y fortalece el amor humano
154 No es el amor pasional y sensible, sino la caridad que viene de Dios, la que afianza las buenas relaciones entre los casados (SAN AGUSTÍN, Sermón 51).
155 El Señor, por un don especial de su gracia y de su caridad, se ha dignado sanar, perfeccionar y elevar este amor (humano). Tal amor, que junta al mismo tiempo lo divino y lo humano, conduce a los esposos a un libre y mutuo don de sí mismos, demostrado en la ternura de obras y afectos, y penetra toda su vida. De ahí que sea algo muy superior a la mera inclinación erótica que, cultivada en forma egoísta, desaparece pronto y miserablemente (CONC. VAT. II, Const. Gaudium et spes, 49).
156 El amor que tiene por motivo a Cristo es firme, inquebrantable e indestructible. Nada, ni las calumnias, ni los peligros, ni la muerte ni cosa semejante será capaz de arrancarlo del alma. Quien así ama, aun cuando tenga que sufrir cuanto se quiera, no dejará nunca de amar si mira el motivo por el que ama. El que ama por ser amado terminará con su amor apenas sufra algo desagradable; pero quien está unido a Cristo jamás se apartará de ese amor (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 60).
6. Amor saca amor
Amor saca amor (SANTA TERESA, Vida, 22, 14). 157
158 Donde no hay amor, pon amor y sacarás amor (SAN JUAN DE LA CRUZ, Carta a la M. Mª de la Encarnación, en Vida, BAC, Madrid 1950, p. 1322).
159 De todos los movimientos del alma, de sus sentimientos y de sus afectos, el amor es el único que permite a la criatura responder a su Creador, si no de igual a igual, al menos de semejante a semejante (SAN BERNARDO, Sermón, 83 sobre el Cantar de los Cantares).
7. El amor pide correspondencia
160 Esto es lo primero en la intención del amante: que sea correspondido por el amado. A esto tienden, en efecto, todos los esfuerzos del amante, a atraer hacia si el amor del amado, y si esto no ocurre, es preciso que el amor se disuelva (SANTO TOMÁS, Suma contra los Gentiles, III, 151).
161 Dice Aristóteles que "amar es querer el bien para alguien", y siendo esto así, el movimiento del amor tiene dos términos: el bien que se quiere para alguien [...] y ese alguien para quien se quiere aquel bien (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 12, q. 26, a. 4).
162 Nada hay que mueva tanto a amar como el pensamiento, por parte de la persona amada, de que aquel que la ama desea en gran manera verse correspondido (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre la 2ª Epístola a los Corintios, 14).
8. El verdadero amor crece con las dificultades; el falso, se apaga
163 .Por experiencia sabemos que, cuando soportamos pruebas difíciles por alguien a quien queremos, no se derrumba el amor, sino que crece. Aguas torrenciales (esto es, abundantes tribulaciones) no pudieron apagar el amor (Cant 8, 7). Y así los santos, que soportan por Dios contrariedades, se afianzan en su amor con ello; es como un artista, que se encariña más con la obra que más sudores le cuesta (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad, 1. c., p. 212).
164 Todo lo duro que puede haber en los mandamientos lo hace llevadero el amor... ¿Qué no hace el amor...? Ved cómo trabajan los que aman: no sienten lo que padecen, redoblan sus esfuerzos a tenor de las dificultades (SAN AGUSTÍN, Sermón 96).
165 No es posible separar el amor del dolor ni el dolor del amor; por esto, el alma enamorada se alegra en sus dolores y se regocija en su amor doliente (SAN PABLO DELA CRUZ, Carta 1).
166 [...] el amor se adquiere en la fatiga espiritual. El amor crece en nosotros y se desarrolla también entre las contradicciones, entre las resistencias que se le oponen desde el interior de cada uno de nosotros, y a la vez <desde fuera>, esto es, entre las múltiples fuerzas que le son extrañas e incluso hostiles (JUAN PABLO II, Hom. 3II1980).
9. Felicidad y amor
167 No puede llamarse feliz quien no tiene lo que ama, sea lo que fuere; ni el que tiene lo que ama si es pernicioso; ni el que no ama lo que tiene, aun cuando sea lo mejor (SAN AGUSTIN, Sobre las costumbres de la Iglesia, 1).
168 El amor conduce a la felicidad. Sólo a los que lo tienen se les promete la bienaventuranza eterna. Y sin él, todo lo demás resulta insuficiente (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad, 1. c., 204).
169 El amor produce en el hombre la perfecta alegría. En efecto, sólo disfruta de veras el que vive en caridad (SANTO TOMÁS Sobre la caridad, 1. c., 205).
10. El amor no conoce límite
170 Cuanto más amo, me siento todavía más deudor (SAN AGUSTÍN, Epístola 192).
171 La fuerza del amor no mide las posibilidades. Ignora las fronteras. El amor no discierne, no reflexiona, no conoce razones. El amor no se resigna ante la imposibilidad, no se intimida ante ninguna dificultad (SAN PEDRO CRISÓLOGO, Sermón 147).
172 Todo amor auténtico vuelve a proponer en cierta medida la valoración primigenia de Dios, repitiendo con el Creador, en referencia a cada individuo humano concreto, que su existencia es "algo muy bueno" (Gen I, 31). ¿Cómo no recordar, a este respecto, la insistencia con que San Pablo retorna sobre la dimensión universal de la caridad? El afirma que se ha hecho esclavo de todos (cfr. I Cor 9, 19), que se ha hecho todo para todos (ibid. 9, 22), que se esfuerza por "agradar a todos en todo" (ibid. 10, 33); y exhorta: "mientras hay tiempo, hagamos bien a todos" (Cal 6, IO) (JUAN PABLO II, Aloc. 13lV1980).
11. Amor y esperanza
173 El que alguien nos ame hace que nosotros esperemos en él; pero el amor a él es causado por la esperanza que en él tenemos (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 12, q. 40, a. 7).
12. El amor a Dios es el amor por excelencia
174. Es, como he dicho, amor sin interés propio; todo lo que desea y quiere es ver al alma que ama rica de los bienes del cielo. Esta sí es voluntad, y no estos quereres desastrados de por acá, y aún no digo de los malos, que de ésos Dios nos libre (SANTA TERESA, Camino de perfección 7, I).
175 ¡No hay más amor que el Amor! (S. JOSEMARÍA ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, n. 417).
13. La humildad, necesaria para amar
176. Cuanto más vacíos estamos de la hinchazón de la soberbia más llenos estamos de amor (SAN AGUSTIN, Trat. sobre la Santísima Trinidad, 8).
14. El amor se manifiesta en las obras
177 El amor se manifiesta mejor con hechos que con palabras (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre Jesucristo).
178 Cuentan de un alma que, al decir al Señor en la oración "Jesús, te amo", oyó esta respuesta del cielo: "Obras son amores y no buenas razones". Piensa si acaso tú no mereces también ese cariñoso reproche (S. JOSEMARÍA ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, n. 933).
15. La recompensa del amor es poder amar más
179 La paga y el jornal del amor es recibir más amor hasta llegar al colmo del amor. El amor sólo con amor se paga (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 9, 7).
16. Hacerlo todo por amor
180 Este breve mandato se te ha dado de una vez para siempre: Ama y haz lo que quieras; si te callas, calla por amor; si hablas, habla por amor; si corriges, corrige por amor; si perdonas, perdona por amor; ten la raíz del amor en el fondo de tu corazón: de esta raíz solamente puede salir lo que es bueno (SAN AGUSTIN, Coment. a la 1. a Epístola de S. Juan, 7).
17. Sólo el amor construye
181 Me convencí de que sólo el amor aproxima lo que es diferente y realiza la unión en la diversidad. Las palabras de Cristo Un precepto nuevo os doy: que os améis los unos a los otros, como yo os he amado (Jn 13, 34), me parecían entonces, por encima de su inigualable profundidad teológica, como germen y principio de la única transformación lo suficientemente radical como para ser apreciada por un joven. Germen y principio de la única revolución que no traiciona al hombre. Sólo el amor verdadero construye (JUAN PABLO II, Aloc. lVII1980).
182 Cada uno de los hombres -y toda la humanidad- vive <entre> el amor y el odio. Si no acepta el amor, el odio encontrará fácilmente acceso a su corazón y comenzará a invadirlo cada vez más, trayendo frutos siempre más venenosos (JUAN PABLO II, Hom. 3II1980).
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Construyendo perdón y reconciliación |
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