Dirección: Fredi M. Murer
Intérpretes: Fabrizio Borsani, Teo Gheorghiu, Julika Jenkins, Urs Jucker, Bruno Ganz, Eleni Haupt.
Guión: Peter Luisi, Fredi M. Murer, Lukas B. Suter
Música: Mario Beretta
Fotografía: Pio Corradi
Distribuye en Cine: Sherlock
Duración: 100 min.
Género: Drama
Sin miedo a volar
Aunque es bastante desconocido en España, el cineasta suizo Fredi M. Murer obtuvo un gran prestigio internacional con Alpine Fire, un título sobre dos niños que viven con sus padres en los Alpes suizos. Ahora, el director recupera el tema de la infancia en este film que preparó minuciosamente durante seis años. Hasta veinte versiones del guión ha llegado a preparar con Lukas B. Suter y Peter Luisi.
El tal Vitus que da título a la cinta es un niño prodigio de elevado coeficiente intelectual, capaz de tocar el piano como un virtuoso. Su madre está obsesionada con que reciba clases de los mejores maestros y acabe triunfando en el mundo de la música, pero él se resiste, y prefiere pasar mucho tiempo con su abuelo, con el que comparte una gran afición por los aviones y el deseo de volar en una avioneta.
Tras caer trágicamente por una ventana, Vitus sufre un golpe en la cabeza que según la médico que le atiende, ha reducido su coeficiente intelectual al nivel de una persona normal.
Fredi M. Murer logra dar verosimilitud e inusitado dramatismo a una historia que toma derroteros inesperados, que en manos de otro director habrían resultado poco creíbles. Sabe sacar el jugo a intérpretes de primera, como Bruno Ganz, actor que ha logrado el reconocimiento del público por su papel de Hitler en El hundimiento, que en esta ocasión encarna al abuelo. Se lucen especialmente los dos niños, Fabrizio Borsani y Teo Gheorghiu, que interpretan al protagonista respectivamente con 6 y 12 años.
El director concibe la educación como una responsabilidad para el alumno, que podría usar los conocimientos adquiridos como punto de partida para nuevos avances, pues como recuerda el personaje central en una de las secuencias, la locomotora la inventó Watt y no el maestro de Watt. Denuncia la realidad de aquellos padres que proyectan sus frustraciones en sus hijos, obligándoles a seguir un camino marcado, sin ofrecerles que busquen su propia opción.
Para el protagonista, buscar su camino en la vida no supone una ruptura ni un enfrentamiento con sus progenitores, sino al revés, una reafirmación de la unidad familiar. Es bastante realista su visión de la comunicación intergeneracional, paradójicamente más sencilla entre abuelos y nietos, que entre padres e hijos, a pesar de que la diferencia de edad es mayor.
Deliciosa. Muy agradable. Llena de valores y mensajes positivos en todos los aspectos. Sin ningún inconveniente. Es una bocanada de aire fresco para el cine actual. Al principio a alguien puede parecerle un poco lenta, porque no se sabe por donde va a salir, pero después se anima y americaniza. Gustará más a los mayores que a los jóvenes. Hace pensar. (decine21 / Almudí FC-JD)