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Dirección: Juan Solanas. Países: Canadá y Francia. Año: 2102. Duración: 108 min. Género: Romance, ciencia-ficción. Interpretación: Jim Sturgess (Adam), Kirsten Dunst (Eden), Timothy Spall (Bob Boruchowitz). Guion: Juan Solanas y Santiago Amigorena. Producción: Claude Léger, Dimitri Rassam, Aton Soumache, Jonathan Vanger y Alexis Vonarb. Música: Benoît Charest. Fotografía: Pierre Gill. Montaje: Paul Jutras. Diseño de producción: Alex McDowell. Distribuidora: Tripictures. Estreno en España: 5 Abril 2013.
Reseña:
Amor al revés
Un romance imposible en un planeta dividido que no logra emocionar ni siquiera con dos buenos actores como Jim Sturgess y Kirsten Dunst.
La ciencia ficción parece conocer una nueva edad dorada, en proliferación, que no necesariamente en calidad. En este caso, se agradece al argentino Juan Diego Solanas que no haya hecho la típica adaptación de best-seller, y que haya afrontado un guion original propio. Este director, que conocimos en España por la interesante “Nordeste”, da el paso al cine de estrellas internacionales de la mano de una producción canadiense protagonizada por Jim Sturgess, Kirsten Dunst y Timothy Spall.
El planteamiento es muy elemental. Un planeta tiene otro planeta gemelo invertido, justo encima, boca abajo, con su propia ley de la gravedad. El mundo de arriba es poderoso, próspero, y vive de explotar al mundo de abajo, empobrecido y ruinoso. Entre ambos mundos está prohibido contacto alguno, excepto el que promueve la empresa explotadora Transworld. Adam (Jim Sturgess) es un joven del mundo de abajo, que desde niño está enamorado de Eden (Kirsten Dunst), una chica del mundo de arriba. Adam ya casi la ha dado por muerta, hasta que un día la ve por la televisión oficial de Transworld, y decide emprender su búsqueda, aunque sabe que no hay nada más prohibido por la ley.
La trama romántica es como una versión sci-fi de “Titanic”. Chico pobre que viaja en tercera, se enamora de chica bien que viaja en primera. Un amor prohibido entre clases sociales que se repelen, pero que está llamado a desafiar las convenciones inamovibles de la sociedad. Aquí se añade una mala conciencia globalizada del primer mundo, que explota los recursos del tercero. Y, puestos a descubrir oportunismos, se puede ver una crítica a la industria farmacéutica, al poder de las grandes corporaciones y al totalitarismo de las ideologías dominantes.
Solanas ha echado toda la carne en el asador del aspecto visual digital, conseguido y sugerente. Sin embargo, los presupuestos físicos y cosmológicos de la película son inconsistentes. Además, el guion no se preocupa demasiado de cuidar la coherencia y verosimilitud de las situaciones, ni la construcción de personajes, ni el desarrollo de la trama central romántica, que queda bastante esquemática...(Cope J. O.)