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Dirección: Abderrahmane Sissako. Países:Francia y Mauritania.Año: 2014. Duración: 97 min. Género:Drama. Interpretación: Ibrahim Ahmed, Toulou Kiki, Abel Jafri, Fatoumata Diawara, Hichem Yacoubi, Kettly Noël. Guion: Abderrahmane Sissako y Kessen Tall. Producción: Etienne comar y Sylvie Pialat. Música: Amin Bouhafa. Fotografía: Sofiane El Fani. Distribuidora:Golem. Estreno en España: 6 Febrero 2015.
Reseña:
República de Malí, hacia 2012. La ciudad de Tombuctú y sus alrededores son ocupados por musulmanes fundamentalistas, que imponen por la fuerza la sharia, la ley islámica, tal y como ellos la entienden. A pesar de las críticas de un prestigioso imán de la ciudad a su rigor y sus excesos, esos visionarios guerreros de la yihad —el decreto religioso de guerra— establecen numerosas prohibiciones a los sencillos lugareños, que siempre habían vivido pacíficamente su religión. Ya no se puede fumar, ni jugar al fútbol, ni tocar música, ni escucharla… Y, por supuesto, todas las mujeres deben cubrirse la cabeza e incluso las manos, si no quieren ser detenidas y juzgadas severamente. El pastor Kidane, su esposa Katima, su hija Toya, y el chaval que les cuida las vacas, Issan, sufrirán especialmente la penosa situación.
Con esta impactante recreación de hechos reales, el director mauritano Abderrahmane Sissako (‘Bamako’) ha ganado diversos premios y ahora opta al Oscar al mejor filme en lengua no inglesa y a ocho Premios César 2014, incluyendo los correspondientes a mejor película y director. A pesar de tantos reconocimientos, el filme es bastante irregular, pues padece un guion algo disperso, una puesta en escena hiperrealista sólo a veces brillante, y unas interpretaciones de calidades diversas.
Sin embargo, por encima de esos defectos se impone su rotunda condena de la intolerancia y la violencia brutal del yihadismo islámico, desgraciadamente tan activo en la actualidad. Una condena especialmente incisiva por ponderada y nada maniquea, pues nunca deshumaniza a los fundamentalistas hasta la caricatura, ni cae en la tentación de arremeter contra la religión en general.
En este sentido, más que las brutalidades de los yihadistas —mostradas explícitamente aunque con cierta contención—, conmueven las sinceras oraciones a Dios de esa gente sencilla y las sabias advertencias del imán, cuando dice valientemente a los líderes fundamentalistas: “Todos los días, yo intento aplicarme la sharia a mí mismo. Quizás vosotros también deberíais aplicaros la sharia a vosotros mismos antes de exigírsela violentamente a los demás”.
Queda así una película poderosa, valiente y necesaria, mejor por dentro que por fuera, emotiva e inteligente a la vez, que se esfuerza por conciliar fe y razón, y que arremete contra el integrismo sin dejar de mostrar la importancia de la verdadera religión para fundamentar en ella la compasión, la solidaridad, el arrepentimiento, el perdón y el cariño familiar. Elogiables propósitos, desarrollados con fluidez, una bella fotografía y música sugestiva, que dejan para el recuerdo un antológico partido de fútbol sin balón, maravillosamente coreografiado y rodado, y con un fuerza simbólica arrebatadora. (Cope J.J.M./Almudí JD). (Decine21) LEER AQUÍ