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Dirección: Hernán Goldfrid. Países: España y Argentina. Año: 2013. Duración: 106 min. Género: Thriller. Interpretación: Ricardo Darín (Roberto Bermúdez), Alberto Ammann (Gonzalo), Calu Rivero (Laura), Arturo Puig (Hernández). Guion: Patricio Vega; basado en la novela de Diego Paszkowski. Producción: Diego Dubcovsky y Gerardo Herrero. Música: Sergio Moure de Oteyza. Fotografía: Rodrigo Pulpeiro. Montaje: Pablo Barbieri. Diseño de producción: Mariela Rípodas. Vestuario: Cristina Rodríguez. Distribuidora: Universal Pictures International Spain. Estreno en España: 5 Abril 2013.
Reseña:
Mucha tesis poco homicidio
La comparación con El secreto de sus ojos es oportuna por bastantes motivos. “Tesis sobre un homicidio” tiene un apto. El laude ha quedado lejos
El prestigioso profesor de Derecho Penal Roberto Bermúdez (Ricardo Darín) ve alterada su solitaria y hedonista existencia cuando se convence de que Gonzalo (Alberto Ammann), uno de los mejores alumnos de su postgrado, ha sido el autor del brutal asesinato con violación de una chica, acaecido justo frente a la Facultad de Derecho. Decidido a revelar la verdad sobre el crimen, Roberto emprende una obsesiva investigación, en la que involucra a Laura (Calu Rivero), la bella hermana de la chica asesinada.
No comienza mal este thriller del argentino Hernán Goldfrid (“Música en espera”), que adapta la novela homónima de Diego Paszowsky. Con “La soga”, de Alfred Hitchcock, y “La huella”, de Joseph L. Mankiewicz, como principales puntos de referencia, el guion de Patricio Vega hilvana numerosos homenajes al género y plantea una intriga sugerente, que capta inicialmente la atención del espectador. Pero, poco a poco, los homenajes se tornan plagios, las reflexiones sobre la justicia y la ley pierden hondura, la sólida interpretación de Ricardo Darín se distancia demasiado de las sólo correctas de Alberto Ammann y Calu Rivero, y la coherencia de las situaciones se va deteriorando hasta un desenlace supuestamente abierto, pero, en realidad, abrupto y chapucero. Además, conforme va perdiendo las riendas de la historia, Goldfrid endurece su tono, recurriendo incluso a un par de artificiosas concesiones sexuales, presentadas con un cargante tono onírico, muy alejado del hiperrealismo dominante en el resto del filme. (Cope J. J. M.)