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Dirección: Sam Raimi. País: USA. Año: 2013. Duración: 130 min. Género: Fantástico, aventuras. Interpretación: James Franco (Oscar Diggs “Oz”), Mila Kunis (Theodora), Michelle Williams (Annie / Glinda), Rachel Weisz (Evanora), Zach Braff (Frank / voz de Finley el mono), Abigail Spencer (May), Joey King (niña en silla de ruedas / voz de la niña de porcelana), Tony Cox (Knuck). Guion: Mitchell Kapner y David Lindsay-Abaire; basado en la novela de L. Frank Baum. Producción: K.C. Hodenfield y Joe Roth. Música: Danny Elfman. Fotografía: Peter Deming. Montaje: Bob Murawski. Diseño de producción: Robert Stromberg. Vestuario: Gary Jones. Distribuidora: The Walt Disney Company Spain. Estreno en USA: 8 Marzo 2013. Estreno en España: 8 Marzo 2013.
Reseña:
Es realmente audaz plantear una precuela de un clásico universal e inmortal como “El Mago de Oz”. Y más osado aún rodarla, sabiendo que millones y millones de personas custodian celosas la memoria del clásico protagonizado por Judy Garland, y van a ser espectadores tremendamente exigentes. Pero Disney tenía en mente a un productor experto en cuentos clásicos: Joe Roth, responsable de cintas como “Blancanieves y la leyenda del cazador” o “Alicia en el País de las Maravillas”. Pero había que encontrar un director que supiera combinar el más recio clasicismo con el dominio de las modernas técnicas digitales y el 3D. La elección recayó sobre Sam Raimi, responsable de la moderna y exitosa saga de “Spider-Man”. El guión debía basarse libremente en los múltiples relatos que Lyman Frank Baum escribió a principios del siglo XX sobre “El Mago de Oz”. Y se le encargó a Mitchell Kapner (“Falsas apariencias”) y a David Lindsay-Abaire, co-autor del libreto de la película de animación “Robots” y guionista de “Corazón de tinta” y “El origen de los guardianes”. Para completar los ingredientes, cuatro actores de prestigio: James Franco, Rachel Weisz, Michelle Williams y Mila Kunis.
Pero con el cine ya se sabe. No bastan los ingredientes; tiene que darse esa especie de milagro que hace que una película funcione y otra no. Y ésta ha funcionado, y lo que es más meritorio, ha gustado a los nostálgicos de Oz. La película nos explica lo que ocurrió en la Ciudad Esmeralda antes de la llegada de Dorita, nos cuenta de dónde sale la bruja y el porqué de ese farsante mago bondadoso llamado Oz. Y lo hace componiendo un permanente homenaje al clásico de la Metro de 1939. Desde ese comienzo en blanco y negro y formato 1:1,33, el recurso al tornado, el despliegue de colores o los simpáticos personajes Munchkin.
Hay dos temas centrales en esta precuela de Raimi: la fe y la memoria del padre. La fe entendida no en clave religiosa, sino como confianza en alguien y en uno mismo, como ilusión ciertamente voluntarista. Una fe considerada como energía e ímpetu, muy característica de tantas películas americanas. La fe que el Hada Glinda (Michelle Williams) tiene en Óscar Oz (James Franco) es lo que a él le va a hacer cambiar. También hay algunas alusiones religiosas, como cuando Oz le promete a Dios que va a cambiar si le da una nueva oportunidad, tema también muy americano. La cuestión de la memoria del buen padre perdido emparenta curiosamente a esta película con la “Blancanieves” de Pablo Berger. Glinda está definida por el recuerdo de su padre, asesinado por sus hijas, las brujas malas.
Además del típico arco de transformación del protagonista —que de ser un egoísta redomado, acaba descubriendo la importancia de darse a los demás—, la película se suma al homenaje que Scorsese hizo a los orígenes del cine. Si aquel celebró la magia de Meliés en “La invención de Hugo”, Raimi rememora la figura de Thomas Alva Edison y sus descubrimientos tecnológicos. También hay en la cinta ecos de los homenajes a la edad de oro del ilusionismo que fueron “El truco final (El prestigio)” o “El ilusionista”.
En definitiva, un excelente producto de entretenimiento para toda la familia, visualmente fascinante, y que se mueve en los clásicos parámetros del bien que vence al mal gracias al amor.(Cope J. O.)