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Mr. Brooks

Mr. Brooks

Mr. Brooks
  • Público apropiado: Adultos
  • Valoración moral: Desaconsejable
  • Año: 2008
  • Dirección: Bruce A. Evans
Dirección: Bruce A. Evans
Intérpretes: Kevin Costner, Demi Moore, Dane Cook, William Hurt, Marg Helgenberger, Ruben Santiago-Hudson, Reiko Aylesworth.
Guión: Bruce A. Evans, Raynold Gideon
Música: Ramin Djawadi
Fotografía: John Lindley
Distribuye en Cine: Manga Films
Duración: 120 min.
Género: Thriller

Me llamo Earl, y soy psicópata 

    En 1947, Charles Chaplin, que hasta ese momento sólo había interpretado a personajes entrañables, dio un giro radical en su carrera al dirigir y protagonizar Monsieur Verdoux, una criticadísima obra maestra, en la que interpretaba a un asesino de mujeres, que a pesar de los horribles crímenes que cometía, era también un hombre de familia que caía bien en cierta medida a los espectadores. 

    El film, aparentemente sencillo, es muy complicado de elaborar. Está bastante lejos de la genialidad de Chaplin el cineasta y guionista Bruce A. Evans, que como director sólo había rodado la mediocre Kuffs, poli por casualidad, y que intenta hacer una jugada parecida –hasta el título se parece– convirtiendo a Kevin Costner en un asesino que a la vez es un padre de familia que debe caer bien. 

    El protagonista de JFK es un buen actor, casi siempre en papeles heroicos, pero que con un trabajo impecable logró que el público conectara con su personaje, un delincuente que secuestra a un niño, en Un mundo perfecto, un film mucho mejor construido que el que nos ocupa. 

    Costner interpreta esta vez a Earl Brooks, empresario que ha logrado mucho éxito con su empresa fabricante de cajas. Aparentemente, es un hombre feliz, casado, con una hija adolescente, eso sí, bastante rebelde. Sin embargo, Brooks sufre alucinaciones pues se le aparece constantemente Marshall, un amigo imaginario. 

    Éste le incita a regresar al crimen, pues aunque lleva mucho tiempo inactivo, Brooks en realidad es el ‘Asesino de las huellas’, un peligroso psicópata que aniquila parejas en pleno acto sexual. Durante uno de sus crímenes, deja la ventana abierta, por lo que no puede evitar que le fotografíe un individuo que le va a chantajear: 

    Si no quiere que envíe las fotos a la policía, deberá llevarle consigo a su próximo asesinato. Mientras, una policía que se está divorciando de un impresentable investiga el asunto. 

    El film es un correcto thriller que se sigue más o menos con cierto interés. Pero no acaban de funcionar las secuencias de Costner conversando con Marshall, su lado oscuro, encarnado por William Hurt. Esta dualidad del protagonista recuerda demasiado peligrosamente a El club de la lucha, un film superior. 

    Tampoco es gran cosa la trama de la policía, en parte por el nefasto trabajo de la actriz que la interpreta, Demi Moore, pero también porque su historia introduce demasiadas subtramas que entorpecen el ritmo (se divorcia de ella un vividor que quiere exprimirla, sale de la cárcel un tipo al que encerró que pretende eliminarla). Se supone que el film intenta establecer cierta conexión entre la perseguidora y el perseguido, pero no lo consigue. 

    Llega a resultar especialmente ridículo que el protagonista asista a las sesiones de Alcohólicos Anónimos (AA) a ver si consigue superar su adicción, dando pie a una odiosa comparación entre la patología del protagonista con el alcoholismo, que sinceramente no tiene sentido. 

    De hecho, el protagonista invoca continuamente la famosa oración que se suele usar en AA (“Señor, concédeme serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las que si puedo y sabiduría para distinguir la diferencia”). 

    Es evidente que la cinta pretende ser un entretenimiento muy ligero, pero llama mucho la atención que el contenido esté tan descuidado que no resista el mínimo análisis crítico. Por ejemplo, en esta película la maldad se transmite hereditariamente, como el color de los ojos, lo que nos remite a las teorías biologicistas, desfasadas desde la década de los 30. Todo lo reseñado invita a no perder el tiempo viéndola. (decine21 / almudí)