VXF. Jóvenes y adultos. La primera fue un anticipo. La segunda, la confirmación de que Matrix es mucho más que una película, es la materialización en la pantalla de la última y máxima tecnología adaptada al lenguaje cinematográfico. En medio de una época caracterizada por el despliegue infinito de recursos visuales en el cine, Matrix traspasó el límite de lo pensable, no sólo en cuanto a lo que efectos especiales y trabajo con la cámara se refiere sino, principalmente, en cuanto a cómo eso repercute e inaugura nuevas posibilidades de imaginar un cuerpo confrontando con otro. "Matrix reloaded", por eso y mucho más, es sin duda una de las segundas partes más esperadas de los últimos tiempos. Pero tener una obra maestra como antecedente inmediato no la ponía en una situación sencilla. Matrix es una trilogía cuya primera parte es inigualable y por lo tanto incomparable. "Matrix reloaded" es sólo su prolongación, la película que continúa el conflicto entre el hombre y la máquina que lo somete planteado en la cinta inicial. Sin embargo, en esta segunda parte el guión no es del todo sólido, no profundiza tanto en los conflictos interiores de sus personajes y, como era de suponer, deja un poco de lado sus componentes filosóficos para darle más espacio a las peleas y la acción. Esta elección queda demostrada en la caracterización del protagonista Neo, El Elegido, el ser predestinado a salvar a la humanidad. En relación a la primera parte, el personaje interpretado por Keanu Reeves ha evolucionado de manera notable, ahora es capaz de volar, de pelear contra centenares sin perder la calma, conoce sus ilimitadas posibilidades físicas dentro del mundo virtual de Matrix. No obstante, fuera de lo referido a estas destrezas, nada más parece haber cambiado en su mente, o al menos el guión no se preocupa (o lo hace muy por encima) por sus conflictos internos, por su modo de encarar la vida desde que entendió que su rol en el mundo había cambiado radicalmente. En la batalla por defender a Zion, la última ciudad humana, de un inminente y presumiblemente devastador ataque de las máquinas, sólo hay una esperanza: Neo, secundado por su enamorada Trinity (interpretada por Carrie-Anne Moss) y por el líder Morfeo (Laurence Fishburne). No obstante, esta segunda parte se lía la manta a la cabeza para reventar la taquilla. Para ello no importa renunciar a la lógica apocalíptica del original, que se sustituye por una apresurada lectura de las teorías de Baudrillard sobre los simulacros y la simulación. Le sobra metraje. Son larguísimas las secuencias de bofetadas virtuales, larguísima una escena sexual explícita acompañada por el danzante pueblo de Sión en trance afrodisíaco, larguísimos los parlamentos abstrusos en jerga informático-gnóstica. (Aceprensa-Pantalla 90).