Director y guionista: Christophe Barratier. Intérpretes:
Gérard Jugnot, François Berléand, Kad Merad, Jean-Paul Bonnaire,
Marie Bunel, Paul Chariéras, Carole Weiss. 95 min.
Contenidos: V-D
Guitarrista antes que cineasta, Christophe Barratier
comenzó a trabajar para Jacques Perrin en 1991.
Con él ha sido productor delegado en películas como Microcosmos,
Himalaya o Nómadas del viento. En 2001 di-
rigió el corto Les Tombales, basado en la novela de
Maupassant. Ahora Barratier ha tenido un éxito inesperado
con Los chicos del coro, su primer largometraje como
director, seleccionado por Francia para competir por el
Oscar al mejor film en lengua no inglesa.
El guión adapta la película La Cage aux Rossignols,
que dirigió Jean Dréville en 1945. Relata la historia de
Clément Mathieu, un profesor de música en paro que en
1949 comienza a trabajar como vigilante en un internado
de reeducación de menores. Muy pronto, Mathieu se enfrenta
con los métodos represivos del director del correccional,
Rachin, que domestica a sus alumnos a base de
mano dura. Y así, Mathieu intenta ganarse a los chavales organizando
con ellos un coro polifónico que pronto proporciona
a toda la clase un nuevo afán de superación. Al
que más le cuesta entrar es a Pierre, un chico inteligente y
sensible, que se oculta tras una pose displicente y agresiva.
Narrada como un largo flash-back por un afamado director
de orquesta, la película tiene ese sabor añejo, dulce
y áspero a la vez, de los clásicos de exaltación de profesores,
como Adiós Míster Chips, de Sam Wood. Con ellos
comparte una visión idealista de la educación, entendida
más como una iniciación a la vida que como una simple
transmisión de conocimientos. A esto se añaden los dramas
de los chavales, aquí empujados por la sociedad hacia
un destino fatal. Por su parte, la música aporta retos nuevos
al profesor y a los alumnos, similares a los que ya
plantearon películas como El profesor de música, Todas
las mañanas del mundo o Profesor Holland.
Como se ve, Los chicos del coro no es una película
original, pero consigue integrar numerosos elementos interesantes
y desarrollarlos con un tono amable y profundo,
capaz de afrontar sin sordideces ni fatalismos temas
peliagudos como la pederastia, las rupturas familiares o
la delincuencia precoz. Todo ello se encarna en unos
actores espléndidos, entre los que sobresale Gérard
Jugnot, que logra hacer muy entrañable al sufrido Mathieu,
un profesor sacrificado que sabe ser cariñoso y exigente
al mismo tiempo. Mención aparte merece la sensacional
banda sonora de Bruno Coulais, repleta de preciosas
canciones polifónicas –civiles y religiosas–, muy bien
interpretadas por Les Petits Chanteurs de Saint-Marc y
por su solista, Jean-Baptiste Maunier, que encarna al sufrido
Pierre con expresiva interioridad. Diálogos sin relevancia. (Aceprensa / Almudí JV)