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Dirección: Cate Shortland. Países: Alemania, Australia y Reino Unido. Año: 2012. Duración: 109 min. Género: Drama, bélico. Interpretación: Saskia Rosendahl (Lore), Nele Trebs (Liesel), Mike Weidner, Ursina Lardi, Hans-Jocken Wagner (Vati), André Frid (Gunter), Mika Seidel (Júrgen), Kai Malina (Thomas). Guion: Cate Shortland y Robin Mukherjee, basado en la novela “The dark room”, de Rachel Seiffert. Producción: Benny Drechsel, Karsten Stöter, Liz Watts y Paul Welsh. Música: Max Richter. Fotografía: Adam Arkapaw. Montaje: Veronika Jenet. Diseño de producción: Silke Fischer. Vestuario: Stefanie Biecker. Distribuidora: Karma Films. Estreno en Alemania: 1 Noviembre 2012. Estreno en España: 13 Diciembre 2013.
Reseña:
Dura y estilizada película sobre la situación de una familia marcada por la sombra del nazismo
Sur de Alemania, 1945, nada más acabar la Segunda Guerra Mundial. Antes de ocultarse, para no ser capturados por las tropas aliadas, el oficial de la SS Vati (Hans-Jocken Wagner) y su esposa Mutti (Ursina Lardi) obligan a sus cinco hijos a huir y atravesar el devastado país para reunirse con su abuela Omi (Eva-Maria Hagen), que vive cerca de Hamburgo, a 900 kilómetros al norte de donde se encuentran. De este modo, Hannelore, “Lore” (Saskia Rosendahl), la hija mayor, de 16 años, queda a cargo de sus cuatro hermanos: la preadolescente Liesel (Nele Trebs), los gemelos Gunter (André Frid) y Jürgen (Mika Seidel), y el bebé Peter (Nick Leander Holaschke). Durante su agónica escapada por Alemania —ya dividida en zonas controladas por Estados Unidos, Gran Bretaña, Rusia y Francia—, los cinco hermanos descubrirán las dantescas consecuencias de la guerra y, en concreto, de las acciones de sus padres, que ellos desconocían totalmente. En este proceso de desamparo, miedo, hambre, pérdida de la inocencia y maduración ética, serán ayudados por Thomas (Kai-Peter Malina), un joven carismático y misterioso, que dice ser un refugiado judío procedente de un campo de concentración nazi.
Era muy atractivo el planteamiento de esta adaptación fílmica de la novela “The Dark Room”, de la inglesa Rachel Seiffert. Y, ciertamente, la cineasta australiana Cate Shortland (“Somersault”) obtiene vigorosos logros parciales en su trabajo como directora y guionista, que justifican en parte los numerosos galardones que ha recibido la película, como el Premio del Público en el Festival de Locarno 2012, el Premio Pilar Miró a la mejor nueva directora en la Seminci de Valladolid 2012 o los Premios 2013 del Australian Film Institute a mejor película, director, joven intérprete (Saskia Rosendahl) y guion adaptado. En este sentido, cabe elogiar la atmósfera opresiva de la puesta en escena y la cierta hondura de los conflictos dramáticos y morales que sufren los personajes, todos ellos muy bien interpretados, con una memorable Saskia Roshendal a la cabeza. También se agradecen ciertos insertos poéticos al estilo Terrence Malick —subrayados con fuerza por la sugerente partitura de Max Richter—, que oxigenan un poco la dureza y amargura de la trama.
Sin embargo, el conjunto se ve perjudicado por su escasez de diálogos —que torna artificiosa alguna situación— y por un ritmo demasiado lento y reiterativo, a menudo, tedioso. Además, su excesiva insistencia y delectación en los pasajes sexuales de la trama —relacionados con el despertar afectivo de Lore— acaba por resultar más desagradable que las crudas recreaciones de la brutalidad bélica.( J. J. M. cope.es)