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La venta del paraíso

La venta del paraíso

La venta del paraíso
Contenidos: Imágenes (varias S, X), Diálogos (varios D), Ideas (amoralidad, hedonismo, tono grotesco e irreverente F)

Dirección: Emilio Ruiz Barrachina. País: España. Año: 2012. Duración: 105 min. Género: Comedia dramática. Interpretación: Ana Claudia Talancón (Aura María), William Miller (Oswaldo), Juanjo Puigcorbé (Olivetti), María Garralón (Doña Pura), Carlos Iglesias (El Paisa). Guion: Emilio Ruiz Barrachina, Gonzalo Suárez y Andrés Acevedo. Música: Sergio G. Carducci. Fotografía: Joaquín Manchado. Montaje: Abián Molina. Dirección artística: Carlos Bodelón. Vestuario: José Vico. Estreno en España: 19 Abril 2013.

Reseña:

   Aura María (Ana Claudia Talancón), joven mexicana con un sórdido pasado, consigue una oferta para viajar a España con un contrato de trabajo. Ya en Madrid, la chica descubre que el contrato, la reserva de hotel y el billete de regreso son falsos. Sus ilusiones se desmoronan, y termina viviendo en la singular pensión de doña Pura (María Garralón), habitada por un extravagante grupo de desarrapados y perdedores: El Paisa (Carlos Iglesias), un entrañable conseguidor; Olivetti (Juanjo Puigcorbé), un travesti con el alma herida; Oswaldo (William Miller), un afinador de pianos que quiere ser director de orquesta…

   El montaje paralelo del desenlace, en torno a la preciosa “Obertura 1812”, de Tchaikovsky, es de lo poco salvable de esta comedia coral, supuestamente desmelenada y surrealista, en la que el madrileño Emilio Ruiz Barrachina (“A la sombra de los sueños”, “Pequeños crímenes perfectos”, “El discípulo”, “Morente”) adapta su propia novela, con la ayuda en el guion de Gonzalo Suárez y Andrés Acevedo. El filme apunta alguna idea interesante, con lejanos ecos buñuelescos y berlanguianos; pero, en general, domina en él un tono tosco y zafio, que a menudo se convierte en grotesco e irreverente, sobre todo en lo referente al personaje del obispo hedonista (Txema Blasco). La mayoría de los golpes de humor no tienen gracia, el guion carece de ritmo y chispa, y casi todas las interpretaciones ceden a un histrionismo patético, en el peor sentido del adjetivo. Ha sido uno de los últimos trabajos de la actriz Mariví Bilbao.(Cope J. J. M.)