La playa de los galgos

Terrorismo. Violencia. Mayores. Martín, propietario de una fábrica de pan en Bilbao, promete a su madre, en trance de muerte, que buscará a su hermano menor, miembro de ETA, desaparecido después de haber cometido un asesinato. Las pesquisas de Martín le conducen a Dinamarca, donde su pariente, aunque tutelado devotamente por su novia, sufre en perpetua ansiedad, temeroso de que le sigan y le maten. Un doctor psiquiatra que le atendió, accede a preparar una cita entre los hermanos. A Martín le acompaña una misteriosa y bella mujer de la que está perdidamente enamorado. Mario Camus retorna al preocupante asunto del terrorismo. Lo hace con la elegancia y cultura que le identifican. Le ha interesado relatar en esta película una vivencia de amor, sobre un fondo policíaco-psicológico contemporáneo, presumiendo la existencia de un paralelismo entre la vida de los humanos y de los galgos, por cuanto unos y otros pasan la vida persiguiendo espejismos. Camus no oculta completamente sus cartas, ni deja cabos sueltos que un espectador perspicaz no pueda atar sin esfuerzo. Esto le despoja de parte del interés de la trama, que no se centra, a priori, tanto en la venganza, perpetuamente latente, como en el incontrolable amor que surge contra toda lógica entre contrarios. La exposición del drama, compleja y con inclusión de metáforas, deriva en monólogos de cuando en cuando, muestra de la filiación literaria de la obra. Una incursión inesperada, y dudosamente imprescindible, en los sucesos ocurridos en países suramericanos bajo dictaduras, acentúa la denuncia contra la violencia, punto clave de la película. Escenas sexuales a suprimir: 33'; 38' y 85'(escena larga de varios minutos).