Dirección: Alberto Aranda. País: España. Año: 2013. Duración: 95 min. Género: Drama, romance. Interpretación: Ingrid Rubio (Estrella), Carmen Machi (Trini), Marc Clotet (Salva), Fele Martínez (Baltasar), Carlos Blanco (Jonás), Rubén Sánchez (Marc), Pep Tosar (Xavier), Alfonsa Rosso (Antonia), Fanny de Castro (Manolita), Pepe Rodríguez (Manuel), Wong Sau-ching (Li). Guion: Alberto Aranda y Belén Carmona. Producción ejecutiva: Xavier Granada. Música: Zacarías M. de la Riva. Fotografía: Bet Rourich. Montaje: Elena Ruiz y Bruno Palazón-Arnaud. Dirección artística: Pep Oliver. Vestuario: Arancha Rodrigávarez y Sofía Nieto. Distribuidora: Splendor Films. Estreno en España: 24 Mayo 2013.
Reseña:
De padres andaluces, Estrella (Ingrid Rubio) trabaja como limpiadora en el cementerio de Santa Coloma de Gramanet, populosa ciudad-dormitorio cercana a Barcelona. Alegre, positiva y generosa, Estrella acoge en su modesto piso a su mejor amiga, la depresiva Trini (Carmen Machi), que ha huido con su hijo Marc (Rubén Sánchez) del hogar del maltratador Jonás (Carlos Blanco). Esto no le hace gracia a Salva (Marc Clotet), el novio de Estrella, un joven catalán cada día más obsesionado con su nuevo trabajo como promotor inmobiliario en la zona.
Este primer largometraje de Alberto Aranda afronta numerosos temas de interés: la inmigración, el racismo, la libertad religiosa, el machismo, el clasismo, la violencia doméstica, el desarraigo, las relaciones conyugales, la especulación inmobiliaria, la moral del triunfo a cualquier precio… Y lo hace desde un sugerente enfoque costumbrista y a través de un notable reparto, que mantiene el nivel en todo momento. El problema es que el guion del propio Aranda y Belén Carmona —basado en la novela de ella—, no acaba de dar aliento dramático, cómico y moral al conjunto, quizás porque dibuja unos personajes demasiado arquetípicos y previsibles, cuya veracidad inicial pierde fuelle conforme avanza la trama.
Más que la posible influencia del feminismo radical y la ideología de género —palpable, quizás, en los perfiles negativos de la mayoría de los personajes masculinos—, pesan sobre todo los escasos matices de los personajes, la superficialidad de algunas reflexiones y el recurso a toscas concesiones a la galería, como varias rotundas zafiedades o la explícita secuencia sexual con que arranca el filme. Esa misma artificiosidad debilita al personaje del músico Baltasar que interpreta Fele Martínez, dotado de una sorprendente ubicuidad y de un buenismo cargante. En todo caso, habrá que seguir la pista de Alberto Aranda, pues su fresco costumbrismo, convenientemente depurado, podría oxigenar el cine español. (Cope J. J. M.)