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La duquesa

La duquesa

The Duchess
  • Público apropiado: Adultos
  • Valoración moral: Desaconsejable
  • Año: 2009
  • Dirección: Saul Dibb
Contenidos Imágenes (varias S X), F (infidelidades matrimoniales)

Reseña:

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Dirección: Saul Dibb
Intérpretes: Keira Knightley, Ralph Fiennes, Charlotte Rampling, Dominic Cooper, Hayley Atwell, Simon McBurney.
Argumento: Amanda Foreman (Libro "Georgiana, Duchess of Devonshire")
Guión: Jeffrey Hatcher, Anders Thomas Jensen, Saul Dibb
Música: Rachel Portman
Fotografía: Gyula Pados
Distribuye en Cine: Vértigo
Duración: 110 min.
Género: Drama, Histórico 

Una ilustrada en la decrépita corte del Rey Jorge III

    Hermosa, y adorada por el pueblo, Georgiana Spencer (Keira Knightley) fue, como su descendiente Diana de Gales, la mujer más fascinante de su época. Pero mientras que su belleza y su carisma le forjó un nombre en la historia, el amor siempre se le escapó. 

    Casada muy joven con uno de los hombres más ricos de Inglaterra, el duque de Devonshire (Ralph Fiennes), fue confidente íntima de ministros y de la Casa Real, llegando a ser un icono de la moda, madre adorada e influyente política para el partido liberal. 

    Sin embargo, en el núcleo de su historia está la búsqueda desesperada de afecto y amor. Desde el apasionado pero fatídico romance con Charles Grey (Dominic Cooper) hasta el complicado triángulo amoroso con su marido y su mejor amiga lady Foster (Hayley Atwell).

    Pero realmente se diría que en lo que a su matrimonio se refiere, Georgiana ha sido tratada poco menos que como ganado, una hembra cuya función principal sería la de procurar descendencia masculina al duque, un heredero del título. 

    Algo que no acaba de llegar, pues irán naciendo niñas. Lo que intensifica la frialdad e indiferencia con que el duque trata a Georgiana, lo que conduce a todo género de humillaciones, como la obligarle a criar como si fuera suya a una hija ilegítima, o la de convertir a Bessie, la mejor amiga de Georgiana, en su amante. 

    Toda esta experiencia supone un proceso de maduración para Georgiana, que busca consuelo y distracción en las reuniones sociales. 

    Película basada en hechos reales, contados por Amanda Foreman en su premiada biografía, que ha servido para confeccionar el guión. El desconocido Saul Dibb entrega un film que sabe atrapar la desdicha de un matrimonio concertado, sobre todo porque el marido no pone nada de su parte para que funcione la vida conyugal. 

    Aunque se critica la discriminación de la mujer de antaño, y se juega a la contraposición entre lo que es una boda pactada y un amor natural y sincero, el director tiene la honradez de apuntar que lo primero podría funcionar si ambas partes se esforzaran, y que lo segundo puede ser aparcado cuando intereses superiores -los hijos- demandan tal sacrificio; no se cae en la frivolidad en tal aspecto, y ello contribuye a dar consistencia a la trama. 

    De modo que se siguen con interés los altibajos sentimentales, las cuitas amorosas y las infidelidades, los dilemas que conllevan la atención de los propios retoños. Keira Knightley es perfecta como protagonista, se convierte en solidísima columna vertebral de la película. Y hay un buen respaldo de secundarios, entre los que destacan el perpetuamente distante Ralph Fiennes, y la pragmática madre encarnada por Charlotte Rampling; los menos conocidos Dominic Cooper y Hayley Atwell, variables añadidas al juego amoroso, cumplen. 

    Por supuesto, se pinta con minucioso esmero la vida cortesana, prestando atención a las convulsiones políticas de la época, concretamente a luchas del partido whig al que el duque respalda. La dirección artística esta mimadísima a la hora de pintar las reuniones sociales, y no extraña que el vestuario de Michael O'Connor ganara un Oscar en la edición de 2009, pues los modelos que luce Keira Knightley son deslumbrantes, con especial atención para sus sombreritos -o mejor sería decir, sombrerazos-, una preciosidad. (Decine21)

    Sin embargo, el conjunto se resiente de un cierto permisivismo moral, de un tratamiento explícito de las escenas sexuales y de una acrítica idealización de la Ilustración, encarnada anacrónicamente en la Duquesa Georgina, antepasada, por cierto, de Lady Di, la malograda princesa Diana de Gales. (La Gaceta JJM / Almudí JC-JA)