Amy (Olga Kurylenko) es una estudiante de astrofísica y Ed (Jeremy Irons) su profesor. Están locamente enamorados y mantienen una relación a distancia comunicándose mediante correspondencia. Un día Ed desaparece misteriosamente, pero sus mensajes de amor siguen llegando. Amy emprenderá entonces un viaje en busca de la verdad, donde se reconciliará con su pasado y su presente.
Son reconocibles las señas de identidad del director, un romanticismo exacerbado, y el gusto por ofrecer una trama con cierta capacidad de sorprender y emocionar. Todo apoyado por una preciosa banda sonora de su compositor habitual, Ennio Morricone.
Aunque Tornatore logra intrigar con su película, también cabe decir que una vez conocido lo que hay, se produce una sensación de estiramiento narrativo, demasiadas cartas ocultas en la manga, que vienen a ser más de lo mismo, por mucho que pretendan resultar novedosas.
Puede ser acertada la metáfora de las estrellas, que después de muertas, miles de años después, siguen comunicándonos su brillo, y que lo mismo vendría a ocurrir con la persona amada. Pero a la vez hay una sensación de obsesión casi necrofílica, algo exagerada, de modo que la idea de que la vida continúa –hay que seguir trabajando, amando, perdonando, buscando la paz...– queda algo diluida. Las interpretaciones son buenas. (Almudí JD). Decine21: AQUÍ