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Dirección: Timo Vuorensola. Países: Finlandia, Alemania y Australia. Año: 2012. Duración: 93 min. Género: Acción, comedia, ciencia-ficción. Interpretación: Julia Dietze (Renate Richter), Christopher Kirby (James Washington), Götz Otto (Klaus Adler), Udo Kier (Wolfgang), Peta Sergeant (Vivian), Stephanie Paul (presidente). Guion: Michael Kalesniko, Timo Vuorensola y Jarmo Ouskala; basado en un argumento de Johanna Sinisalo. Producción: Oliver Damian, Tero Kaukomaa y Samuli Torssonen. Música: Laibach. Fotografía: Mika Orasmaa. Montaje: Suresh Ayyar. Diseño de producción: Ulrika von Vegesack. Vestuario: Jake Collier. Estreno en Finlandia: 4 Abril 2012. Estreno en España: 11 Octubre 2012.
Reseña:
En los últimos momentos de la Segunda Guerra Mundial, un programa secreto formado por un grupo de nazis logró escapar de la destrucción huyendo al Lado Oscuro de la Luna. Durante 70 años de sumo secretismo, los nazis construyeron una gigantesca fortaleza espacial y una armada masiva de platillos voladores. Muy pronto, esta imparable flota pondrá rumbo a la Tierra, provocando el regreso triunfante del Cuarto Reich.
Los fans de esta singularísima co-producción finlandesa-alemana-australiana han financiado con sus aportaciones un 10% de los 7,5 millones de euros que ha costado. Un esfuerzo loable pero baldío, pues esta parodia espacial comienza de un modo delirante pero sugerente —con ecos de “¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú”, de Stanley Kubrick, y de “Mars Attacks!”, de Tim Burton—, para luego degenerar en tosca comedieta disparatada, escrita de cualquier manera, mal rodada por el finlandés Timo Vuorensola (“Star Wreck: In the Pirkinning”) —líder de la banda de rock Älymystö—, e interpretada por el casi desconocido reparto con un histrionismo excesivo. Funcionan los efectos visuales —espectaculares a pasar del limitado presupuesto del filme—, así como algunos de incisivos sarcasmos sobre la ONU y la política de Estados Unidos, a medio camino —según el filme— entre una ingenuidad infantil y una obsesión armamentística que ha logrado contagiar al resto de las potencias mundiales. En todo caso, el resultado global es demasiado caótico, esperpéntico y chapucero (Cope J. J. M).