Guerreros.

Bélica. Violencia. Diálogos soeces. Jóvenes. Un grupo de jóvenes soldados, más o menos decididos, pero en todos los casos inexpertos, conforman una unidad de ingenieros al mando de un teniente, dentro del contingente español de la KFOR, con funciones pacificadoras y humanitarias en la frontera entre Kosovo y Serbia, apenas terminada, en el 99, la ¿última? guerra civil en la zona. Con la orden de arreglar un repetidor de luz, que afecta a varias poblaciones, se adentran equivocadamente en la llamada "zona de exclusión", donde son perseguidos a muerte por los serbios y, por error en un primer momento, por los albano- kosovares a los que van a ayudar. El miedo y la muerte les cerca y progresivamente embrutece. Daniel Calparsoro, autor de un cine fuerte, intenso y determinante, desde su primer film, "Salto al vacío", de 1995, características presentes en sus tres siguientes ("Pasajes", "A ciegas", "Asfalto"), ha "saltado" esta vez desde los problemas de la ciudad al campo bélico. Los sucesos presentados no son sino el telón de fondo de un drama más profundo: la deshumanización de unos chicos, venidos de una vida acomodada y situados en un clima de muerte donde lo único que interesa es sobrevivir. La guerra engendra monstruos. Y Calparsoro lo evidencia sin miedo en un film bien rodado, con algunos jóvenes intérpretes notables y talento visual en la captación de plano y escenas. Aparte de lo reseñado, no tiene inconvenientes.